El Samuel que contó la historia a su manera, según la Judith del complejo Globovisión el canal de la mentira y la infamia, fue el mismo farsante que se abrogó la faena sin faenar para erigirse como el primer juez de la humanidad. El mismo que, cual juez corrupto, hizo pacto con el rey Saúl para repartírsela producto de la rapiña contra los filisteos, a la proporción 60-40. Pero como el rey acaparó todo en beneficio del templo en construcción, sin percatarse, se ganó un intrigante con fachada de consejero.
Desde entonces reducto al zagaleton ovejero nombrado David; certero con la guaratara, disparada con su inseparable gomera (ballesta a dos manos) contra la frente y hocico de los lobos come cabras. Además, conocedor de los movimientos de los guerreros filisteos, que ya se aproximaban a la fortaleza, con Jonás a la cabeza, a quien Samuel “bautizó” como Goliat, que venían a recuperar lo que les habían robado, sin olvidar los miles de niños degollados por el “crimen” de llorar a sus madres y padres muertos en pleno sueño de media noche.
A todas estas el zagaleton David le había tomado el tiempo y sitio al corpulento Jonás. Se agazapó en el “mogote” mas próximo al de las deposiciones. Lo demás fue la oportunidad cuando “Goliat” adoptó la inevitable posición fetal para el certero guaratarazo en la amplia frente. Moribundo el defensor del pueblo filisteo, con su misma espada, el pupilo de Samuel le cercenó el “trofeo” que desmoralizó al resto de los combatientes patriotas. Al tiempo, muerto el rey Saúl en un nuevo enfrentamiento con los filisteos, estos reforzados con los amalecitas, Samuel coronó a David como joven rey. Este que, de ovejero, encantaba hasta las ovejas con la armonía de la citara, fue el fundador de los célebres. Para él solo, valido de su dominio como rey, fundó 20 de esos mabiles reforzados su poderío con la amenaza que significaba para los súbditos (padres y madres) el papel de sigüi que hacía el asesino Joab.
Le contamos señorita “Judith”, a usted quien dijo lo que el David de Globovision le dijo que dijera, que ese David suyo que está en enfrentamiento permanente con Goliat que, en este caso es el pueblo venezolano, es el émulo de las masacres en la vieja Palestina. Del mismo que vio a una bella dama bañándose en la represa de palacio y preguntó a uno de sus manumisos: ¡quien es esa mujer tan bella?. A lo que el servidor contesto: “Es la mujer de Uría, quien se encuentra en el frente de la batalla”.
No perdió tiempo el rey lascivo. Con Joab hizo invitar a la bella Betsabé. La secuestró en palacio. La hizo suya y mandó buscar a Uría lo emborrachó y, con el mismo, hizo llegar una orden escrita y lacrada al comandante. Dejaron sólo y de “punto” a Uría en medio del campo. El enemigo lo mató. Y Betsabé, la inteligente madre del sabio Salomón, quedó secuestrada en los confines de palacio hasta que ¡por fin!, murió David desangrado en cuero flácido y frío que no calentó ni el cuerpo tibio de una jovencita tribeña con quien lo arroparon en procura de una resurrección imposible.
Ah! ¿Quién fue Judith? La bella judía que le hizo perder la cabeza a Holofernes después que este había sitiado a Betulia, antigua ciudad de Palestina. En este caso el asesino esperó que la bella dopara al guerrero. Ella, con su delicadeza y una bandeja de plata, exhibió la testa.
Así las cosas del remoto pasado. De cuando “hablaban” las piedras, el molino del tiempo hizo rotación en su eje imaginario. Y aquellos personajes reaparecieron en la farsa de Globovisión. Vargas Llosa, como Samuel; Federico Ravell, como David, quien “mató” 10 mil. Leopoldo Castillo como Joab, con 20 mil y algunas monjitas. Mezzerhane con el ceremonial de los buitres y la chica del 33 como Judith. Entonces, no es Globovision el que debe desaparecer. Son esos personajes los que deben expiar las culpas, por haber desquiciado a pequeña parte de venezolanos y venezolanas.
Patria, Socialismo o barbarie.
*pedromendez_bna@yahoo.es
