Chile: ¿Tiempos mejores, o tiempos difíciles?

La derecha chilena no es una sola. En ella hay un sector seudo- democrático y cuasi republicano, pero también existe otro: sedicioso, discípulo del fascismo y de los gobiernos totalitarios. ¿Cuál de ellos gobernará en los próximos cuatro años?

Arturo Alejandro Muñoz

Asfixiada ante la develación de los crímenes cometidos por agentes del estado totalitario, sumado a ello el repudio mundial contra el régimen encabezado por Augusto Pinochet, la derecha chilena se ocupó preferentemente en lograr acuerdos de orden económico con los nuevos gobernantes concertacionistas, permitiendo –casi sin chistar- la reposición de algunas políticas de bienestar, y el avance (en tono y ritmo menor) de una Justicia que había sido franca adversaria de los derechos humanos durante los calendarios de la dictadura.

Primero tibiamente y luego con absoluto desparpajo, se liberó del mote conocido como "centroderecha" para salir al ataque sin las máscaras y subterfugios que utilizaban -desde la caída del régimen dictatorial- ciertos dirigentes que supieron engatusar a muchos electores con el disfraz de "republicanos", cual fue el caso de conocidos políticos como Lily Pérez, Manuel Ossandón, Andrés Allamand, que fueron útiles para armar esa trampa llamada "acercándose al centro político", y serán útiles nuevamente en cuatro años más..

La derecha chilena no es una sola. En ella encontramos sectores seudo- democráticos y cuasi republicanos (que hoy se autodenominan ‘progresistas’)…pero también existen otros: sediciosos, golpistas, discípulos del fascismo y de los gobiernos totalitarios. ¿Cuál de esos dos grupos representa cabalmente a la derecha? ¿Y cuál de ellos es quien realmente manda y dirige?

El desprestigio de añosos políticos de las tiendas conservadoras dejó campo libre a la aparición de nacionalistas extremos, incluyendo a varios pinochetistas, siendo José Antonio Kast quien representa en todo su ancho el pensamiento íntimo del sector más duro de la derecha chilena. Y ahí están hoy día. En la cúspide de la pirámide de Chile Vamos, transformados en la peligrosa mano que mece la cuna, susurrando sus consejos y demandas en los oídos del futuro presidente de la república,

Lo cierto es que esa derecha conservadora y beata ha regresado por sus fueros, por aquellos que la hicieron temible y repudiada, sediciosa y golpista, clasista y totalitaria en los años 70. Es la misma que ahora se apronta a ser parte del próximo gobierno. De hecho, la tienda que mejor caracteriza a ese sector es la UDI (gananciosa con importantes ministerios: Interior, Justicia, Salud, Economía, Sernam, etc.), que cuenta entre sus cuadros con la participación de viejos especímenes del pinochetismo, cual es el caso del nuevo ministro de Justicia, Hernán Larraín, quien fuera decidido defensor de la Colonia Dignidad y ferviente admirador del pedófilo nazi Paul Schaefer.

El nuevo gabinete, con escasa presencia femenina (sólo siete mujeres), está dominado por hombres de 60 años de edad, de clara tendencia pro-empresarial contraria a las políticas de bienestar, y por cierto, decididos a retomar leyes decimonónicas ("draconianas", las calificó el diario inglés The Guardian) en asuntos relevantes como el aborto, la identidad de género y otros temas que han sido defendidos a brazo partido por la sociedad chilena.

Poca duda cabe respecto a que la actual derecha es fiel seguidora de la teoría que habla de Selección Natural, misma que Charles Darwin delineó aplicándola a las especies, pero nuestros conocidos dirigentes UDI, Evópolis y RN la aplican a los seres humanos, y no sólo políticamente, que quede claro. Este punto, algunos de los flamantes ministros designados por Sebastián Piñera se han encargado de ratificarlo mediante declaraciones públicas que dejan muy en claro cuál es la verdadera propuesta programática que llevarán a efecto en sus respectivas carteras ministeriales.

Si usted, estimado lector, siguió con atención los ofertones y promesas explicitados por el presidente electo durante la campaña, concordará conmigo que uno de los principales temas que debería abordar todo candidato jamás fue expuesto ni analizado con seria profundidad por el señor Piñera. Se trata de la ya insoportable brecha económica. Él habló de reformas sí, reformas no, de lo valórico, de la Educación y la Salud… pero de acortar drásticamente la malhadada brecha no se le oyó mención alguna.

¿O será ese el "tapado" que trae como tema fundamental y ha preferido no darle luz al asunto? Difícil que así sea, pues la mejor forma de concretarlo es mediante una mejor distribución de la riqueza, la cual se logra a través de un alza de impuestos a quienes ganan más, y una clara apertura a la sindicalización y a la negociación colectiva. Vale decir, lo contrario al pensamiento y obra de los nuevos gobernantes.

Pero, hay también otros temas de enorme trascendencia que la prensa, sabiéndolo, no recoge ni analiza (por ello tiene bien ganado el mote de "prensa canalla"). Dentro de la fauna conservadora-neoliberal que compone el gabinete, se encuentra el futuro Ministro de Relaciones Exteriores, el conocido novelista y ex joven comunista (y arribista a todas luces) Roberto Ampuero, quien luego de haber salvado el pellejo gracias al exilio en Cuba y en la República Democrática Alemana (RDA), renegó de su pasado izquierdista y se convirtió a la religión neoliberal, instaló domicilio en EEUU y se transformó en enemigo declarado de Cuba, de la República Bolivariana de Venezuela, de los países del ALBA y, ¡cómo no!, de la Concertación y luego de la Nueva Mayoría. Es el exceso en que cae todo converso.

Ampuero ha aceptado ser un peón de las agresivas políticas USA-UE-OTAN, y podría causar graves daños a la hermandad latinoamericana, ya que el reelecto presidente de la república desestima tal hermandad y juega sus fichas a potenciar la Alianza del Pacífico, siguiendo, por cierto, las ‘recomendaciones’ que Washington imparte a los gobiernos derechistas de Sudamérica (Macri, Temer, Kuczynski, Santos, y ahora, Piñera).

Por ello, era de esperar que Piñera incorporara a su gabinete a alguien representativo de la traición política, para de esa forma enviar un mensaje desmoralizante a los militantes del anti capitalismo chileno.

Lo dijimos en otro artículo. La derecha dura está en su mejor momento. Para la mayoría de los chilenos no vienen tiempos mejores, sino tiempos difíciles. Por fortuna, ninguna ley ni tribunal puede castigar a ‘la opinión del pueblo’ cuando el río sigue sonando, menos aún en este preciso momento en que muchos de los citados a lo largo de esta nota se encuentran encaramados nuevamente en el gobierno de la república.



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Arturo Alejandro Muñoz


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