El genocidio cometido por los criollos

Es obvio, casi algo natural durante el mes de octubre, que en los países de América muchos historiadores, organizaciones no gubernamentales, redes sociales, ciertos artículos en la prensa escrita, entre tantos medios de información, saquen a relucir el genocidio acaecido en el "Nuevo Mundo" consecuencia de la invasión europea. No creo que exista una estadística cierta sobre la cantidad de nativos asesinados y culturas desaparecidas durante más de tres siglos de arremetida de ingleses, españoles y portugueses en las tierras de los pueblos situados al otro lado del Océano Atlántico. Algunos autores refieren que fueron más de cien millones, otros mencionan cincuenta millones, mejor dicho, cada estudioso tiene una cifra diferente. De seguro, fueron muchos los millones de nativos de los pueblos originarios que perdieron su vida en manos de los ricos, blancos y cristianos en su papel de conquistadores, en su afán de "civilizar y cristianizar" a unos "seres irracionales, paganos e infieles". Lamentablemente para aquella aciaga época de cataclismo cultural, de asesinatos, robos, violaciones, esclavitud y racismo, no existía un censo de las tribus radicadas en zonas sojuzgadas y tampoco del número de pobladores nativos que pueda dar una cifra confiable sobre la cantidad de crímenes cometidos por las monarquías europeas: la del Reino Unido, la de Aragón y Castilla y el reino de Portugal.

La geohistoria refiere la invasión de los ingleses en la parte norte de lo que en futuro se llamó Norte América. Así mismo, secuela del regalo que hizo el papa Alejandro, según el Tratado de Tordesillas, repartió la parte sur de América entre los reinos de Aragón y Castilla avasallando desde lo que hoy es México, nueva España para el "gran conquistador", hasta Argentina, dejándole un buen tolete del pastel al reino de Portugal, hoy Brasil.

Ciertamente, aquellos nombres que mencionan los libros de historia no existían tal como hoy se les conoce, es decir, aquellas tierras recién conquistadas no eran reconocidas como América, tampoco Nueva España y mucho menos Argentina. Aquellos inmensos territorios despojados por los intrusos, poblados por numerosas tribus repartidas desde el norte hasta el sur, a lo que en el futuro se llamó continente americano, tenían su propia toponimia.

Los vencedores eliminaron religiones, culturas, idiomas, acabaron con las tribus y arrasaron con los pobladores que no se dejaron someter, que supongo fueron millones. Evidentemente, según los lingüistas, aquello que no tiene nombre no existe, por lo que fue necesario inventar otra toponimia para designar las nuevas tierras conquistadas y así desaparecer la de los pobladores originarios. Por fortuna, por eso de la oralidad y de algunas lenguas como las mayas, quienes dejaron un lenguaje escrito, se conocen el nombre de muchas tribus, sin embargo, la mayoría desaparecieron, al igual que sus culturas, parte de los habitantes y sus idiomas. No cabe duda, la cultura de los pueblos está vinculada al idioma vernáculo.

De seguido voy a citar algunas palabras relacionadas con diferentes países de América, que indudablemente nada le dicen a los lectores: Canadá: algonquino, beothuk, dene, kutchin, lubicom y sooke; EEUU: chikasaw, delaware, lumbee, osage, ottawa y ute; México: nahuas, otomíes, totonacas, tsotsiles, tzeltales y mazahuas; Venezuela: añú, yanam, eñepá, mapoyo, chaima y meregotos; Colombia: andoque, awa, kofán, guambiano, ticuna y kamentzá; Ecuador: karanki, natabuela, panzaleo, puruhá, kayambi y otavalo; Bolivia: mojeño, tacama, yuracaré, ayoreo, yuki, tapiete y canichama; Brasil: aché, karajá, payaguá, korubo, tucano, karapoto y ticuna; Perú: achuar, bora, chamicuro, ikitu, jíbaro y shawi; Paraguay: aché, mataco, guaná, maka, manjui ysanapaná; Uruguay: charrúas, bohanes, yaros, chaná, arachanes y guaraníes; Argentina: collas, chanés, matacos, pilagás, cainguas y tehuelques; Chile: mapuche, colla, diaguita, rapa nui, chango y lickan,

Creo atinar, sin equivocarme, que casi todos los lectores esas seis palabras escogidas por cada país desconocen que aquellas son los nombres de algunas tribus o grupos étnicos que sobrevivieron al genocidio de los pueblos americanos. Esto tiene una explicación, la historia la escribieron los triunfadores, en un principio los ingleses, los españoles y los portugueses, a lo que se debe agregar los franceses y holandeses. Estos se encargaron de desaparecer lo construido durante más de quince mil años, entes de la llegada de Colón. Sin embargo, una vez derrotados y expulsados los europeos del "Nuevo Mundo", los nóveles ganadores, los criollos de mente colonizada, continuaron con la tarea de invisibilizar, esclavizar y exterminar a los pueblos originarios que subsistieron del anterior extermino.

Después de la derrota y de la expulsión de los europeos de América los criollos, es decir, los nacidos en las tierras conquistadas, pero de origen europeo, son quienes escribirán la nueva historia, la de la independencia. En dichos relatos no tienen cabida como héroes los herederos de los pueblos originarios quienes, en muchos casos enfrentaron a los conquistadores y otros, pelearon en la fila de los ejecitos libertadores y entregaron sus vidas.

Lamentablemente a partir del siglo XIX si hay estadísticas confiables y en mucha de estos se han detectado que paulatinamente la población indígena se ha reducido al mínimo y quedan menos nativos en comparación con los que permanecieron en las abyectas colonias al final de la guerra de independencia. Y esto tiene una explicación, los criollos colonizados han continuado y continúan con la política de exterminio iniciada por los europeos contra los pueblos originarios, con el único propósito de quitarles sus tierras. Tal programa de aniquilamiento se ha hecho evidente tanto en el Norte como en Suramérica.

En el caso de EEUU y Canadá, fueron los colonos provenientes de todos los países europeos (polacos, irlandeses, hebreos, italianos, japoneses, portugueses…), en su mayoría, blancos y cristianos, quienes bajo la excusa de cristianizar a los nativos los despojaron de sus tierras y los condenaron a vivir en las llamadas reservas indígenas como objetos turísticos. El resultado de este atropello fue causante de miles de herederos de los pobladores originaros muertos, enfermos, alcoholizados, niños cristianizados a la fuerza en colegios religiosos, miles de estudiantes nativos muertos por no superar los castigos perpetrados por los curas. Una vez lograda la independencia la situación de los pueblos originarios de EEUU y Canadá no cambió, de aquel genocidio de los colonizados solo quedó registrado en las películas hollywoodense que muestran a los nativos como unos criminales rapadores del cuero cabelludo, cuyo único objetivo era matar a los blancos por diversión, así mismo, millones de bisontes muertos, animales de los que dependía la existencia de las antiguas tribus de Norteamérica. Nunca mostraron en las cintas el derecho de los nativos de recuperar las tierras forjadas por los blancos y cristianos.

En Centro y Suramérica la situación no fue diferente. Los criollos colonizados, los vencedores de la guerra independencia se dedicaron a esclavizar y exterminar a los indios con el fin de despojarlos de sus tierras, a tal grado que muchas de estas tribus se alejaron de sus propiedades y se dirigieron a tierras lejanas, inhóspitas y peligrosa con el fin de protegerse de la "civilización" traída por los españoles y portugueses y reiteradas por los herederos de los criollos, a los cuales se les incorporaron los mestizos, también colonizados.

Las historias abundan en toda Suramérica, como en el caso ocurrido a finales del siglo XIX y principio del XX los dueños de las plantaciones del estado Zulia en Venezuela despojaron de las tierras fértiles a los guajiros, añú, wayuu, yukpa y luego los oprimieron, cazándolos como animales salvajes y esclavizándolos en sus haciendas. Así mismo, los saqueos de las tierras comunales indígenas de Colombia, de igual manera el latrocinio de las heredades de los nativos de la selva amazónica de Brasil, de tal modo que usan el apelativo de "los sin tierra" por el pillaje paulatino de sus vetustos territorios. Son los criollos, en función de gobierno, quienes se robaron y roban las tierras a los mapuches de Chile y Argentina para vendérselas a empresarios extranjeros, entre ellos alemanes. La nueva e ignominiosa colonización.

Es conocido por todos el racismo del cual son víctimas los herederos de los pueblos originarios. Son muy pocos los que tienen acceso a la educación y casi imposible el ingreso a los estudios universitarios, carecen de servicios de salud y en algunas regiones los infantes de las tribus mueren de hambre. Es notoria la poca presencia de los grupos indígenas en la política nacional. A pesar de la gran población nativa creo, sin equivocarme, que solo uno, Evo Morales, alcanzó la presidencia de Bolivia, no sin vencer numerosos obstáculos presentados por los criollos que se niegan a aceptar que un representante de los pueblos originarios también tiene derecho a dirigir los destinos del país.

El genocidio de los criollos colonizados contra los herederos de los pueblos originarios no tiene una estadística, simplemente porque son los criollos quienes escriben los libros de historia, son los ellos los dueños de los medios de comunicación y de las redes sociales. Estos personajes en ningún momento podrán expresar el sentimiento arraigado en la pensadora de los herederos de los pueblos originarios. Los mismos que se han visto despojados de su religión, idioma, cultura, tierra y como consecuencia, de su memoria histórica y gentilicio. Los criollos colonizados continuaron y continúan con el exterminio de los parientes remotos de los pueblos originarios, al igual que lo hicieron los crueles conquistares con los nativos de estas tierras meridionales. Es hora de revindicar a los hombres y mujeres que llegaron a estos predios muchos siglos antes que los europeos. Por eso voy a ser mía una frase que leí en una página web: "Los pueblos originarios no volvimos, siempre estuvimos, solo que no nos veías y aún somos perseguidos y asesinados". Yo agregaría, esclavizados y manipulados. Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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