En el mes de febrero del año 2009, me realizo una prueba de embarazo resultando positiva. La sensación e imagen dibujada en mi rostro naturalmente, era de un regocijo indescriptible.
A partir de allí, comenzó todo un plan para el control, cuidados y posterior recibimiento de mi hijo. Le escogí el nombre de Marcel, en honor a uno de mis escritores de preferencia, Marcel Prust, a quien solía leer durante mi embarazo. A Marcel ya lo esperábamos con ansia, familiares, amigos y algunos vecinos de un grupo comunitario del sector. Ya estaba provisto de todo cuanto pudiera necesitar, hasta de cuentos infantiles. Como diseñadora gráfica e ilustradora pues, ya tenía avanzado el proyecto de su álbum de fotos.
Una mañana del 27 de octubre, con un tiempo de gestación de 34 semanas y 5 días, observo un fluido que me pareció irregular, e inmediatamente hago una llamada telefónica a mi Dra. Tratante Alida Flores, quien atiende en los consultorios de la Policlínica Cristóbal Rojas, ubicada en Santa Mónica. Me presento allí con varios exámenes de laboratorio solicitados de emergencia y al evaluarme, la Dra. me informa que hay una Ruptura Prematura de Membranas, es decir, un parto prematuro. Al bebé hay que sacarlo de inmediato, manifestó, y requiere de una Clínica que posea una Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales, ya que está delicado. Incluso corríamos peligro ambos por una posible contaminación. La Dra. Alida me entrega un informe médico donde reza lo mencionado, para ingresar de inmediato a algún centro.
Mi padre quien me acompañaba muy angustiado, aborda conmigo un taxi y comenzamos a “ruletear” por distintas clínicas en donde me indicaron que no había cupo para la UCI neonatal, no habían incubadoras disponibles. En la Clínica Herrera Lynch, había disponibilidad, pero me exigían un monto de 30 mil bolívares fuertes para ingresar, como depósito por los cuidados del niño.
La batería de mi celular ya casi se descargaba. Mis familiares hacían llamadas desde casa para encontrar algún lugar con las condiciones requeridas para dar a luz a un bebé prematuro.
Con el informe entre manos, llamo a una compañera de trabajo del Ministerio donde laboré hasta hace 1 mes. Su esposo es Edecán, y muy cordialmente me remite al Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo, previa conversación con su Director el Coronel Earle Siso, quien igualmente dialogó conmigo vía telefónica y me indica que me dirija de inmediato al mencionado Hospital, donde tendría según sus palabras, todos los cuidados requeridos garantizados.
Se me practica una cesárea segmentaria y mi hijo nace a la 1:10 am del 28 de octubre del año 2009. No dormí esa noche esperando noticias.
Vale destacar, que antes de ingresar al quirófano, fui atropellada y maltratada verbalmente, cuando algunos médicos que se preparaban para entrar al mismo, comenzaron a articular frases burlonas e irónicas. Podría decirse que hubo segregación de tipo político, debido a la dependencia laboral de donde provenía.
Al día siguiente a las 09:00 am, me llevan a Marcel a la habitación y me informa el Dr. Félix Palacios (Pasante de Obstetricia) y la Dra. Tovar (Médico Obstetra), quienes me intervinieron quirúrgicamente; que Marcel está en perfectas condiciones, por lo tanto no necesitó de Cuidados Intensivos Neonatales.
Durante toda la mañana, mi hijo no succionó mi pecho y tenía un llanto débil. Se les manifestó en reiteradas ocasiones a las enfermeras de guardia, quienes mas bien me hicieron reclamos en tono altisonante, alegando que yo no sabía “ponérmelo”, que el niño era “un flojo”, y en una de esas, que si el bebé no se alimentaba le podía ocurrir una hipoglicemia. Esto último nos sumió en un estado de angustia, por lo que solicitamos un alimento (fórmula) para evitar lo advertido. Sin que ningún especialista evaluara al niño, sólo un entrar y salir de personal ordenando prescripciones contradictorias, aparece una enfermera del Retén con un tetero contentivo de fórmula láctea. Mi amiga y compañera de trabajo, esposa del Edecán, me visitaba esa mañana y de manera muy atenta y solidaria, le suministró la misma. A las 5:30 pm, Marcel dejó de respirar ya que hizo una bronco aspiración alimentaria. El aún no estaba preparado para procesar un alimento vía oral, era un niño prematuro, es decir NO MADURO, y debía estar en una incubadora que controlara su temperatura y donde pudiera madurar sus pulmones el tiempo que le faltaba dentro de mi vientre. Esta “presunta” negligencia médica fue denunciada en el Ministerio Público, asignada la Fiscal 109 Azucena Abreu, Auxiliar: Merly González, quienes abrieron el expediente Nº 01-F109-0589-09 y se abre otro en el CICPC Sub Delegación El Paraíso Nº I-370.293, además de 2 reuniones con el Director del Hospital Coronel Earle Siso y el Sub Director Médico Coronel Boggiano. Quienes se comprometieron a realizar una Comisión Técnico-Médica, para tratar el caso.
Hasta ahora no hemos tenido información precisa, no tenemos ningún nombre de pediatra o neonatólogo (a) de guardia esa noche, ninguna respuesta seria, elocuente, sólo el mecanismo generalmente utilizado de la postergación y la evasión, “hasta que la familia se canse y se olvide del asunto”. A esto respondo que NO voy a desistir porque la justicia debe imponerse en este país. El principal derecho de un niño, es el Derecho a la Vida y mis derechos en mi condición de madre y mujer también fueron brutalmente violentados. Prevaleció una vez más, la indolencia y la falta de humanidad en algunos “médicos” que aún permanecen enquistados en nuestros hospitales. ¿Hasta cuándo estaremos desamparados? Hasta cuándo la desidia ante la vida?
Fragmento de Oda a la vida, de Pablo Neruda:
Vida,
eres como una viña: atesoras la luz y la repartes transformada en
racimo.
El que de ti reniega que espere un minuto, una noche, un año corto
o largo, que salga de su soledad mentirosa, que indague y luche, junte
sus manos a otras manos, que no adopte ni halague a la desdicha, que
la rechace dándole forma de muro, como a la piedra los picapedreros,
que corte la desdicha y se haga con ella pantalones.