Respecto a la diatriba sobre la imagen del Libertador y otros sucesos que le concierne, comenzaré al tomar este espacio con lo siguiente:
"Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó donde se comía ni se dormía, sino cómo se iba a donde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo. El viajero hizo bien, porque todos los americanos deben querer a Bolívar como a un padre. A Bolívar, y a todos los que pelearon como él por que la América fuese del hombre americano. A todos: al héroe famoso, y al último soldado, que es un héroe desconocido. Hasta hermosos de cuerpo se vuelven los hombres que pelean por ver libre a su patria".
Este texto que acabo de citar pertenece a Tres héroes, escrito por el gran visionario cubano José Martí y publicado en "La edad de oro. Publicación mensual de recreo e instrucción dedicada a los niños de América", en 1889.
En la presentación de dicha publicación mensual Martí acota: "Para los niños es este periódico, y para las niñas, por supuesto. Sin las niñas no se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin luz (...) Todo lo que quieran saber les vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con láminas finas. Les vamos a decir cómo está hecho el mundo: les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora". Y eso es fundamental. Enseñar a las niñas y niños lo que ha hecho la humanidad, para que crezcan con capacidad reflexiva, lo que, sin duda, conlleva a la creación de personalidades dignas y fuertes. Constatar y analizar es imprescindible para formar, incluso una familia óptima con valores arraigados, lo cual se traducirá en la formación de una sociedad digna.
Cuando ese "viajero" que llegó cansado solo pensó en ir a visitar la estatua de Bolívar, no lo hacía por tocar el frío material de la obra de arte, poco le importaba, con toda seguridad, quién había sido el autor de tan magnífica pieza. Lo importante para él era el SÍMBOLO. Lo que esa obra quería decir, lo que REPRESENTABA. La estatua era también un lugar de memoria que le permitía recordar las hazañas del pasado histórico, pero también las vicisitudes por las que había tenido que pasar ese gran hombre que se convirtió en Libertador, que dedicó sus ideas y su vida misma a la causa independentista de la que, por cierto, no disfrutaría. Tampoco era preciso disfrutarla, pues lo importante para Simón Bolívar era dejar las tierras americanas libres del yugo español, lograr la emancipación, deslastrase de ese imperio que ya había carcomido mucha historia desde el genocidio invasor de aquellos navegantes y que estaba haciendo tambalear, cada vez con mayor fuerza, la identidad de las naciones. La estatua per se era poco trascendente, no obstante, representaba a un héroe, era un culto a su legado, una figura que se levantaba en ese lugar para servir de eternidad, para que la sociedad en pleno no olvidara tanto lo que él hizo en la construcción latinoamericana, como lo en lo que se habría podido convertir la patria si la hubiésemos perdido para siempre. La patria, por cierto, es algo más profundo que una extensión de tierra, es algo que se siente, que solo es posible desde el proceso de identidad de los pueblos, y eso no lo entiende todo el mundo.
Partiendo de ese texto de Martí, hoy me ubico, tantos años después, frente a la imagen de ese Libertador que parece estar sentenciado a ser vituperado por los insensibles apátridas. Otrora lo llevaron a la muerte en cuerpo. Hoy pretenden matarlo desde lo interno de la sensibilidad, desde lo que representa para la libertad de las naciones y la reconstitución de la patria. Poco importa, como aquella estatua del viajero, la imagen, el afiche roto, el cuadro per se, lanzado a la basura. Lo importante es lo que representa ese objeto memorial, que está hecho para recordarnos a cada rato quién somos y hacia dónde debemos dirigirnos para evitar caer en situaciones históricas ya superadas. Quienes masacran la imagen de Simón Bolívar, El Libertador, no están destruyendo un papel o un banner, están atentando contra la dignidad que su figura simboliza y, por ende, están deslegitimando la Historia nacional y de muchas otras de la América Medidional.
Cuando vivo estas cosas, con franca consciencia tomo de nuevo palabras de Martí, pues me doy cuenta cada día más de que, definitivamente, hay gente que vive contenta nadando en su propia ignorancia, dejando constantemente que otros manipulen hasta su propio proceso individual. "Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados". Y no son sagrados por una pintura o una foto, su sacralidad radica en la sabiduría que imprimieron para accionar desde las ideas, en pro de la estabilidad y libertad plena de la patria propia, y de la de aquellos otros que no cuentan con quien tenga el mismo aplomo y semejante disposición. Su sacralidad radica en la capacidad de asumir la responsabilidad de luchar contra adversarios internos y externos para salvaguardar, incluso con la integridad física o la vida, los intereses de la nación, pues en ellos está el pueblo que constituye la verdadera patria. Su sacralidad radica, como en Bolívar y Chávez, en haber sobrellevado con dignidad los oprobios y resurgido, como el ave fénix, para batallar hasta lograr la emancipación total del yugo imperial.
Ya acostumbrado estaba Bolívar que lo sacaran de la patria. ¡Desgraciados aquellos que no tuvieron la dignidad de agradecer su entrega! Como los traidores a su figura y legado de 1828, en 2002 los nuevos malinches pisotearon su figura y legado al borrar su nombre de la República que tanta sangre le costó para lograrla libertar. Los mismos apátridas que en 2013 pretendieron tomar su figura y nombre para acompañar sus pasos de corcel del rey de los hunos. Terriblemente, hoy en 2016 retoman sus garras fratricidas desde la cuota de poder que han alcanzado. Se han escudado en la apariencia de una figura física de un Bolívar que pretenden desconocer, cuando en realidad están conscientes que lo relegado por ellos es lo que simbolizan Bolívar y Chávez, lo que representan para los pueblos de la América toda. Han pretendido llenarlos de manchas, de errores, de equivocaciones, pero no han logrado entender, a pesar de tanto trasegar, que nunca ha sido suficiente derribar estatuas o quemar imágenes para lograr que los pueblos olviden su historia. Y mucho menos si esos pueblos han sido protagonistas y participantes de la misma. Como dice Martí: "El sol quema con la misma luz con que calienta. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz".