Un héroe revolucionario en lucha por la igualdad. Pedro Arévalo

Introducción

Pedro Arévalo debe ser inscrito en la lucha de un sector de pardos con cierta figuración social y económica que en la sociedad colonial veían restringidas sus posibilidades de ascenso por la exclusión racial y de casta en la que la clase dominante fundaba su hegemonía. La Independencia, desde sus pasos iniciales el 19 de abril de 1810, necesitó del apoyo de los pardos que constituían la mayoría de la población de la ciudad de Caracas y su provincia; para ganar y consolidar este apoyo la elite blanca criolla y mantuana se vio obligada a satisfacer en el nuevo esquema político las demandas que por igualdad solicitaban estos sectores pardos, que desde su preeminencia y redes entre el resto de su clase excluida lograban movilizar a los pardos de Caracas, sus valles, y los Valles de Aragua. Pedro Arévalo fue el líder fundamental en Caracas y en las poblaciones del Valle de Aragua para que esta alianza se diera.

Se debe reivindicar a Pedro Arévalo como un líder por la Igualdad y la Libertad, en su condición de pardo y militar. Debe ocupar un espacio preeminente en su papel como sostenedor de la Primera República gracias a su accionar militar y político como garantizador de las reformas que permitieran la realización de sus demandas de igualdad. Además, debe considerarse como un luchador por la unidad desde su lucha en la Nueva Granada buscando sostener el esfuerzo independentista. 
 

Un evento significativo

Era el 21 de abril de 1810. Pedro Arévalo Capitán de la Compañía de Granaderos del Batallón de Pardos de Aragua, hombre de tez más oscura que blanca, a veces más considerado moreno que pardo, delante de la tropa, furioso, reprendía al Teniente pardo José Miguel Barrios, subordinado a su mando, por fustigar a un soldado, también pardo, de la compañía, que según las palabras del increpado “túbo la avilantes de faltar al respeto á un cadete de Artilleria”. El Teniente y la tropa no podían más que sorprenderse al ver a su Capitán defender a un soldado y justificar el acto de insubordinación al orden colonial que consideraba a los blancos superiores a los hombres de tez oscura en sus diferentes variaciones. Pedro Arévalo le gritaba a su subordinado Teniente que debían haberlo “criado de sirviente de los señores pues estaba adulandolos y por ello havia castigado aquel soldado”. Lo que afirmaba con esto el Capitán era que los pardos, en contra de la premisa colonial, eran iguales a los blancos, por tanto no le debían por su condición ninguna deferencia o subordinación. Era un claro mensaje por la igualdad de un Capitán a su tropa de mulatos y negros, era un revolucionario que instruía a su gente para la construcción de un nuevo presente y porvenir. Hace solo dos días que se habían depuesto las autoridades del dominio de la Corona en Caracas y ya un nuevo sistema se anunciaba; la igualdad se aclaraba como objetivo de lucha de los sectores populares y se configuraba, más claramente, desde entonces, en motivación fundamental, hasta nuestros días, de las movilizaciones y revoluciones desde abajo. 

Recorrido de Pedro Arévalo antes de su compromiso revolucionario.

Pedro Arévalo tenía 44 años en 1810 y su carrera como militar había sido ardua; había nacido en 1766 en el pueblo de Turmero que junto con La Victoria servían de residencia alterna a los ricos de Caracas y de vivienda a la oficialidad miliciana de Aragua y Caracas. Pedro ocupó todos los grados militares hasta llegar al grado de Capitán. A los 16 años ingresó al servicio como soldado de la milicia de pardos de los Valles de Aragua, pronto ejercería mando de una escuadra como cabo. En 1788 fue ascendido a Sargento segundo, en el Batallón de Milicias Disciplinadas de Pardos de Aragua. En 1800, cuando ya había ascendido hasta Teniente del mismo Batallón en la Compañía de Granaderos, participa activamente en la defensa de Puerto Cabello en las playas de Barlovento y Sotavento, dos años después, sería ascendido a Capitán. Llevaba para entonces 20 años de servicio en la milicia; sus ascensos los ganó demostrando su valor y dedicación. No obstante, en la sociedad colonial, a los pardos y negros les estaba prohibido ascender más allá del grado de Capitán por su color de piel y origen racial, a pesar de los méritos. Desde 1643 la Corona española prohibió expresamente que los pardos y negros ascendieran más allá del grado de Capitán en sus Compañías y restringió su mando hasta Compañías, mas no sobre Batallones; sólo los blancos podían llegar a ser Coroneles y demás rangos superiores. A su vez, los blancos criollos o españoles no tenían que demostrar su dedicación y valor para ascender en las milicias; sus títulos nobiliarios o rango aristocrático como mantuanos, muchas veces les garantizaba ocupar un alto grado solo por ingresar a la milicia. Los pardos y negros libres, en cambio, debían ganarse su puesto al demostrar entrega y valor en el servicio en la milicia.  

        Pedro Arévalo, por su parte, ya tenía claros nexos que lo hacían particularmente sensible a la lucha por la igualdad más allá del marco militar. Su padre, también en vida Capitán de milicias de pardos, había colaborado activamente para que a la familia parda del médico Diego Mejia Bejarano Landaeta se le reconociera la dispensa de su condición para que sus hijos accedieran a la universidad y al sacerdocio; en la sociedad colonial ni a los pardos ni negros libres se les permitía educarse en instituciones como Colegios u Universidades, además, no podían recibir las ordenes del sacerdocio. Domingo Arévalo, primo de Pedro, en 1803, demandará ante el Rey la dispensa de su condición de pardo para acceder a los mismos derechos que los blancos –poder casarse con blancas e ingresar a la universidad era lo que este cirujano de profesión quería—, no obstante que el Rey accedió a su suplica, la elite blanca criolla y española de Caracas se opuso. Las ansias de igualdad embargaban a un hombre como Pedro Arévalo pues la injusticia había sido claramente experimentada por él mismo y a través de su familia. Había sido permisivo, en 1805, con el proyecto liderado por uno de sus familiares, Juan José Landaeta: pardo dedicado a la música, muy culto y con un excelente dominio del francés, y el Cirujano José María Gallegos para la creación de una escuela de primeras letras para los niños de los pardos y negros; la oposición de la oligarquía blanca echó al traste dicho proyecto. Al igual, que la mayoría de los pardos que aspiraban a mayores condiciones de ascenso social e igualación, veían a los blancos criollos y mantuanos como sus naturales enemigos. Al Rey y a la Corona, al ser una instancia lejana, representada en la Audiencia y Capitanía, los pardos como Pedro Arévalo, los percibían como un tercero al cual se podía recurrir ante las injusticias y limitaciones emanadas de los blancos criollos y mantuanos. Asimismo, disposiciones del Rey, como la extensión de las Gracias al Sacar a los pardos que les permitía, con el pago de cierta cantidad de pesos fuertes, adquirir la dispensa de su condición de pardo y con ello jurídicamente acceder a la educación, a cargos públicos, al sacerdocio o a cazarse con blancos, reafirmaban esta visión que los pardos tenían sobre la Corona española; mientras que los mantuanos y criollos seguían apareciendo como sus principales contradictores, cuando, a través del Cabildo en Caracas, se habían opuesto encarnizadamente a la extensión de las Gracias al Sacar otorgada a los pardos. 

        Desde 1808, Compañías de las milicias de Aragua y Valencia se encontraban acuarteladas en Caracas en defensa de la ciudad ante los últimos sucesos acaecidos en la península: la invasión de Francia a gran parte de España y la abdicación de su monarquía en la figura del Emperador Napoleón. Eran hechos que habían trastocado el orden imperante y mantenían en un estado de alerta a las autoridades y a las fuerzas militares y milicianas. Cuando en noviembre un grupo de mantuanos solicita la instalación de una Junta Suprema en Caracas a ejemplo de las de España, depositaria de la soberanía, a través de una comunicación firmada por cerca de 40 miembros de las familias caraqueñas más prestantes, la reacción del Capitán General Juan de Casas fue tratar de reprimir esta iniciativa que percibía como subeversiba al considerarla un intento de restarle poder. Muchos de los firmantes criollos y mantuanos eran integrantes de las milicias como oficiales o tenían familiares como activos oficiales milicianos; tal vez esto llevó a Casas, ante la urgencia que imponían las circunstancias, a recurrir a los Capitanes pardos Pedro Arévalo,  Pantaleón Colon y Carlos Sánchez, que comandaban las compañías de pardos de Aragua, Valencia y Caracas respectivamente, las dos primeras acuarteladas en la Casa de la Misericordia, para apresar a quienes aparecían adscritos a la solicitud de Junta. Se corrieron además rumores que explotaban miedos fundados en ciertas aspiraciones conocidas y sospechadas, que señalaban a los mantuanos como instigadores de una conspiración para matar a los españoles y esclavizar a los pardos. Pedro Arévalo salió en defensa de su clase movilizado por esos rumores que sonaban a ciertos ante la ya conocida evidencia de la actitud de los mantuanos contra los pardos y negros libres, y procedió a ejecutar los arrestos junto con las tropas a ordenes de los demás capitanes pardos. 

Etapa Revolucionaria

Estos eventos conocidos como la Conjura de los Mantuanos, sirvieron a los pardos para mostrar su fuerza; al ser mayoría en la milicia, constituían un elemento importante a ganar si se quería preservar o cambiar la estructura de poder en la Capitanía. Y así lo comprendieron jóvenes criollos, algunos hijos de mantuanos, como los Bolívar, Simón y Vicente, los Montilla, Mariano y Tomás, los Ribas, José Félix y Juan Nepomuceno, los Carabaño, Fernando, Francisco y Miguel, entre otros, quienes además de poseer mando sobre tropa y milicias, estaban influenciados por ideas republicanas de la ilustración que veían como horizonte la posibilidad de un sistema cuyos objetivos fueran la realización de la igualdad y la libertad en una comunidad de ciudadanos. Pedro Arévalo y Carlos Sánchez, fueron los pardos de la milicia a los que buscarían ganar para la causa de la Junta los jóvenes criollos. Mientras los sucesos que ocurrían en España anunciaban cada vez más el triunfo de los franceses y colocaban en una posición remotamente posible el regreso de Fernando VII a reinar, los afectos a la conformación de una Junta ganaban mayor cantidad de adeptos y radicalizaban su postura. En el segundo semestre de 1809, las reuniones ante la vigilancia de las autoridades audienciales y de la Capitanía se concentraron en la Casa de la Misericordia, donde se encontraban acuarteladas cuatro Compañías, dos de blancos y dos de pardos de Aragua y Valencia. El Marqués del Toro, Coronel Comandante de las milicias de Aragua, y su hermano el Inspector General de Milicias de la Provincia de Caracas Fernando Rodríguez del Toro, eran quienes dirigían la conspiración que para este momento estaba controlada por los militares. Pedro Arévalo como comandante de la tercera Compañía de las milicias de Pardos de Aragua era quien movilizaba a los milicianos pardos a favor del proyecto de Junta, y había ganado a la causa al Capitán Pantaleón Colón, comandante de la Compañía de Milicianos Pardos de Valencia concentrada en la Misericordia. Contaban con la mayoría de la tropa miliciana, y tenían el apoyo de los pardos. El 24 de diciembre estaba planificado dar el golpe e instaurar una Junta Suprema Gubernativa por encima de las autoridades coloniales, sin embargo, una delación frustró los planes. Lo cierto es que se había generado una alianza necesaria para conseguir este propósito; los pardos y criollos se unían para conformar una nueva estructura de gobierno donde cada uno de estos grupos buscaba una mayor figuración. Los pardos veían la oportunidad de ganar mayores espacios de igualación y reconocimiento. El Capitán Arévalo era quien representaba estos intereses y la bisagra entre los planes criollos y el apoyo de los pardos a la conformación de un nuevo gobierno. 

        En casa de Fernando Rodríguez del Toro junto con su hermano el Marqués y otros complotados militares y miembros del Cabildo, se planificó otra intentona para deponer a las autoridades coloniales comenzando por el Capitán General Vicente Emparan. Todo estaba planificado para del 1 al 2 de abril de 1810. Hasta altas horas de la noche Pedro Arévalo estuvo esperando en la pulpería frente a la Misericordia orientaciones para proceder a movilizar los milicianos bajo su mando. Era definitivo su compromiso revolucionario, para él y quienes lo acompañaban, la cuestión no solo era el establecimiento de una Junta, era inscribirse en un nuevo marco normativo e institucional que realizara las demandas de igualación que reivindicaban desde décadas atrás, y el discurso republicano con la igualdad de derechos posibilitaba que esto se llevara a la práctica ya no como una concesión sino como una conquista institucionalizada. Algunos oficiales blancos faltaron a su compromiso ese día y los planes se malograron. Sin embargo, la conspiración continuó y Pedro Arévalo afianzó su influencia para comprometer aún más a los oficiales pardos. 

        Pedro Arévalo fue el Capitán pardo clave para que los planes del 19 de abril de 1810 de establecimiento de una Junta de Gobierno en Caracas tuvieran éxito. Temprano, el 19 de abril de 1810, movilizó su compañía hacia la Plaza de la Catedral; fue el responsable de apresar a los oidores de la Audiencia que se resistían a la convocatoria a Junta del Cabildo, así como, junto con los Capitanes Carlos Sánchez y Pantaleón Colón, apresaría al Intendente y demás autoridades peninsulares, para conducirlos a la Junta y luego a la prisión y al exilio. Eran negros y pardos armados de bayoneta, fusil y sables que conducían a la fuerza a las mayores autoridades coloniales, blancas, entre la multitud conglomerada en la Plaza principal de la ciudad de Caracas. El orden de la segregación de los colores se había trastocado desde entonces. La participación de Pedro Arévalo en estos acontecimientos fue tan importante que un observador francés de los hechos afirmaba:

       

        Estando en sesión el cabildo, Emparan se asomó a una de las ventanas del salón, y tuvo la debilidad de preguntarle al pueblo si ellos deseaban que él continuara como gobernador. El pueblo, dirigido por un médico llamado Villareal y por un mulato de apellido Arévalo, respondió que no.  

        Asimismo, un Teniente pardo al ser interrogado años después por las autoridades realistas, afirmaba: “…es público en estas provincias que la Compañía de Granaderos del Batallón de Pardos de Aragua a cuyo frente se hallaba Pedro Arévalo fue la que más contribuyó a que se beneficiara la Revolución del 19 de abril de 1810.”. En la Plaza de la Catedral, Pedro Arévalo arengaba a las tropas mientras contagiaba a la multitud del fervor por la Junta.  

        La elite mantuana que llevó adelante este proyecto solo pudo ganarse la voluntad de un líder como Pedro Arévalo, facilitando mayores espacios de igualdad a los pardos, de esta manera, el nuevo gobierno incrementó el salario de los milicianos el mismo 19 de abril, un año después, igualó los ingresos entre la oficialidad parda, negra y blanca y acabó con las restricciones, por lo menos nominalmente, que contra los pardos y negros libres existían, entre otras disposiciones. Pedro Arévalo es ascendido primero a Comandante de Batallón, junto con Carlos Sánchez y Pantaleón Colón, además de recibir un reconocimiento público a su valor y entrega al nuevo gobierno, en decreto público del 27 de abril de 1810:  

      […] se han restituido las Comandancias de Pardos a los Oficiales naturales de estos Cuerpos nombrando para comandante del de Caracas a Don Carlos Sánchez; del de Aragua a Don Pedro Arévalo; y del de Valencia a Don Pantaleón Colón, todos con sueldo fixo de 60 pesos mensuales, el tratamiento anexo á este empleo; y el distintivo de medalla de oro costeada por la Real Hacienda en que esta á gravado el Busto de S. M. el Señor Don Fernando VII: y como insignia particular de su bizarro y entusiasmo patriótico se ha dado a Don Pedro Arévalo Comandante del Batallón de Aragua un escudo que llevará en la manga del brazo izquierdo con este mote— Virtud y patriotismo..  

        Además de recibir el título de comandantes de Batallón, cosa que con el régimen colonial estaba vedado para los pardos, se les asignaba el título de Don, también reservados a los blancos. Había claramente un mensaje que buscaba la simpatía y apoyo de los pardos, además de una ruptura con el orden estamental colonial. 

        En la  campaña que dirigió el Marqués del Toro contra Coro, provincia que se negaba a reconocer la Junta de Caracas y permanecía fiel a la Regencia, entre octubre y noviembre de 1810 participó Pedro Arévalo comandando su Batallón, su superior inmediato era el español patriota, militar de carrera, Luis Santinelli, Teniente Coronel a la fecha, segundo al mando después del Marqués. A pesar que los patriotas no consiguieron reducir a Coro y se vieron obligados a retirarse con el fracaso de la campaña, el papel jugado por Arévalo en las batallas de Aribache (15 de nov.), Coro (28 nov.) y Sabaneta (30 nov.), fue tan destacado que después de la campaña es ascendido al grado de Teniente Coronel. Se rompía, de esta manera, absolutamente con la restricción a los pardos y negros libres de las milicias ascender más allá del grado de Capitán. Era otro ejemplo que suministraba la Junta de Caracas de lo que estaba dispuesto a conceder por la lealtad de los pardos al gobierno. Pedro demostraba aún más su inquebrantable lealtad con la causa patriota que cada vez estaba más definida por la Independencia y la República al constituirse en el representante de los intereses de los pardos en la ciudad de Caracas y los Valles de Aragua. En marzo de 1811, días después de la instalación del Congreso General de las Provincias Unidas de Venezuela, encargado de suministrar nuevas leyes y el marco normativo del nuevo gobierno que se consolidaba, Pedro Arévalo asume la vocería de los pardos de la provincia ante el Congreso, “á nombre de todos los de mi clase y por virtud de la estimación y franqueza con que me hacen el honor de confiarme”, para ratificar la lealtad de los que representa ante las dudas que pudiese haber suscitado el intento conspirativo de algunos peninsulares y canarios que habían buscado apoyo en algunos pardos. Lo más importante, que Arévalo expresa en estas líneas es el acuerdo tácito, que ha imperado desde el 19 de abril, entre los pardos afectos al nuevo gobierno y quienes lo dirigen. Mientras los líderes pardos garantizan “la tranquilidad en los cuerpos é individuos de Pardos” para que en su “zelo y acendrado patriotismo puede descansar el Gobierno como en su más robusto apoyo”, esperan que “los Señores que han de formar la constitución de Venezuela” con sus “luces y beneficiencia” no haran “nada que pueda ser injurioso ó degradante” a lo que los pardos consideraban sus derechos. En síntesis, Arévalo expresaba que los pardos continuarían con su apoyo al sistema de la Junta y al Congreso, manteniendo una posición supeditada al liderazgo de la elite blanca criolla, en la medida que se le siguiera otorgando reconocimiento a sus demandas de ascenso e igualdad y no se les desconociera lo que consideraban sus derechos. Era una reivindicación clara del derecho de igualdad y el fin de la división colonial por origen y color de piel. 

        Después que el Congreso General de Venezuela declaró el 5 de julio de 1811 la Independencia, la ciudad de Valencia se levantó en contra el 11 de julio y se declaró en franca rebeldía al gobierno de Caracas. El Generalísimo Francisco de Miranda, dirigía el 22 de julio los ejércitos patriotas contra la ahora declarada realista Valencia. Entre el 23 y 24 de julio un Batallón comandado por el Teniente Coronel Pedro Arévalo se enfrentó en el sitio conocido como el Morro, desde donde se divisa la ciudad de Valencia, a una defendida posición realista con gran número de fuerza y con abundante fuego desde cuatro piezas de artillería. Al final después de horas, Arévalo, con gran intrepidez venció la posición realista y tomo el Morro de Valencia con lo que dejaba la ruta abierta a los patriotas para tomar la ciudad. Sin embargo, ya ingresados a la ciudad, los realistas valencianos atrincherados en los edificios expulsaron a los patriotas, extendiendo la resistencia hasta el 13 de agosto cuando Miranda logra la rendición de Valencia. Pedro Arévalo por su acción destacada en la Campaña contra Valencia fue ascendido al grado de Coronel; se resquebraja, al parecer, del todo la restricción en los ascensos militares para los pardos. Arévalo tenía ahora el mismo grado que su antiguo superior Santinelli, quien también fue ascendido a Coronel al mismo tiempo, y que el joven Simón Bolívar.  

        A finales de julio, en una discusión dada en el Congreso General, mientras en Valencia se llevaba la Campaña patriota para reducir la insurrección realista, Francisco Javier Yanes, diputado y miembro conspicuo de la Sociedad Patriótica, defendería la necesidad de declarar de manera explícita la igualdad de los pardos y de todos los habitantes libres de las provincias de Venezuela; esta es una parte de su discurso: 

    Los pardos están instruidos, conocen sus derechos, por la propiedad y por todas las demás razones, son hijos del país; que tienen una Patria a quien están obligados a defender, y de quien deben esperar el premio cuando sus obras lo merecieren. Alterar estos principios y negar a los pardos la igualdad de derechos es una injusticia manifiesta, una usurpación y una política insana que nos conducirá a nuestra ruina. Yo creo que la revolución y desgracias de Valencia no conocen otro origen que este, y me fundo en que he visto que Colón fue ganado por la comandancia, que los traidores le han dado, y nosotros mucho antes habíamos concedido de justicia a Sánchez y Arévalo. A caso por la liberalidad de Caracas no pudieron nuestros enemigos ganar un solo pardo […].  

        La Constitución de las Provincias Unidas de Venezuela del 21 de diciembre de 1811 rezaba en su artículo 231:  

    […] quedan revocadas y anuladas en todas sus partes, las leyes antiguas que imponían degradación civil a una parte de la población libre de Venezuela conocida hasta ahora baxo la denominación de pardos: estos quedan en posesión de su estimación natural y civil, y restituidos á los imprescriptibles derechos que les corresponden como á los demás ciudadanos.  

        No se quería dejar lugar a dudas sobre el reconocimiento de igualdad a los pardos y de la necesidad de su apoyo al nuevo orden republicano que se estaba fundando en Venezuela. 

Patria o muerte. Por la igualdad.

En 1812 Pedro Arévalo logra refugiarse en la Independiente y Revolucionaria República de Cartagena después de haber sido derrotada la Primera República en Venezuela. Lucha como un internacionalista revolucionario por la causa de la Independencia Americana en la Nueva Granada. Mientras reorganizaba la resistencia en contra de la invasión realista, a órdenes del presidente de Cundinamarca General Custodio García Rovira, Comandante del Ejército del Norte, y del Sargento Mayor Francisco de Paula Santander, Comandante de el Ejército de la Frontera, Pedro Arévalo participó al mando de tropa como Coronel en la batalla en el Páramo de Cáchirí, el 22 de febrero de 1816. En dicha batalla los patriotas buscaban contener y derrotar el avance de una división realista al mando del General Sebastián Calzada, que coordinada con la estrategia dirigida por el Brigadier Pablo Morillo se dirigía a la reconquista española de la Nueva Granada. La derrota de los patriotas fue contundente, Pedro Arévalo tomado preso. El acceso a Bogotá por las tropas realistas estaba garantizado con este desenlace. El historial del Coronel Arévalo, como insurgente revolucionario, conocido Republicano y luchador por la Independencia, rememorado con odio en una estrofa de una canción realista: “Miranda debe morir,/ Roscio ser decapitado./ Arévalo consumido/ Espejo descuartizado.”, le garantizaba ante los realistas la máxima pena. El 18 de marzo en el cadalso que Pablo Morillo había hecho levantar en la población de Girón, cerca de Bucaramanga, fue ejecutado Pedro Arévalo. Se le debe recordar como uno de los principales héroes en la lucha de nuestros pueblos por la Independencia e Igualdad que aún hoy continúa.  

        La Independencia abrió con mayor claridad el sendero de la lucha de los sectores populares por la igualdad en toda América. Negros libres, esclavizados, pardos, indígenas, blancos pobres desde entonces comenzaron a cuestionar con mayores argumentos y contundencia las jerarquías sociales impuestas desde arriba para justificar la dominación y los privilegios de unos cuantos. La lucha por la igualdad continúa. Los sectores populares han ganado espacios en el camino hacia la igualdad. Ya no se vive en una sociedad de castas que funda primordialmente la exclusión y dominación en la división según el origen y color de piel y en derechos y privilegios diferenciados según la cercanía o lejanía al fenotipo blanco; la igualdad de derechos, por lo menos de manera nominal, existe. La tarea, profundizar la igualdad social y de oportunidades, base cierta de la Libertad.


boricaba@gmail.com



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