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¿Negrito, marrón o con mala leche?

“Quien no tiene conciencia clara de sus propósitos, NO puede vencer al enemigo”

 

                                                             Sun Tzu

El café ocupa el segundo lugar entre los commodities (bienes básicos de intercambio) del Mundo, después del petróleo; siendo también el puntal de numerosas economías nacionales. En Venezuela lo fue, durante todo el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX.

Quizás Venezuela es el único país del Orbe, donde un negrito claro se llama guayoyo y un café con poca leche, se llama marroncito. Sin embargo, llámese como se llame; el café es una de las infusiones más conocidas de planeta y la más consumida, tanto en América como en Europa, sin que la RBV sea la excepción.

Además de su popularidad, el café es para Venezuela un rubro estratégico (como lo expusimos en nuestro Artículo “Guarimba Cafetalera”/ APORREA, etc.). Y no solo por el valor económico de sus granos, sino porque garantiza el agua potable y de riego en todas las serranías al norte del Eje Orinoco-Apure (Ver “Vivir sin Agua”/ APORREA, etc.); amén de ser la principal fuente de ingresos en 70 municipios del país, donde en algunos casos es monocultivo.

Sin embargo y con todo ese curriculum, el aromático fruto de esta planta rubiácea; a pesar de haber sido bendecido con la voluntad política de establecer el Plan Café (modificado por iniciativa de los productores, mediante una Propuesta Socialista de Desarrollo Endógeno Cafetalero, que luego se plagió como “Plan Especial Vuelvan Caras Café N° 1”)… NO HA PODIDO VOLVER A LEVANTAR CABEZA.

Y si no se hace una revisión y rectificación estructural del Plan, para corregir sus graves y numerosas fallas (recordemos y apliquemos las famosas 3 RRR de nuestro máximo líder); si no se definen, repito, los verdaderos objetivos –con el necesario concurso de los productores primarios, como lo ordena la CRBV y lo ratifica la LOSSA-; para tomar rápida y eficientemente las decisiones adecuadas… VEREMOS DESAPARECER LA CAFICULTURA EN VENEZUELA.

Así de simple, y tan feo como suena... No basta con decretar la resurrección de la caficultura venezolana, porque de ilusiones no se vive: el Plan Café fracasó. Y la prueba más palpable de su pésima implementación, será el balance arrojado al final de la cosecha 2008-2009. A apenas cuatro años de su promulgación (Aló Presidente N° 206 en Bramón, Táchira. A las 11 a.m. del domingo 03-oct-2004), el único gen maldito que los venezolanos llevamos dentro; con su elevada carga de bellaquería y sinverguenzura, habrá dado al traste con un noble propósito de nuestro Comandante Presidente, quien quiso salvar la caficultura nacional y lograr que los caficultores dejemos de ser parias en nuestro propio país.

Unos 10 mil empleados públicos, han ayudado a malgastar mil millones de dólares durante cuatro años, sin lograr gran cosa: Las vías de penetración deberían estar más transitables; así como habitables dignamente, los ranchos cafetaleros y 200 mil hectáreas de cafetales renovados, debían apuntar hacia una producción de 3.5 millones de quintales por cosecha… ¡Pero NO!... ¡Desgraciadamente NO!

Hay verdades amargas dice el poema y esta denuncia es una de ellas: Muchas presuntas fincas cafetaleras, habrán visto a sus dueños despilfarrar los créditos; miles de toneladas de potes y sacos de agro-químicos (comprados con dinero oficial), habrán contaminado suelos y aguas en el bosque nublado; las semillas certificadas brillan por su ausencia, al igual que los catadores de café; las iniciativas de torrefacción en el marco de la Economía Social, han sido torpedeadas por quienes debían darnos apoyo y finalmente, la cosecha de este año será menor (a lo sumo, igual) que al comenzar el “Plan” a finales de 2004.

Con mucha suerte, seguiremos tomando café venezolano por algunos años más. Lo que no sabemos, es si lo tomaremos NÉGRITO, MARRON O CON MALA LECHE.

*Caficultor Bolivariano 


 aprocarga2001@yahoo.es


 


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