Historietas y tiras cómicas en la ética periodista

Lo que va del siglo XXI es prodigio en expresiones del periodismo satírico. Las controversias políticas con los gobiernos revolucionarios, los enfrentamientos con la Iglesia Católica, las oligarquías y los medios de comunicación, proporcionan abundante material para la información, cuya expresión facial y corporal de los periodistas de la oposición está constituida por la caricatura.

El éxito de las expresiones fuera del maquillaje no corrige el servilismo, la mentira, por tanto la falta de ética, esta impacta por la comicidad con la que se presentan los periodistas, parecen dibujo de primer grado sentados frente a las pantallas, maniquíes ridículos en la génesis de la tira cómica fuertemente convencidos que son populares, complejo que alcanzo tal magnitud que, a pesar de los años a cuestas no quieren dejar la pantalla de Ecuavisa, Teleamazonas, Globovisión, RCN, Caracol, interminables horas de escasa ética y abundante maquillaje para los pueblos.

Horas pico de tiras cómicas hacen reír a niños y adultos, enseguida de ellas las historietas, surgen con la finalidad de confundir a todos, los niños son los más sorprendidos porque suponen que las tiras cómicas están en el horario de la tarde, de todas maneras distraen a los públicos: A, B, C, R, protagonistas de lo que en la vida realizan con parsimonia y realidad corrompida.

Con el tiempo desempeñaron otros aquel papel, sin perder su condición de comicidad a rabiar. Las historietas y las comiquitas son los vehículos de esos medios para todo público, en ellas se ensalzan el valor de los golpes como el de Honduras, el alquiler de la patria a los ejércitos norteamericanos, el nacionalismo del status quo, la continuidad de la matanza en Afganistán, la continuidad de la desigualdad social con el nuevo capitalismo, el bloqueo a Cuba, esos temas son la invencibilidad de esos medios.

A propósito, esos cómicos periodistas son los héroes populares del hazme reír, y ese propósito se sostiene con los años por los elogios y exaltaciones recibidas por su clase. Una buena porción de mito y también una pizca de verdad al personaje por el creado, en todo caso, difiere en mucho del periodista romántico y aguerrido de los primeros tiempos, hoy sabemos que hay gente que nace para hacer reír por lo ridículo de su personaje natural.

El titulo y carnet profesional, la matricula del registro oficial, no hacen al periodista, el periodista de esos medios como El Tiempo, El País, El Universal, El Nacional, El Comercio, Nacional, Ultimas Noticias, Washington Post, New York Times, aman la desestabilización y la mentira, porque reúnen en su personalidad algunas condiciones especiales que sirven para el alquiler de su ética: Traidor, vende patria, manipulador, inmoral, compra y vende para poder calibrar los hechos, sin intuición, solo es mensajero de sus dueños, “diga esto escriba aquello”. Esclavos mentales al servicio del alquiler.

Extrañara que no haya hablado de talento ni de condiciones consustanciales al periodismo, pero sucede que para el medio en el que trabaja es un excelente periodista, igual para ese segmento selectivo al que pertenece, su estupidez, lo convierte en enemigo del pueblo, para la mayoría carece de talento periodístico por ser un alquilado mental, no piensa no razona, sin dignidad, ni neutralidad ni objetividad, solo vota veneno cada vez que habla o escribe, sin importarle que todo el público lo vea, lo lea o lo escuche.

Sin duda las universidades ya no son del todo útiles en la formación periodística, si proporcionan ciertos conocimientos que facilitan el desenvolvimiento ulterior, pero, la formación integral del periodista se hace a través del ejercicio profesional en la calle por la crónica recogida y las fuentes mismas de la noticia es lo que forma al periodista. Porque el periodismo es fundamentalmente la síntesis de un contacto estrecho con la gente y con la realidad concreta de la vida, los conocimientos que da la escuela es solo un medio no un fin.

Por eso, cuando los periodistas entran al campo de la ética, este es un grave problema, todos sabemos que el ejercicio periodístico no es un sacerdocio, pero sí, que solo a él y no solo a él, le corresponde honrar la ética de su profesión, esa confusión sostenida a propósito lo hace parecer una comiquita contando historietas.

rcpuma061@yahoo.com



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Raúl Crespo (*)


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