Cuando Alejandro Juárez regresó a su país, los agentes federales le dijeron que solo seguían órdenes. Esas órdenes eran erróneas.
30 de octubre de 2025.-Alejandro Juárez bajó de un avión en Texas y se paró en un puente sobre el Río Bravo, mirando la misma frontera que había cruzado ilegalmente desde México 22 años antes, informaron Luis Ferré-Sadurní y Hamed Aleaziz para Los TIempos de Nueva York.
Mientras los agentes de inmigración estadounidenses le quitaban las esposas de brazos y piernas, el Sr. Juárez, de 39 años, les suplicó. Les contó que nunca le habían dado la oportunidad de impugnar su deportación ante un juez de inmigración después de haber sido detenido en la ciudad de Nueva York cinco días antes.
Los agentes federales le dijeron que solo seguían órdenes. Le entregaron una pequeña bolsa con su teléfono, cinturón y documentos, y lo obligaron a cruzar el puente. Pensó en su esposa y sus cuatro hijos, a quienes dejaba atrás. Tras una caminata de cinco minutos de regreso a su tierra natal, un letrero en la carretera lo recibió: «Bienvenidos».
«Y así terminó mi viaje en Estados Unidos», dijo entre lágrimas el Sr. Juárez, quien había trabajado durante más de una década en un club de golf de la Organización Trump en Nueva York, durante una entrevista telefónica desde México.