Me apodan Juanito Alimaña, por aquello “que con mucha maña entro al mostrador”. Tal como lo expresa el cantante populachero Héctor Lavoe. Pero a la manera de Plutarco acepto que existe una vida paralela entre el mentado Alimaña y John Fernández, mi personalidad secreta.
Por mi ascendencia hispánica me avecindé en Venezuela, vivo en la urbanización “Las Palmas” a pocas cuadras de PDVSA, por recomendaciones de mis padres en Venezuela estoy en búsqueda de “El nuevo Dorado”, el cual a decir de mis ascendentes era “El Chapapote”, manera decente de llamar en Galicia al Oro Negro.
Desde chico mi padre, quien emigró a Venezuela, me contaba las grandes hazañas de “El Caudillo”, por la gracia de Dios, es decir, el Generalísimo Francisco Franco Vaamonde, y era frecuente cantar el himno falangista, que en sus primeros versos decía: “Cara al sol, con la camisa nueva”.
Al igual que mi tocayo, el baturro Carlos Fernández, tenemos el liderazgo en esta confrontación, pero mi lenguaje marca la diferencia, pues atropella la lengua de la Península, solo me aventaja con su nombre de Carlos, que lo relaciona directamente con el ex-presidente de la República y el de Fedecámaras.
Como producto de mi enseñanza fascista y falangista, impartida en el hogar y en colegios católicos, he seguido el concepto de Goebels, que reza “calumnia que algo queda”. A veces, el subconsciente me traciona y desde la caja negra de mi conciencia, me afloran las mentiras, pero las digo con una cara de inocencia frente a las cámaras televisivas porque el grupo de robots que controlo no disciernen entre el bien y el mal. Por todo esto acepto, que soy Juanito Alimaña.
Como es humano errar y de robar de adecos y copeyanos, hoy en esta vespertina rueda de prensa, presento ante las cámaras el mea culpa, porque es cierto aceptar que el trabajador petrolero, el tal Carrasco que maté, goza de buena salud. Por que cierto es, que Chávez nos tiene locos... He dicho.
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