Silencio cómplice

La dirigencia opositora no aprende, en lugar de desmarcarse enérgica y rápidamente de la más reciente conspiración planificada y financiada por sus facciones más radicales, de nuevo guarda un sospechoso silencio.

Con ello han ratificado una vez más que, si bien existen grupos que no planifican directamente estas macabras aventuras, en su fuero interno ven con sádica simpatía cualquier plan descabellado que implique, además del magnicidio del presidente Hugo Chávez, la masacre de cientos de miles de compatriotas.

En cualquier democracia con una oposición seria, los primeros en condenar de forma contundente y categórica estas agendas inconfesables serían precisamente los principales voceros del liderazgo opositor. Sin embargo, en Venezuela los dirigentes de AD, COPEI, Primero Justicia, Podemos, Un Nuevo Tiempo y Alianza Bravo Pueblo callan inexplicablemente.

Los pocos que han hablado lo han hecho con total irresponsabilidad, para ridiculizar y restar importancia a las denuncias. No terminan de entender que ha sido precisamente ésa ambigüedad la que les ha pasado peores facturas a la hora de ir a elecciones.

A pesar del veneno y las enormes dosis de odio que se han inyectado sistemáticamente a través de la mayoría de los medios de comunicación privados, este pueblo rechaza de plano la violencia, incluso la gente que no acompaña a la revolución del Comandante Chávez.

En realidad, la idea de un magnicidio y una guerra fratricida no cala, porque la mayoría de nuestro pueblo asume como un salto al vacío, de consecuencias muy dolorosas y totalmente impredecibles, la locura de cualquier atajo o aventura golpista.

La sórdida experiencia del 11 de abril de 2002, cuando la feroz tiranía de Carmona Estanga abolió de un plumazo los poderes constitucionales y desató una ola de brutal represión contra la dirigencia y militancia chavista; amen de la locura del paro-sabotaje petrolero, la guarimba y el fascismo desbordado, infligieron dolorosas heridas tanto a chavistas como no chavistas, que han servido para comprender en carne viva que la violencia irracional no conduce a ninguna parte.

No obstante, a los jefes opositores las encuestas no les sonríen y el triunfalismo de hace meses ha dado paso a un nerviosismo colectivo. Si en verdad tuvieran la gente y la capacidad de movilización para arrasar en las regionales de noviembre ¿porqué han incurrido en este silencio cómplice?

De seguro siguen soñando con un 11 de abril, lo que ellos no saben o prefieren no admitir es que las condiciones para que pueda darse una locura como la de 2002 son totalmente distintas. Ahora, el pueblo chavista esta alerta y movilizado y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana esta más cohesionada que nunca y bien consciente de la tremenda responsabilidad asignada. Esperemos que saquen mejor sus cuentas, no sea que les salga a bolívar el cuartillo, una vez más.


dcordovaster@gmail.com


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Daniel Córdova Z.


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