El Caribe, una vez sinónimo de aguas tranquilas y rutas comerciales abiertas, ha sido escenario de un acto que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no ha dudado en calificar como una etapa que parecía ya olvidada hace siglos en la región.
"Se les cayó la máscara (...) [EEUU] hizo un acto absolutamente criminal e ilegal cuando procedieron a un asalto militar, secuestro y robo como piratas del Caribe a una nave mercantil, comercial, civil, privada, una nave de paz (...) Han inaugurado una nueva era: la de la piratería naval criminal en el Caribe", aseguró.
Mientras tanto, la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, elevaba una denuncia formal ante la Organización Marítima Internacional (OMI), calificando el hecho de "vulgar robo" y señalando que "la verdad verdadera es que quieren nuestro petróleo y lo quieren sin pagar".
Frente a ello, el investigador venezolano Víctor Hugo Majano desentraña para Sputnik los hilos de esta compleja trama de agresión económica.
Su diagnóstico es preciso: lo que se vive en Caracas es la transición de un bloqueo financiero a un bloqueo naval de facto, cuyo objetivo último es imposibilitar físicamente que Venezuela comercialice su principal recurso, estrangulando así cualquier posibilidad de resiliencia económica.
La evolución de las sanciones
Para Majano, comprender la incautación del buque petrolero por parte de Washington exige una mirada histórica. "Da la impresión de que fuera algo absolutamente inesperado y novedoso, pero no lo es", aclara.
El investigador sitúa el origen en 2018, con la orden ejecutiva del entonces presidente Donald Trump, que apuntó al corazón del sector petrolero. La herramienta inicial fue la designación de activos por parte de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro.
"Se orientó fundamentalmente al tema petrolero y, de alguna manera, se dieron avances en ese sentido, pero creo que una de las cosas más importantes que se genera en ese momento fue la identificación de naves, de tanqueros concretamente, de empresas y de [navíos], con el fin de que fueran designados, es decir, sujetos de sanción", explica Majano.
Este proceso se intensificó en 2019, extendiéndose no solo a la flota propia de PDVSA –construida durante el gobierno de Hugo Chávez con embarcaciones de Rusia, China y España–, sino a cualquier activo que pudiera transportar crudo venezolano.
Sin embargo, el experto observa una suerte de "dispersión" en la aplicación de estas sanciones durante un tiempo.
"En medio de toda esa estructura burocratizada que pretende darle cierta legalidad al asunto, la misma Administración estadounidense pierde el sentido", pondera.
Según su análisis, los eventos de los últimos días marcan un peligroso reenfoque. "Lo que han hecho en estos últimos días es volver a centrarse en el mecanismo más lesivo de la guerra híbrida, que es justamente impedir que nuestro principal recurso se comercialice".
La materialización de la amenaza
¿Estamos ya frente a un bloqueo naval? Majano no duda en afirmar que la lógica conduce directamente a ello.
"Al identificar esas embarcaciones, y expresamente indicar que no podías utilizarlas para transporte de crudo venezolano (...) truncabas el elemento fundamental de un proceso productivo que es la comercialización", declara.
La acción contra el buque petrolero y la posterior sanción de seis navíos de este tipo –"no cualquier tanquero, fueron justamente los del tamaño más grande", destaca Majano– revela la táctica. Se trata de atacar los eslabones logísticos críticos para "hacer un daño muy grande", reflexiona.
Pero la estrategia de asedio no se limita al crudo exportable. Majano recuerda un episodio previo, menos publicitado, pero igualmente vital: la intercepción de un buque que transportaba diluyentes para PDVSA.
Estos químicos son indispensables para poder mover el petróleo pesado de la Faja del Orinoco, desde los campos de producción hasta los puertos de embarque.
"Sin los diluyentes, el petróleo pesado nuestro, no puede ni siquiera ser movilizado internamente, ni siquiera salir del campo de producción", rescata el especialista. Este hecho demuestra, a su juicio, que el objetivo es sabotear integralmente la cadena productiva, cerrando cualquier válvula de escape que permita a Venezuela sortear las sanciones financieras. Es un intento por sellar herméticamente el cerco.
¿Hay un límite para EEUU?
Una de las incógnitas es hasta dónde está dispuesto a llegar el Gobierno de Estados Unidos con sus acciones en el Caribe. Venezuela mantiene alianzas estratégicas y acuerdos petroleros con potencias como Rusia, China, Irán y la India. ¿Se arriesgaría Washington a incautar un cargamento destinado a uno de estos países?
"Sí deberíamos pensar en esa posibilidad de la disposición de parte del poder hegemónico imperial de actuar de esa forma", añade Majano.
Su razonamiento va más allá del acto en sí: el efecto disuasorio sobre terceros es parte del cálculo. "El tema es quién va a ofrecer servicios de ese tipo. Desean romper la voluntad del comerciante. Del proveedor de servicios, de los accionistas de una compañía que pierden un tanquero, que pierden un activo tan importante. Es lo que Washington está apostando", destaca el experto.
No obstante, el analista introduce una variable crucial: la escalada militar. "Tenemos los convenios (...) que funcionarían, por supuesto, en un escenario de no confrontación física. Pero, en este caso, estamos hablando de un despliegue con los equipos y navíos militares más poderosos del mundo, que están dispuestos a hacer lo que sea".
Este escenario, advierte, coloca a las grandes potencias aliadas frente a un dilema de alta tensión, donde tendrían que actuar en defensa de sus propios intereses de seguridad energética.
"Ya no es solamente un 'me quitas los productos que se hacen en tu país' (...) En este caso, te están prohibiendo inclusive que tú puedas comerciar tu petróleo, tu producción. Es una cosa extrema", afirma Majano. Esta prohibición del comercio, sostiene, es un ataque a un derecho fundamental de cualquier nación soberana.
Encrucijada para América Latina y el orden mundial
La incautación del buque petrolero no es un incidente aislado en el Caribe. Majano lo enmarca dentro de una estrategia global de contención, donde el congelamiento indefinido de los activos del Banco Central de Rusia por parte de la Unión Europea es visto como parte de un mismo patrón.
"¿Cuál es la amenaza real que están enfrentando estos poderes hegemónicos? Justamente la creación de una alternativa de mercado y financiera", argumenta.
El verdadero peligro para el poder establecido, según su análisis, es la pérdida del monopolio del dólar como instrumento de comercio y coerción. Las agresiones contra Venezuela y las sanciones a Rusia responden, en última instancia, a este objetivo común: sofocar cualquier alternativa al sistema financiero unipolar.
La advertencia de Majano es un llamado a la lucidez y a la unidad. La "era de la piratería naval criminal en el Caribe", denunciada por Maduro, es la manifestación violenta de una lucha por la soberanía económica y la multipolaridad.
Superarla, concluye el investigador, dependerá de "la unidad del pueblo y de su Gobierno en defensa de sus intereses y del legítimo derecho de producir y de comerciar su producción".