El robo del buque petrolero y la fuga de MCM

La historia contemporánea de Venezuela está marcada por episodios que revelan, con crudeza, la persistencia de las viejas lógicas coloniales y la voracidad imperialista que se disfraza de legalidad internacional. El reciente robo de un buque petrolero venezolano y la simultánea fuga de María Corina Machado (MCM) constituyen dos hechos que, aunque distintos en su naturaleza, se entrelazan en un mismo guion: el de la celebración obscena de la ultraderecha nacional e internacional frente a la humillación de la soberanía venezolana.

El buque como botín imperial

El petróleo venezolano ha sido, desde hace más de un siglo, el objeto de deseo de las potencias extranjeras. El secuestro de un buque cargado de crudo no es un hecho aislado ni accidental: es la expresión de una política sistemática de despojo, ejecutada bajo el ropaje de sanciones, bloqueos y medidas coercitivas unilaterales. El derecho internacional público, en su letra y espíritu, condena estas prácticas.

La Carta de las Naciones Unidas establece con claridad la prohibición del uso de la fuerza y la obligación de respetar la soberanía de los Estados. Sin embargo, el imperialismo estadounidense y sus aliados han convertido la norma en excepción, y la excepción en regla.

El robo del buque petrolero no solo representa una pérdida material para la nación, sino un acto simbólico de dominación. Es el recordatorio de que, para los centros de poder, Venezuela sigue siendo una cantera de recursos a disposición de sus intereses. La ultraderecha nacional, en lugar de denunciar este atropello, lo celebra como si se tratara de una victoria política.

Esa actitud revela su verdadera naturaleza: no son defensores de la democracia ni de la libertad, sino agentes complacientes de un orden internacional que perpetúa la desigualdad y la dependencia.

La fuga de MCM: la política como espectáculo

La salida de María Corina Machado del país, en medio de un contexto de tensiones internas y presiones externas, ha sido presentada por la ultraderecha como un triunfo. Se festeja su fuga como si se tratara de un acto heroico, cuando en realidad constituye una evasión de responsabilidades políticas y legales. La narrativa construida por sus seguidores y por los medios internacionales afines busca victimizarla, transformándola en símbolo de resistencia frente a un supuesto "régimen opresor".

Sin embargo, desde la perspectiva del derecho internacional y de la soberanía nacional, lo que se observa es otra cosa: la instrumentalización de figuras políticas para legitimar la injerencia extranjera. La fuga de MCM se convierte en un espectáculo mediático que alimenta la agenda de quienes desean ver a Venezuela sometida, debilitada y fragmentada. La ultraderecha celebra porque entiende que cada gesto de desestabilización interna es una oportunidad para justificar la intervención externa.

La felicidad derechista como tragedia nacional

La coincidencia de ambos hechos (el robo del buque y la fuga de MCM) ha generado una especie de "máxima felicidad" en los sectores de la derecha. Se regocijan en la derrota simbólica de la soberanía venezolana, sin reparar en que lo que celebran es, en realidad, la tragedia de su propio pueblo.

La felicidad derechista es la tristeza nacional: mientras ellos aplauden el despojo, la mayoría de los venezolanos sufre las consecuencias del bloqueo, la inflación y la precarización de la vida cotidiana.

La ultraderecha internacional, por su parte, utiliza estos episodios como munición propagandística. Los presenta como pruebas de la "debilidad" del Estado venezolano, reforzando la narrativa de que el país necesita ser tutelado, intervenido o "rescatado". Es la misma lógica colonial que, desde hace siglos, ha justificado invasiones, saqueos y ocupaciones.

Reflexión final: soberanía como resistencia

El derecho internacional público, aunque constantemente vulnerado por las potencias, sigue siendo un campo de batalla simbólico y jurídico en el que Venezuela debe insistir. La denuncia del robo del buque petrolero y la exposición de la fuga de MCM como parte de una estrategia de desestabilización son tareas fundamentales para quienes defienden la soberanía nacional.

La máxima felicidad derechista no es más que la máxima tristeza de los pueblos que luchan por su autodeterminación. Frente a la celebración del saqueo y la fuga, corresponde reafirmar la dignidad nacional, denunciar la complicidad de las élites locales y recordar que la soberanía no se mendiga ni se negocia: se ejerce y se defiende.


 



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Oscar Bravo

Un venezolano antiimperialista. Politólogo.

 bravisimo929@gmail.com      @bravisimo929

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