Teoría Rentística de la Inversión Extranjera No Petrolera en Venezuela y sus implicaciones para el Desarrollo Productivo del país

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

FUNDACIÓN CELARG

 

SEMINARIO: LOS LÍMITES DEL CAPITALISMO RENTÍSTICO

Y EL PARADIGMA DEL DESARROLLO

FACILITADOR: EMILIANO TERÁN MANTOVANI

 

TEORÍA RENTÍSTICA DE LA INVERSIÓN EXTRANJERA

NO PETROLERA EN VENEZUELA Y SUS IMPLICACIONES PARA EL

DESARROLLO PRODUCTIVO DEL PAÍS

 

Elaborado por:

LUIS ENRIQUE GAVAZUT

Guatire, 5 de febrero de 2015

CONTENIDO

  • SOBRE LA INVERSIÓN EXTRANJERA NO PETROLERA
  • SOBRE LAS MEDIDAS DE ELEMENTAL INTERÉS PATRIO
  • SOBRE LA LÍNEA DE INVESTIGACIÓN
  • REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Y DOCUMENTALES
  • ANEXOS

SOBRE LA INVERSIÓN EXTRANJERA NO PETROLERA

De acuerdo con la literatura común sobre el tema de la Inversión Extranjera, los principales argumentos a favor de la misma son los siguientes:

  • Atracción de capital (divisas) para la inversión productiva y el desarrollo
  • (Formación Bruta de Capital Fijo).
  • Crecimiento de la economía (Producto Interno Bruto).
  • Crecimiento y diversificación de las exportaciones.
  • Aumento de la productividad de los factores de producción.
  • Transferencia tecnológica, modernización tecnológica del aparato productivo; transferencia de mejores prácticas productivas.
  • Desarrollo de capital humano (asesoría técnica, adiestramiento, formación).
  • Generación de nuevos empleos duraderos, de calidad y mejor remunerados; disminución del desempleo.
  • Desarrollo de las capacidades de Investigación, Desarrollo e Innovación.
  • Diversificación de la actividad económica, desarrollo de los sectores de actividad económica receptores de la inversión.
  • Desarrollo de los encadenamientos productivos positivos.
  • Desarrollo de capacidades de internacionalización de las empresas nacionales.
  • Mejora de la calidad de vida.

A pesar de lo mucho que se publicitan esas presuntas ventajas de la Inversión Extranjera, la evidencia científica recabada en múltiples países y circunstancias no es concluyente al respecto. Al parecer, las "bondades" que gozan de una mayor sustentación en los hechos estriban en su contribución para la atracción de capital, la formación bruta de capital fijo y el crecimiento de la economía; sin embargo, el resto no cuentan con evidencia clara que las sustente y, más bien al contrario, hay cada vez mayor evidencia del impacto negativo que tiene la Inversión Extranjera, particularmente en el caso de países en vías de desarrollo, es decir, cuya economía no cuenta con las capacidades suficientes para asimilar y sacar provecho de las pretendidas ventajas que la teoría le atribuye a la Inversión Extranjera.

En el caso específico de la economía no petrolera de Venezuela, las Empresas Transnacionales se limitan por lo general a ensamblar o envasar en el país, sin transferencia efectiva de tecnología ni de conocimientos relativos a las capacidades de innovación, y no se orientan hacia las exportaciones, sino únicamente hacia la mayor captación posible de la demanda interna de bienes y servicios.

En el Cuadro 1 se presenta a continuación la clasificación por sectores de actividad económica de las principales Empresas Transnacionales no petroleras en Venezuela, tomadas del listado elaborado por Gavazut (2014) según la cantidad de divisas preferenciales adjudicadas por la extinta Comisión de Administración de Divisas (CADIVI) en el período 2004-2012.

Ahora bien, concatenando el cuadro anterior con el Cuadro 2 -y con mucho mayor detalle con el Anexo A para el período 2007/2012- se puede constatar que los sectores en donde se ubican las mayores Empresas Transnacionales dentro de la economía no petrolera venezolana, no figuran o figuran muy poco en las exportaciones del país, lo cual demuestra su nítida orientación hacia el mercado interno y la captación de las divisas petroleras de la nación a efectos de repatriación de capitales.

Nótese que en el Cuadro 2 –ni tampoco en el cuadro de mayor detalle del Anexo A para el período 2007/2012- no figuran o figuran de manera insignificante los productos de las ensambladoras automotrices, farmacéuticas, telecomunicaciones, artículos de uso personal, neumáticos, computación, ni los restantes sectores de actividad económica donde se ubican las principales filiales de Empresas Transnacionales no petroleras domiciliadas en Venezuela.

Por lo tanto, la práctica totalidad de lo que esas filiales producen en el país, se orienta exclusivamente hacia el mercado interno. Prueba adicional de esto último, la constituyen las pírricas cifras de Exportaciones No Tradicionales venezolanas, las cuales nunca han sido significativas, ni antes ni después de la Revolución Bolivariana, tal como puede apreciarse en el Anexo B. Nótese en particular que con muy pocas excepciones pueden identificarse los rubros de actividad económica de las filiales de Empresas Transnacionales No Petroleras, en los cuadros de exportaciones no tradicionales presentados en el Anexo B. Para facilitar esa comparación, en el Anexo C se presenta un cuadro tomado de Gavazut (2014), donde se listan las filiales de Empresas Transnacionales no petroleras que se ubican entre las 100 empresas que mayor cantidad de autorizaciones de divisas preferenciales de la República recibieron por la extinta CADIVI en los nueve años del período 2004-2012.

A pesar de que las Empresas Transnacionales no petroleras no se orientan hacia la exportación, pudiera pensarse que su objetivo sería entonces la producción para el mercado interno, lo que además constituye una de las principales hipótesis acerca de la Inversión Extranjera Directa (IED), según la cual la misma se asocia como factor determinante al Crecimiento Económico. En el Anexo D, se presenta una compilación de estudios científicos realizados a nivel mundial, incluyendo Venezuela, de los cuales se desprende que no existe evidencia científica concluyente acerca de esa pretendida ventaja de la IED, pero además tampoco ninguna que avale fehacientemente el resto de sus supuestas ventajas para las economías receptoras de estos flujos de capital transnacional.

En lo que se refiere a la economía venezolana no petrolera, puede constatarse que a pesar de la fuerte presencia de empresas transnacionales, las cuales detentan la práctica totalidad del poder de mercado para los principales bienes de consumo del país, las mismas no han contribuido significativamente al crecimiento de la oferta de bienes manufactureros en el país, tal como se evidencia al comparar el crecimiento del volumen de producción de la industria manufacturera privada, con respecto al crecimiento de los precios en ese mismo sector, tal como se presenta en el siguiente gráfico, elaborado con los datos que se detalla en el Anexo E.

Como puede observarse, la producción de la industria manufacturera privada permanece al mismo nivel a lo largo del tiempo, es decir, ni aumenta ni disminuye de manera significativa, pero los precios a los cuales se vende dicha producción en el mercado interno aumentan exponencialmente. Por lo tanto, el explosivo aumento de la demanda agregada interna a lo largo de los últimos años, como consecuencia de la política fiscal expansiva, lejos de estimular un mayor volumen de producción manufacturera privada, lo que ha hecho es elevar los precios, y esto ha ocurrido con independencia del incremento de la oferta a través de las importaciones.

Como lo anterior no tiene ninguna racionalidad económica con base en los fundamentos de la ley de la oferta y la demanda, preciso es concluir que existe un factor no económico que determina el estancamiento de la producción manufacturera privada. Dicho factor, puede atribuirse a una estrategia deliberada de las empresas que detentan el poder de mercado (monopólico y oligopólico) para obtener bolívares de las ventas en el mercado interno y cambiarlos por divisas principalmente destinadas a ser colocadas en el extranjero en lugar de utilizarse para el aumento de la producción; dado que esto último implicaría aumentar el gasto de divisas debido al elevado componente importado de las materias primas y bienes intermedios que insumen los procesos productivos de la industria manufacturera privada en Venezuela, principalmente controlada por Empresas Transnacionales.

De las cifras del Cuadro 1, se constata según el análisis de Gavazut (2014) para las 100 empresas que más autorizaciones de divisas recibieron por parte de CADIVI entre 2004 y 2012, que de las empresas nacionalizadas, solamente las de los sectores de Alimentos e Insumos Agrícolas siguieron solicitando divisas después de su nacionalización. El resto solo lo hizo antes de ser nacionalizadas y, por lo tanto, deben consolidarse en este análisis como "extranjeras". Esto arroja un total de 9.548 millones de US$ adicionales a los 54.889 millones de US$ correspondientes a empresas de capital accionario extranjero, para un total entonces de 64.437 millones de US$, que equivalen al 79,22% de todas las divisas aprobadas por CADIVI a las 100 más grandes empresas del ranking de montos aprobados entre 2004 y 2012.

En otras palabras, 4 de cada 5 dólares de ese ranking fueron para las filiales de empresas extranjeras domiciliadas en Venezuela. El sector privado de capital nacional solamente recibió el equivalente al 15,64% del total aprobado para ese ranking de las 100 mayores empresas. Debe señalarse, adicionalmente, que del total de 180.568 millones de US$ autorizados por CADIVI a las empresas privadas venezolanas entre 2004 y 2012, principalmente para importaciones ordinarias, pero incluyendo también repatriación de dividendos y otros conceptos lícitos, el 45% fue para esas 100 empresas, tal como claramente se muestra en el siguiente cuadro:

 

Por otra parte, es un hecho reconocido que frente a dificultades para obtener libremente las divisas necesarias para repatriar dividendos y otros fondos excedentes de explotación, las filiales de las Empresas Transnacionales recurren a la práctica fraudulenta de la "sobrefacturación de importaciones", normalmente por concepto de insumos y componentes intermedios (muchas veces incluso bienes terminados) "comprados" a su propia casa matriz o a otras filiales hermanas o empresas vinculadas domiciliadas en países distintos de Venezuela, muchas veces en paraísos fiscales, y evadiendo con ello además sus obligaciones tributarias en Venezuela mediante precios de transferencia.

Como consecuencia de lo anterior, conjuntamente con otros mecanismos fraudulentos de obtención de divisas, las Empresas Transnacionales y el sector privado en general se las ingenian para fugar hacia el extranjero enormes cantidades de nuestras divisas petroleras anualmente. Algunos estudios ya sugieren que el total de la fuga de divisas acumulada entre 1998 y 2013 supera los 200.000 millones de US$. Y aun cuando ese monto no puede atribuirse por completo al sector privado, ni exclusivamente a las empresas transnacionales, es evidente que estas últimas, por los enormes montos de divisas que reciben anualmente, participan de manera sustancial en la fuga de divisas de la República.

Suele argumentarse que las Empresas Transnacionales contribuyen a aumentar la producción nacional y que por ello son convenientes para la economía. Este argumento no aguanta un análisis detenido, tal como ya se discutió. Es cierto que el Producto Interno Bruto aumenta si una empresa transnacional instala una filial en el país, dado que al PIB que existía antes habrá que sumarle lo que esa filial produce anualmente, puesto que se produce con capital invertido en el territorio nacional, con mano de obra nacional (en buena medida) y, en alguna medida, con recursos materiales de origen nacional o adquiridos a través de la economía nacional (sobre todo materias primas producidas en el país a precios competitivos).

Sin embargo, lo que no suele verse en esta película es el hecho de que el ingreso de la filial extranjera en el mercado interno como nuevo competidor, desplaza a los productores nacionales que no tienen las mismas ventajas competitivas que la transnacional, sobre todo en términos de escala de producción, capacidades organizativas, tecnología, poder financiero y capacidades de innovación (capital humano) (ver Anexo D). Ocurre en este caso, tal cual como sucede en un ecosistema cuando es penetrado por una "especie invasora", la cual posee capacidades competitivas desconocidas por las especies del ecosistema receptor; esto conduce casi invariablemente a un desastre ecológico. Lo mismo puede decirse de la penetración de una empresa transnacional en una economía cuyo aparato productivo se encuentre poco desarrollado: los productores nacionales serán desplazados, constituyendo esto un verdadero desastre económico, pero el mismo se enmascara debido a que la empresa extranjera figura en la contabilidad nacional como un "productor interno", cuya producción se computa como parte del PIB nacional, y por la renta que genera, el Estado le cobra los impuestos correspondientes.

Es cierto, por otra parte, que la transnacional genera empleo de calidad (aun cuando la evidencia aportada por diferentes estudios desmienten incluso esta supuesta bondad de la inversión extranjera), lo cual sin lugar a dudas es beneficioso para el país; pero este beneficio, aunado al impuesto sobre la renta que tienen que pagar al fisco (menos los aranceles que les son exonerados por la importación de materias primas, insumos y bienes intermedios), deben sopesarse contra la destrucción del emprendimiento nacional (y sus correspondientes empleos actuales y proyectados a futuro), el grado en que ello compromete la soberanía e independencia económica de la República, la cantidad de divisas extraídas del sector exportador del país, y los aranceles dejados de percibir por la importación de bienes de consumo final que de otro modo tendrían que ser comprados en el extranjero.

En cuanto a la pretendida transferencia de conocimiento, tecnología y capacidades organizativas y de innovación que se menciona como una gran ventaja de la Inversión Extranjera, puede decirse que en el caso particular de Venezuela, ello no representa gran cosa por lo relativamente poco desarrollado de nuestro aparato productivo que, por esa razón, no está en condiciones de aprovechar esa transferencia de competencias, y porque además es falso que las filiales transnacionales domiciliadas en Venezuela efectúen esa transferencia, pues lo que se observa es un alto grado de secretismo y protección de sus conocimientos por patentes internacionales (piénsese por ejemplo en el caso de las empresas farmacéuticas o las ensambladoras de automóviles).

Por otra parte, las transnacionales una vez instaladas en el país, se constituyen en una barrera casi infranqueable en su ramo de actividad para la entrada al mercado de nuevos emprendimientos competitivos a iniciativa de capitales de origen nacional. Todo esto se traduce en la práctica en una peligrosa dependencia de las transnacionales para la producción de los bienes y servicios que necesita la población del país. El día que, por las razones que fueren, todas las filiales transnacionales domiciliadas en Venezuela decidan al unísono paralizar su producción, el PIB de la economía nacional se desmoronaría en todos los sectores de actividad económica donde esas empresas extranjeras detentan el liderazgo del mercado interno. Sin embargo, debe acotarse que todo país soberano tiene siempre la elección entre producir vs. comprar (es decir, importar), y no debe perderse de vista a favor de la propia posición de poder geopolítico de Venezuela, que nuestro país cuenta de hecho con los medios suficientes para importar todo lo que consume, gracias precisamente a nuestra renta petrolera.

Por lo tanto, no es cierta la premisa que las Empresas Transnacionales pueden llevar al colapso a la economía nacional si deciden paralizar la producción, porque como ya se demostró anteriormente, dicha producción se mantiene a un nivel bajo y estable (estancada) a lo largo del tiempo, mientras que nuestro poder de compra internacional es francamente enorme. La paradoja estriba precisamente en que la Inversión Extranjera no petrolera en Venezuela debería desarrollar nuestro aparato productivo interno, pero las cifras demuestran que de hecho no es así; pero no solo eso, sino que además están aquí para sustraer nuestra renta petrolera. En consecuencia, y en estricta y mera lógica, las empresas transnacionales en realidad perjudican a nuestra economía; razón por la cual la legislación encargada de regular la inversión extranjera, lejos de centrarse en el fomento y estímulo de dicha inversión –como si fuese un mantra- lo que debe es orientarse a la regulación de la inversión extranjera ya existente en el país, para que la misma aporte lo que por teoría y por justicia tiene que aportarle a nuestra economía, habida cuenta de los beneficios fabulosos que obtienen por sus operaciones en Venezuela (altísima rentabilidad legítima y fraudulenta).

También suele mencionarse como ventaja de la Inversión Extranjera, que la misma incrementa el ingreso de divisas en el país. Debe al respecto señalarse que el ingreso de divisas al país por ese concepto es muy pequeño cuando se le compara con la fuga de capitales por repatriación legal o fraudulenta de dividendos y ganancias especulativas (fuga de capitales); aparte de que desestimula la inversión nacional productiva orientada a la exportación, debido al efecto conocido como "enfermedad holandesa", el cual se produce cuando una economía adquiere repentinamente una fuente importante de ingreso de divisas, principalmente por el descubrimiento y explotación de materias primas (típicamente petróleo) –pero también por niveles importantes de Inversión Extranjera- la cual entra en competencia con las divisas ingresadas por la actividad exportadora preexistente en dicha economía, restándole competitividad. En una economía aquejada por la enfermedad holandesa durante los 100 años de rentismo petrolero, atraer más divisas de fuente no vinculada a las fuerzas productivas internas, es francamente irracional. Es como tratar de curar el cáncer con más radioactividad.

La enfermedad holandesa se produce debido a la sobrevaluación que sufre la moneda local, dado que la moneda extranjera (divisas) se abarata porque sus niveles de oferta interna han aumentado, y esto desestimula las exportaciones productivas (agrícolas, manufactureras y de servicios especializados). Nótese que la sobrevaluación de la moneda local no obedece a razones de paridad cambiaria, sino a sobreoferta de la mercancía divisa. Esta es la principal explicación de por qué Venezuela, siendo una potencia agrícola exportadora a principios del siglo XX, dejó de serlo desde que comenzó la explotación petrolera. Y mientras se mantenga la fuente abundante de divisas, ello se constituye en una barrera que impide la orientación hacia la exportación de los productores nacionales, los cuales canalizan su actividad económica hacia el mercado interno para generar renta en moneda local y luego con la misma (sobrevaluada respecto a las divisas disponibles), adquirir divisas baratas con las cuales importar y efectuar inversiones en el extranjero.

Por lo tanto, la enfermedad holandesa, al cabo termina desestimulando incluso la producción de bienes y servicios, que es reemplazada por la menos riesgosa y muy lucrativa importación de bienes y servicios de consumo final; a la par que estimula la "fuga de divisas". Esta enfermedad o "mal holandés" también recibe el nombre de la "maldición de los recursos" (en Venezuela siempre se la ha conocido como la "maldición del oro negro"). Por lo tanto, no es mera casualidad que en nuestro país exista una "burguesía parasitaria rentista y apátrida", porque es esa precisamente la conducta que cabe esperar en una economía donde impera el "mal holandés".

Las empresas transnacionales no petroleras instaladas en Venezuela funcionan como una centrífuga de las divisas generadas por la renta petrolera nacional, hacia el extranjero (ver Anexo F). De esa manera, succionan literalmente la renta nacional convertible en los mercados internacionales. Debe en consecuencia, obligárselas a la transferencia de tecnología, conocimiento e innovación, así como a un monto mínimo de reinversión expansiva (formación de capital fijo y generación de empleos de calidad), y también orientación hacia la exportación para que generen por sí mismas las divisas que necesitan, en lugar de succionarlas de nuestra renta petrolera.

Típicamente, las Empresas Transnacionales no petroleras utilizan los siguientes mecanismos de apropiación de la renta petrolera nacional:

  • Sobrefacturación de importaciones de materia prima, insumos, repuestos, maquinaria y equipos, entre otros activos productivos, a través de empresas pertenecientes y/o bajo el control directo o indirecto del propio grupo multinacional, o mediante acuerdos o pactos deshonestos con otras empresas ajenas al grupo. Puesto que la inmensa mayoría de las divisas preferenciales entre 2004 y 2014 fueron autorizadas por CADIVI para Importaciones Ordinarias, es evidente que el principal mecanismo para la fuga de divisas preferenciales es a través de la Sobrefacturación de Importaciones.
  • Pago de regalías por licencias de marcas previamente cedidas a empresas en el extranjero, pertenecientes y/o bajo el control directo o indirecto del propio grupo multinacional. 
  • Contratos de transferencia tecnológica y asistencia técnica sobrevalorados o ficticios.
  • Pago de deuda externa contratada con empresas relacionadas en el extranjero.
  • Conversión de deuda externa contratada con empresas relacionadas en el extranjero, en Inversión Extranjera Directa (IED) y consecuente repatriación de dividendos.

Existen adicionalmente, otros dos flagelos que se suman a la fuga de capitales imputables a las Empresas Transnacionales: la evasión fiscal y la usura genérica. La primera se lleva a efecto mediante el endeudamiento externo con la casa matriz o empresas relacionadas en el extranjero, pagando intereses muy onerosos; al igual que a través de otras formas posibles de evasión fiscal, como la sobrevaloración y/o falsedad de contratos de transferencia tecnológica y asistencia técnica, así como mediante la utilización de un mismo contrato de asistencia técnica para justificar múltiples pagos. En cuanto a la usura genérica, la misma es consecuente a la estructura de costos de producción excesivamente inflada por la sobrefacturación de importaciones de materia prima, insumos y otros bienes y servicios imputables contablemente a los productos que se destinan al consumidor final.

Es por lo expuesto que cabe concluir, principalmente, que las Empresas Transnacionales no petroleras tienen como objetivo primario en Venezuela, la captación y expatriación de la mayor cantidad posible de las divisas que obtiene la República Bolivariana de Venezuela como renta petrolera. Por lo tanto, su propósito primario no es abastecer el mercado interno para satisfacer las necesidades humanas de la población. La penetración del mercado nacional por parte de la Inversión Extranjera no petrolera solo es un medio necesario para poder sustraer nuestra renta petrolera. De lo cual se deduce lógicamente – y se plantea como hipótesis a verificar con evidencia fáctica que para estas empresas transnacionales que operan con gran poder de mercado en la economía venezolana, la producción debe ser mínima y al máximo precio posible, a fin de: (a) gastar lo mínimo posible de las divisas captadas de nuestra renta petrolera, en la importación de insumos para la producción de los bienes que abastecen nuestro mercado interno; y (b) obtener los bolívares suficientes para comprar la mayor cantidad posible de nuestras divisas petroleras. Los resultados presentados muy preliminarmente en el Gráfico 1, avalan esa hipótesis.

Por otro lado, la afirmación de que la penetración del mercado nacional por parte de la Inversión Extranjera no petrolera solo es un medio necesario para poder sustraer nuestra renta petrolera, es consistente con las medidas macroeconómicas que las Empresas Transnacionales y el sector privado venezolano en general promueven, a saber:

  • Devaluar el bolívar: esto les permite hacer más difícil para las personas naturales y los productores nacionales que no tienen poder de mercado, la adquisición de divisas, porque éstas resultan más costosas y los pequeños y medianos productores no tienen la posibilidad de transferir el aumento de los costos de producción (materias primas, insumos y bienes intermedios importados) al precio del producto final. En una economía donde el objetivo es la captación de la renta petrolera, cualquiera que pueda comprar divisas es un competidor inconveniente.
  • Desmantelar el control de cambios: lo cual les permite libre e irrestricto acceso a nuestras divisas petroleras.
  • Política fiscal restrictiva: con el fin de disminuir la demanda interna que presiona a las empresas transnacionales a elevar su volumen real de producción, lo que a su vez implica para ellas tener que gastar una mayor cantidad de las divisas petroleras que logran captar, dado el altísimo componente importado de sus estructuras de suministros para la producción.
  • Desmontar el control de precios: lo cual es indispensable para que puedan –gracias a su poder monopólico u oligopólico del mercado- subir de manera exorbitante los precios al consumidor final, obteniendo así con un bajo volumen de producción, una elevada cantidad de bolívares, que necesitan para adquirir nuestras divisas petroleras.
  • Controlar el gasto de PDVSA: lo cual necesitan para que nuestras divisas petroleras estén disponibles para ellas y no que sean gastadas en inversión social y productiva de interés patrio.
  • Centralización de las reservas y autonomía del Banco Central de Venezuela: para asegurarse que el Gobierno Nacional no pueda disponer de nuestras divisas petroleras de manera independiente y soberana, y por lo tanto las mismas estén disponibles para ser apropiadas por las Empresas Transnacionales.
  • Rediseñar las políticas sociales: es decir, disminuir al mínimo la inversión social que hace el Estado, para que la renta petrolera no se gaste en el país, sino que esté disponible para captarla y fugarla al extranjero.
  • Rediseñar el tamaño del Estado: para disminuir el empleo público y así evitar que la renta petrolera se redistribuya hacia la población venezolana.
  • Reprivatizar las empresas públicas: para tener una mayor penetración sectorial en la economía nacional y poder captar así mayor cantidad de renta petrolera.
  • Desregular el mercado de trabajo: con el fin de gastar menos bolívares en remuneraciones a los trabajadores y evitar con ello tener que subir los precios de los productos finales a niveles inviables.

En términos de una Función de Optimización por Programación de Metas, puede postularse que las Empresas Transnacionales se orientan en la economía no petrolera de Venezuela a la Maximización de la Adquisición y Expatriación de la Renta Petrolera Nacional, para lo cual deben plantearse operativamente como Función Objetivo, el logro de las siguientes metas de manera simultánea: (a) Minimizar el volumen de producción; (b) Maximizar los ingresos por ventas. Esa estrategia operacional conduce –de manera muy simplificada- a los siguientes resultados, dependiendo del tipo de escenario macroeconómico:

Escenario A:

Acceso a divisas: restringido (control de cambio).

Acceso a bolívares: restringido (control de precios).

Resultado: disminución y paralización de la producción, desabastecimiento.

Escenario B:

Acceso a divisas: libre.

Acceso a bolívares: libre.

Resultado: volumen de producción mínimo, precios elevados, abastecimiento aparente (solo para quienes pueden pagar el precio).

Resulta interesante, como corolario de lo anterior, que ambos escenarios conducen inevitablemente a la elevación constante de los precios al consumidor final. Es posible que esta sea la razón por la cual en la economía venezolana, sea cual sea la política macroeconómica que se adopte, siempre hay inflación de precios, dado que en el primer escenario postulado, la inflación se produce de facto, por la vía del incumplimiento del control de precios y el mercado negro; mientras que en el segundo escenario, ocurre de manera planificada, como resultante de la función matemática de optimización de las metas operacionales adoptadas por las Empresas Transnacionales.

Ahora bien, muy al contrario de lo que la teoría de la Inversión Extranjera propugna, y para que funcione la sustracción de la renta petrolera, las Empresas Transnacionales no petroleras de hecho se constituyen en un obstáculo para el desarrollo nacional, a través de los siguientes impactos negativos, algunos de los cuales no son siquiera mencionados en la literatura especializada en materia de IED a nivel internacional (ver Anexo G):

  • Desplazamiento de los productores nacionales: desplazar de sus nichos de mercado a los productores nacionales pequeños y medianos, llevándolos a la quiebra o impidiendo que crezcan. Así mismo, controlando el gran capital nacional, bien sea por absorción, asociación estratégica, deuda, u otros mecanismos.
  • Monopolio y oligopolio: mantener el monopolio u oligopolio en el mercado interno, para evitar competencia de precios, que torne poco competitivos a sus deliberadamente costosos productos.
  • Consumismo: extremar la propensión al consumo en la población mediante publicidad y mercadeo, con un esfuerzo más allá de lo usual en este ámbito (debido a que sus productos son deliberadamente costosos y de baja calidad, a estándares internacionales).
  • Hegemonía académica: controlar la academia, universidades y centros de investigación nacionales (por la vía de sus voceros reconocidos) para legitimar teóricamente su presencia y actuación en la economía nacional.
  • Anulación de la innovación productiva: desarticular la relación universidad- empresa para impedir el desarrollo de capacidades de I+D. Esta desarticulación pueden hacerla porque controlan cada nicho del mercado, sin competencia significativa. De esta manera, son estas corporaciones las que deberían tender puentes con las universidades y centros tecnológicos y de investigación del país, pero deliberadamente no lo hacen.
  • Bloqueo de encadenamientos productivos: evitar la conglomeración positiva (clusters industriales). Esto lo hacen estableciendo sus redes de suministro y procura orientadas a sus propios tentáculos en el extranjero y no al mercado de proveedores nacionales. Necesitan abastecerse en el exterior para poder justificar la necesidad de divisas para "importar" y poder así mediante los precios de transferencia con sus casas matrices sobrefacturar y sustraer nuestra renta petrolera. Indicio de esto lo constituye el hecho de que podrían fomentar fuentes domésticas de abastecimiento que les permitirían abaratar costos de producción, pero siguen prefiriendo la más costosa importación de materiales primas, insumos y bienes intermedios.
  • Dominio sobre las importaciones: controlar las importaciones de productos de consumo final, para que estos últimos no empujen los precios a la baja en el mercado interno. Esto lo hacen no solo mediante tácita alianza burguesa con las grandes importadoras y comercializadoras (las cuales también por su cuenta propenden a la sustracción de la renta petrolera nacional), sino penetrando ellas mismas directamente en el sector comercial importador de la economía nacional.

La conclusión lógica del análisis efectuado hasta este punto es que en el caso de la economía no petrolera venezolana, la Inversión Extranjera no comporta las ventajas que la teoría le atribuye y, por el contrario, acarrea una serie de efectos muy negativos que impiden el desarrollo productivo del país; comprometiendo además seriamente la independencia y soberanía nacional.

En tal sentido, mientras nuestro país cuente con los recursos provenientes de la renta petrolera, no luce acertado que las políticas públicas promuevan una mayor Inversión Extranjera no petrolera en el país, sino muy por el contrario, que propendan a salvaguardar la renta petrolera nacional frente a las Empresas Transnacionales que ya están instaladas en nuestra economía, así como al desarrollo de una economía productiva auténticamente nacional, independiente y soberana. Y cualquier nueva inversión extranjera en el país debe sujetarse a esas finalidades.

 

SOBRE LAS MEDIDAS DE ELEMENTAL INTERÉS PATRIO

A tal efecto, resulta de primerísimo orden, instrumentar medidas que permitan el logro de los siguientes objetivos relacionados con las Empresas Transnacionales no petroleras ya instaladas y consolidadas en el país:

  • Disminuir el poder de mercado que tienen dentro de nuestra economía, impidiendo o desmontando los actuales monopolios y oligopolios.
  • Obligarlas a favorecer el surgimiento y consolidación de encadenamientos productivos mediante redes de proveedores nacionales.
  • Obligarlas a conformar redes de conocimiento e innovación productiva.
  • Impedirles la sobrefacturación de importaciones.
  • Impedirles la evasión fiscal.
  • Impedirles el traslado usurero de sus precios de transferencia a la estructura de costos de producción.
  • Obligarlas a orientar una parte significativa de su producción hacia la exportación.
  • Asegurar que su crecimiento sea social y ambientalmente responsable.
  • Impedir que mediante la llamada Inversión Extranjera Indirecta (IEI), a través de fusiones, adquisiciones y capitalización de acreencias, se descapitalice el aparato productivo nacional, por la vía de la extranjerización de la propiedad nacional.

Algunas de las medidas reportadas en la literatura para regular la mayoría de esos aspectos, son las siguientes:

 

SOBRE LA LÍNEA DE INVESTIGACIÓN

Se recomienda firmemente profundizar mucho más este estudio preliminar sobre la Inversión Extranjera en Venezuela, mediante una investigación bajo metodología de Evaluación Económico-Social (EES) u otra que permita esclarecer los efectos reales y modelar los efectos previsibles de conformidad con las conclusiones de interés teórico que se derivan del presente estudio; no solamente los usualmente reportados en la literatura (ver Anexo G), sino también los siguientes:

1. Comparación entre las divisas entrantes por IED y las divisas salientes.

2. Encuesta industrial de empresas locales que han tenido acceso a nuevas tecnologías y mercados, y aprendido nuevas y más efectivas formas de producir, en virtud de la IED.

3. Magnitud de la acumulación de capital físico vía IED en comparación con la acumulación de capital físico vía Inversión Nacional Pública y Privada.

4. Uso de nuevas tecnologías por parte de las empresas receptoras de IED.

5. Índice de dependencia o vulnerabilidad industrial/tecnológica asociada a IED.

6. Incrementos en la productividad del factor trabajo asociados a IED.

7. Encuesta industrial sobre capacitación en actividades especializadas y adquisición de habilidades específicas de la fuerza de trabajo, en empresas receptoras de IED.

8. Spillovers sobre las empresas domésticas y sobre la productividad de los factores en la economía nacional.

9. Índice de Valor Agregado vía IED.

10. Incidencia de la IED en el ingreso medio de las personas.

Así mismo, es preciso contemplar las siguientes comparaciones mediante metodología EES u otra equivalente sobre la IED en Venezuela:

1. Acceso a capital para financiar proyectos de inversión vs. Afectación de las fuentes de capital nacional.

2. Acceso a nuevos mercados y redes de distribución internacionales vs. Dependencia de circuitos foráneos de procura.

3. Absorción y transferencia de tecnología y mejores prácticas vs. Desconexión de la relación universidad-empresa local.

4. Aumento de capital humano y físico vs. Captación y fuga de talento humano, fuga de capitales y expatriación de la propiedad del capital físico del país.

5. Aumento de la actividad económica y empleo vs. Disminución de la actividad económica de los agentes locales, monopolio, tercerización y desmejora de las condiciones laborales.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Y DOCUMENTALES

  • Carrión, Jesús; Fernández, Fernando y Marco, Inés (2012). ¿Favorece la Inversión Extranjera Directa (IED) el Desarrollo Humano Sostenible? Observatorio de la Deuda en la Globalización. Julio de 2012.
  • Gavazut Bianco, Luis Enrique (2014). Dólares de Maletín, Empresas Extranjeras y Modelo Económico Socialista. Documento en línea. Disponible:
  • http://www.aporrea.org/media/2014/03/la_cosecha._loe..pdf.
  • http://www.bcv.org.ve
  • http://www.cencoex.gob.ve
  • http://www.ine.gob.ve
  • Monje González, Ricardo; Leiva Bonilla, Juan Carlos y Rodríguez Álvarez, Juan Antonio (2012). Inversión extranjera directa, movilidad laboral y derrames de conocimiento en Costa Rica. Tecnología en Marcha. Vol. 25, No. 5, pp. 103-115.
  • Reig Lorenzi, Nicolás (2013). Efectos de la inversión extranjera directa sobre la inversión en Uruguay. Tesis de Maestría en Economía Internacional, Departamento de Economía (dECON), Facultad de Ciencias Sociales (FCS), Universidad de la República (UdelaR).
  • SCL Econometrics (2013). Estudio de medición del impacto de la inversión extranjera directa en la economía chilena. Informe Final. 30 de julio de 2013. Jefe Estudio: Marcelo Villena, Ph.D. pp. 43-49. Santiago de Chile: autor.

ANEXOS

ANEXO A:

ANEXO B:

ANEXO C:

ANEXO D:

ANEXO E:

ANEXO F:

ANEXO G:



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Luis Enrique Gavazut

Coordinador del Movimiento de Batalla Social Punta de Lanza. Director Ejecutivo de la Fundación Punta de Lanza. Coproductor del Programa Radial "Trinchera del Poder Popular". Productor Nacional Independiente No. 26.292. Investigador Independiente en Ciencias Sociales y Consultoría desde 1990.

 luisgavazut@yahoo.com      @gavazutcandanga

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