Hombres de la revolución (III de III): Chávez

Las ideas no sirven de nada si no andan volando, el movimiento es eterno para lo abstracto y para lo concreto y aunque no todo ni todos tenemos el impulso necesario para andar, hay que andar y ¡come avispa que cigarrón atora!

Las operaciones mentales parecen no tener finito, yo creo que una idea es como un pajarito, que puede volar libre sobre las más altas montañas, tal vez -¡OH, simplemente la libertad!-, o acaso estar prisionera, como en una jaula, en la cabeza del pensador del que se trate -¡Desperdicio!-.

Hay que conocer el funcionamiento de la mente, saber que los procesos intracerebrales operan con estímulos externos, además, y que uno vive en un íntimo ir y venir entre el concepto y los sentidos, entre palabra e imagen que se combinan, imagen y palabra por lo demás simbólicas y muchas veces cargadas de dogmas que impiden ver la esencia de cada problema porque el dogma restringe el campo perceptivo.

A mayor cantidad de datos de la realidad la verdad se afianza, no obstante sin dejarle la puerta abierta a la duda metódica -(René Descartes)- porque la flexibilidad del conocimiento es una fortaleza enorme.

Para un individuo de malos modales -éste que soy- no fue fácil creer a pie juntillas en Chávez, el 4 de Febrero de 1992, para entonces me faltaban datos, así que evalué cuidadosamente los elementos a la vista, sus palabras, sus gestos y muy importante, el contexto de su declaración contundente, observé que la velocidad de su cerebro le permitió tomar decisiones en medio de una crisis, más allá o más acá de lo acertado o erróneo de lo aludido y, sin guabinear, me dije entonces: ¡Ése sabe donde está parado y no es cerebro lento, voy a adherirlo a mi causa!

Discúlpeseme lo de adherirlo a mi causa porque suena vanidoso pero, francamente así lo pensé entonces, mas, ahora resulta lo contrario porque he sido yo quien se adhirió a la suya que resultó mil veces más avanzada y eficaz.

Cuando se es crítico, poco importa partir de un concepto equivocado, uno enmienda en movimiento, es que somos una eterna inacabada evolución. Sería poco probable para mí, remontarme con éxito en el análisis hasta los primeros momentos de la insurgencia de Chávez a la escena política pública nuestra y, propiamente, ese no es objetivo de estas reflexiones, el objetivo es intentar hacer comprender el vertiginoso proceso político, ahora, no se trata de un comprender absoluto, consagrado, definitivo y non plus ultra, no, de ninguna manera.

Todo lo contrario, propongo comprender nuestro proceso revolucionario y comprender al líder Hugo Chávez de este momento.

La ciencia definitiva no existe, todos saben que es así y en eso me baso en algo para tratar de promover el chavismo como una propuesta política en movimiento expansivo, nada más que eso.

Acá todo anda de prisa y estamos ocupados, nadie de nosotros se las sabe todas pero, desde que Chávez asumió liberar el poder para entregárselo al pueblo, hemos tenido que tratar de reprogramar formas de acción política nuevas y más ajustadas a la realidad.

AD y Copei se agotaron, entre otras razones, porque se sumergieron en una fatal competencia de élites desde las cuales monopolizaron todas las reglas de juego, se convirtieron en máquinas sin participación del pueblo pero lo que fue peor, lo garrafal estuvo en excluir a la juventud, de ahí que el Pentágono, la Casa Blanca y el Departamento de Estado gringo, ante la debacle del bipartidismo a su servicio -AD y Copei- optaron conformar un parapeto (MUD) y un “líder” pret a porter (Capriles) para derrocar a Chávez pero, ¡Oh, que sólo obtuvieron una cigüeña cabezapelá!

Chávez, en contrario al bipartidismo lamebotas (AD-Copei) y su satélite URD, estimuló y estimula en el pueblo el derecho a pensar y a criticar y tanto es así que cada comuna asume un protagonismo concreto respecto a su interés más sentido en lo particular pero sin soslayar el gran objetivo superior que es la soberanía y la independencia patria, en primera instancia.

La paz es una necesidad, independientemente de quien la proclame, pero a decir claro, quienes vivimos con un plato de comida en la cabeza –figuradamente, a la procura de que todos puedan comer- somos campeones de la paz y, he ahí a Chávez con sus esfuerzos de paz: arroz, café, carne, pescado, harina, aceite, leche y pare de contar insumos subsidiados para que Venezuela coma felizmente a diario.

Mientras la oligarquía chupasangre mueve los resortes de la escasez para que el pueblo se muera de hambre y se ponga contra Chávez, éste dispuso Mercal, Pedeval, Abastos Bicentenarios y toda suerte de distribución de alimentos para que el pueblo acceda a todo lo necesario, a todo evento.

La red de salud cuenta con centros de atención integral por doquier y es absolutamente gratuita para toda la población, ni la más sofisticada clínica privada del más avanzado país de este Planeta Tierra cuenta con tal para echarnos en cara, y eso es revolución socialista.

Y, aunque a mi modo de ver, la idea clásica de socialismo debe pasar a retiro, no sin antes ser debatida, pienso que el socialismo bolivariano debe nutrirse de todas las experiencias habidas a ese respecto y hacer florecer una nueva concepción potente, ideológicamente abierta pero rigurosa, despojada de dogmas, basada en el conocimiento de la verdad científica y en lo más posible despojada de contradicciones.

¡Ojo, nadie más que Cuba y Fidel nos han ayudado con la salud!

Chávez creó el “Cardiológico Infantil Rodríguez Ochoa”, uno de los más modernos y completos del mundo y, donde son atendidos gratuitamente miles de niños no sólo de Venezuela sino de cualesquiera países del Hemisferio Sur e inclusive del Hemisferio Norte.

Niños de la -por el capitalismo- asolada Europa, han sido gratuitamente atendidos acá y, eso es socialismo bolivariano.

Así es que digo -valga de prisa y sin preámbulo- que en el capitalismo las cosas son para el que tiene para pagarlas, no para el que las necesite; y, en el socialismo, las cosas deben ser para el que las necesite sin que tenga que pagarlas.

De los errores es mejor conocer sus causas, a veces la información que uno tiene disponible en la cabeza no está debidamente organizada y, peor, que si uno no está curado en ese sentido, la rigidez en el proceso de pensar y de hacer, es como ir por un camino cuya puerta final está cerrada.

Chávez tiene un extraordinario sentido del cuadrilátero y conocimiento del enemigo, sabe además que la fuerza determinante en toda batalla, más que el arma propiamente dicha, es la disciplina y la moral y, por si fuese poco, el patriotismo es lo que insufla el poder moral.

Chávez tiene un apreciable conocimiento de nuestra historia, a diferencia de sus enemigos y, quienes precisamente esgrimen una estrategia chimba consistente en tratar de anular la historia, burdo papelón para pretender desubicarnos.

Ello no es casual sino planificado en el imperio como arma letal contra toda América del Sur, que es también el Caribe, y más allá también pero, enfoquemos el asunto específico de Venezuela porque se trata de la confrontación entre Bolivar y Monroe.

Bolivar representa un sistema de valores libertarios y Monroe un sistema de valores esclavistas; valores frontalmente contrapuestos históricamente y que ahora están sobre el tapete y valga que así sea porque la pérdida de contacto con nuestras raíces, nos desubican.

Un sujeto fuera de su historia pierde el sentido objetivo de su justificación, es un pedazo de realidad a la deriva en vez de ligado a su mundo concreto y pasa a ser objeto de alienación, presa fácil del imperio chupasangre y vil de tal vileza que Nerón.

Puede haber desaparecido la época en que James Monroe y Simón Bolivar existieron físicamente pero los valores que los llevaron a confrontarse, no. Así como una moneda del mundo antiguo ya desparecido, no cumple la función que entonces tuvo para el intercambio, hoy esa moneda es contentiva de otros valores que nos permiten descifrar en algo el proceso social de entonces y así sucede con muchos valores históricos que van cumpliendo otras funciones, por ejemplo, nos permiten hacer deducciones acerca de la evolución histórica.

Mañana o pasado mañana muchos de los valores que ahora priman en nuestra realidad actual, ya no serán tales sino otra cuestión pero que permitirán a futuras generaciones averiguar acerca de nosotros. Es la dinámica histórica.

¿Cuánto vale hoy el Partenón o el Circo Romano o tal o cual Pirámide de Egipto o una tumba Inca o azteca o la Torre Inclinada de Pisa y pare de contar restos de historia?

¿Por qué el imperio norteamericano destruyó la Biblioteca Nacional de Bagdad cuando su invasión a Irak; busca el Fondo Monetario Internacional comprar las ruinas del Partenón y para qué?

El Plan del gobierno norteamericano es desmantelar el mundo y nada más sensible a esos propósitos que la cultura ajena a ellos; el peor colonialismo es el colonialismo cultural, sépase.

En su afán de destruir la historia del mundo no sería descabellado que Estados Unidos pretenda bombardear Caracas y que un “daño colateral” sea destruir el Panteón Nacional donde reposa El Libertador.

¡Pero tendrían que conformarse con la bicha, con la cigüeña citada!

Nada extraño es que los enemigos de Chávez y de Venezuela se burlen de la historia y banalicen todo lo que tenga que ver con ella, para eso les paga el imperio, a sabiendas de que la pérdida de contacto con las raíces, desubica a cualquiera.

¿Qué puedes ser tú si no tienes en la cabeza a tus padres y a tus abuelos ya desaparecidos?

Y, si tú no piensas en tus hijos, nietos tataranietos y más que vendrán y ya no podrás ver tampoco, ¿qué eres?

En ambos casos, si no tienes en cuenta tu historia, tus fuerzas flaquean para seguir y luchar, eso te hace perder empuje en la batalla, en la lucha por la vida y por la paz. El imperio puja por convertirnos en un hecho aislado pero francamente somos eslabones de una cadena histórica propia, genuina. Somos una gran patria, somos la Patria Grande a la que el gringo teme.

Es tamaña inmoralidad despilfarrar el petróleo que no sólo es de nosotros sino de quienes ya no están y de quienes habrán de venir porque el pueblo somos todos.

Y así como el petróleo, el agua, la biodiversidad, la autodeterminación y la dignidad deben ser compartidos a la buena en toda la Patria Grande. Pero Estados Unidos pretende apoderarse de lo que es potestad nuestra.

Evocar la historia e inclusive la protohistoria, nos ubica en el deber; Estados Unidos es nuestro principal enemigo y por eso su planificación es borrarnos de la mente a Simón Bolivar hasta en retrato.

Mirar en gran perspectiva hacia el pasado y hacia el futuro contribuye a ubicarnos en el centro de nuestra realidad y es precisamente hacia donde debemos tender, eso es asimilar la realidad.

No a la esclavitud, no al saqueo de nuestro patrimonio y he ahí que Chávez en tanto Líder y hombre de pensamiento organizado evoca la historia para ilustrar, con formidable coherencia, la necesidad de transitar hacia un modelo de sociedad anticapitalista, antiimperialista, por el bien de todos: El Socialismo.

Todo conocimiento necesita una revisión constante porque lo que sabemos o acaso pretendemos saber, sin excepción, caduca cada cierto tiempo. Helo aquí, que sabía las canciones de Pedro Infante y las de Jorge Negrete para cantarle a las muchachas de entonces, y ahora ni me acuerdo y ni le saco buenas notas a la guitarra, aunque canto salomas porque éstas suelen ser improvisadas y para eso no hay límite ni métrica, basta un palo de ron y un motivo (pintado de azul).

Tampoco tengo la destreza de lanzar la atarraya como otrora y mucho menos puedo distinguir un bagre de un rayao o un mondeque de un futre y ni siquiera una sardina de una lisa y, en otro orden de cosas ya ni sé lo que digo, estoy jodido, ando medio atarantado.

Pero cargo intacto, no obstante, mi sentido del deber patrio y mi condición revolucionaria, antiimperialista y bolivariana, de ahí la identificación con el Comandante Chávez aunque no comparto su identificación religiosa ni algunas de sus blandenguerías con el enemigo, especialmente luego del golpe de Estado que lo derrocó e hizo manar tanta sangre nuestra. Pero ese es otro tema.

En sentido lato, percibo a Chávez como a un valiente y prodigioso Líder militar y político, audaz pero no temerario, cercano tan cercano al pueblo que es proverbial su casi carnal cercanía y, por si poco fuese media en una relación más que de amor de ternura con los más pobres.

Toda la admiración y el respeto hacia el Comandante Chávez se traduce en la más denodada lucha por el socialismo, única manera de darle felicidad al pueblo.

Lamentablemente hay mucha gente que no está en estado de comprender lo evidente porque es gente sin cabeza, manipulada por la televisión y el periódico que sólo sirve para uno poner un fax o un telegrama en caso de emergencia sanitaria; el enemigo manipula la evidencia y envenena el espectro informativo y la víctima de ese funesto fenómeno social es quien precisamente sirve de sustrato al enemigo para sus aviesas e inconfesables maniobras.

Es tarea imperiosamente impostergable de la revolución bolivariana, abordar el desmontaje de lo que Marx llamó “falsa conciencia de clase”, en un significativo sector de la oposición que debería estar con nosotros. La falsa conciencia de clase es producto de la estrategia norteamericana para desagregar al pueblo trabajador.

Pongo un ejemplo simple para tratar de hacerme entender, si en un barrio tal se da una epidemia de fiebre o de diarrea en los niños, que suelen ser los más vulnerables, no bastaría sólo ir a vacunar a tutilimundi, habría que ir a la causa que seguramente pudo ser una charca de lluvia donde se incubaron los mosquitos o acaso otra causa vectorial; es a la causa, además, a donde debemos ir para abatir radicalmente la enfermedad.

Pues bien, acá en Venezuela se ha incubado una nueva enfermedad mental que se llama escualidismo y la multiplicidad de causas son las televisoras y los periódicos privados que bajo la hegemonía de Estados Unidos, de modo obstinado, satanizan al Comandante Chávez y en ese jueguito perverso han caído víctimas incautas, muchos compatriotas.

Unas y unos más que otros -televisoras y periódicos- han sobrepasado de manera reiterada y retadora lo pautado en las leyes de la República y a eso hay que pararle los mochos.

Globovisión es la televisora más abiertamente agresora y “El Nacional” dice apártate, en tal sentido.

Mientras tanto, el Estado ha sido, incomprensiblemente, demasiado débil para aplicarle el ácido a esos delincuentes sociales.

Esperemos que esa sinvergüenzura no siga en adelante.

Pero, esa no es tarea del Comandante, hay organismos específicos como la Conatel, la Fiscalía Nacional, La Asamblea Nacional y otros quienes deben coger el toro por los cachos y abatirlo.

“Por ahora…” las acciones de los hombres son su medida fundamental.



oceanoatlanticoguillermo@gmail.com



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Guillermo Guzmán


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