En nombre de la paz, cero tolerancia con la violencia

La lucha antagónica hoy en nuestro país toma visos de fascismo, una clase dominante muy reducida, pero con un poderío económico incalculable, arremete de manera irracional contra la Revolución bolivariana. Hacerse del poder político es su tarea y por consiguiente de nuestras riquezas para entregarla a quien los dirige, al Imperialismo Norteamericano y la podredumbre política estancada en sus entrañas.

La violencia toma las calles de municipios recalcitrantes, impregnados del ODIO auténticamente legitimado por la radicalización de acciones violentas y fascistas, donde el terrorismo mediático y disfuncional pretende promover una salida inconstitucional, en un país dividido en partes desiguales donde la única motivación es aplastar el legado de nuestro comandante Chávez y acabar con el proceso de inclusión social, de justicia y bienestar social.

La derecha radical de nuestro país, representada por una rancia burguesía, convoca a la destrucción del país en nombre de la libertad. Libertad que sólo entienden a través de la violencia, quieren llevar al país al caos, motorizando acciones insensatas, en extremos con locura validada por la reducida capacidad de neuronas, no hay comprensión del pensamiento racional, lo cual se traduce en serias limitaciones de entendimiento cognoscitivo, han perdido la integración motora y sensitiva. EL ODIO no les permite racionalizar, han asesinado la capacidad inductiva y deductiva del pensamiento, la han trasformado en mutante inmisericorde de la autodestrucción de la vida, de la inteligencia, como eje central de sus acciones vandálicas.

Su orate y demencial proceder en procura de sacar al presidente de todos los venezolanos legítimamente elegido por la MAYORÍA, los ha llevado a la autoflagelación, al asesinato colectivo de las ideas de la disidencia, a auto imponerse un clima de zozobra, que está acabando con su racionalidad.

En pocas calles de esos municipios sus moradores ven con asombro que sus mismos vecinos y con la ayuda de algunos tarifados, provocan un régimen de violencia, donde la anarquía se ha adueñado de la tranquilidad de sus vidas. Los inteligentes de pensamiento, los eruditos de la verdad, los racionales de la política, han creado un estado de violencia de incalculable valoración psicológica y sus consecuencias a futuro. La perturbación emocional es total. Demencia, silogismo, un juicio en el cual se exponen dos premisas que inevitablemente concluyen en la ilógica de su proceder, contraviniendo la formula esencial del pensamiento y la lógica. Estructuran su lógica convencional en su verdad, en sus propias presunciones de un mundo falso, no hay límites en su utopía de la autodestrucción y con ello provocar la salida o la intervención de un país extranjero, son nacionalistas disfuncionales sin una regla conceptual.

Irónicamente somos testigos de cómo, por ejemplo, una tal María Corina Machado, o un tal Leopoldo López, presentan un discurso cargado de venezolanidad o nacionalismo. Pretenden hacernos creer que les importa Venezuela, o esas masas de venezolanos excluidos por gente de su misma clase y calaña. Qué quieren y cuáles son sus motivaciones? es la pregunta que debemos hacernos todos, sus declaraciones en lo más granado del lenguaje propio del teatro del absurdo, y su histrionismo perturbador pretenden hacernos creer que les importamos, que luchan por nosotros, los que hoy estamos y nos sentimos reivindicados gracias a nuestro siempre eterno comandante Chávez y hoy, gracias a su legado, seguimos por el rumbo indicado, el norte que nos trazó su lucha, su inmensa capacidad humanista y su motivadora influencia hacia la convivencia social. Ellos nos acusan de promover la división del país, cosa que no es cierta, hemos permanecido divididos por las políticas de exclusión a la cual nos sometieron por decenas de años, nos obligaron y nos condujeron a vivir en la oscuridad, confinados en una sociedad clasista y adormecidos por la represión mediática y física de sus conductores.

Desintegrar la conciencia que hoy posee la mayoría de los venezolanos de a pie, los burros, los desdentados, los títeres, las focas y pare usted de contar cuanto calificativo esgrimen en contra de nosotros lo que fuimos por años excluidos y hoy nos sentimos reivindicados, es tarea de estos fascistas.

Nosotros, los brutos, la piltrafa social que hoy apoya la Revolución Bolivariana y a nuestro presidente Nicolás Maduro, al cual se refieren con los más bajos improperios, vivimos sin violencia, no nos auto flagelamos, no nos autodestruimos, hoy los brutos tienen pensamiento lógico tanto deductivo como inductivo, con lógica conceptual y racional, hoy las focas pensamos, vivimos para recuperar los valores propios de nuestra idiosincrasia, así como luchar por un mundo pleno de solidaridad, de auténtica esencia espiritual y bañada de amor inmenso. Sin obviar los errores que hemos cometido, procuramos mejorar día a día, a través del trabajo colectivo e individual, nos empeñamos en formarnos política e ideológicamente de manera autodidacta, sin prejuicios excluyentes, aceptamos y promovemos la dualidad del pensamiento, sin la agresión, sin la violencia desmedida, con el respeto hacia quienes piensan diferente a nosotros, en el entendido que tenemos focos de radicalismo y fanatismo, sin ser la constante.

Hoy los marginados hemos aprendido a pensar, a ser tolerantes, a entender que todos cabemos en este país, pero también tenemos derecho a buscar igualdad de oportunidades y condiciones para salir hacia adelante con nuestra tan maltratada Venezuela, una Venezuela que esa derecha radical pretende destruir por capricho, por compromiso con los intereses foráneos que hoy financian su locura. Hoy alguien que apoye la revolución no puede ponerse una gorra que los identifique, y caminar libremente por esos municipios de guarimbas, sin ser agredidos física o mentalmente, pero ustedes, los agresores, los inteligentes y eruditos pueden recorrer toda Venezuela, sin exclusión alguna y portar sus símbolos que los identifique con la oposición, nadie los agredirá ni recibirán los improperios que nosotros recibimos de ustedes, hemos crecido políticamente mientras que a ustedes el odio los degrada y los consume en su propia miseria, en su autodestrucción, guiados por el poder económico de este país, quienes los están llevando a morir en un charco de putrefacción visceral, la destrucción en el cual la Historia sólo los recordará por sus barbaries y la destrucción de sus propios espacios y por sufrir una de las derrotas más vergonzante que haya sufrido la derecha radical y parasitaria de este país.

Debemos, como venezolanos, recuperar nuestra bondad, nuestro sentido de solidaridad, entender que podemos ser del Magallanes o de los Leones, donde la jodedera es nuestro norte, podemos tener diferencias de carácter político, es lógico y debe ser así, no podemos dogmatizarnos ante una realidad que palpamos en el día a día. El antagonismo de ideas está en nuestras casas, con nuestros hijos o nuestros padres, hermanos, en fin, en todos los niveles de nuestras familias, no por ello debemos enfrascarnos en una lucha estúpida y absurda, donde dejamos atrás nuestra identidad que nos ha caracterizado, debemos recuperarla, sin importar cuándo o cómo se perdió, esa es una tarea a realizar.

Neutralizar el irrespeto y la intolerancia, demandar a las autoridades que cumplan con sus obligaciones y que no cercenen nuestros derechos consagrados en la Constitución, alimentar el pensamiento, no con verdades relativas o absolutas, sólo con verdades racionales, no las verdades de aquellos que desprecian a este país y a quienes incluso los apoyan, desmontar la violencia como símbolo de lucha, inculcar valores en nuestros hijos, contribuir con las políticas del estado a disminuir los niveles de inseguridad que vivimos, un país no lo construye un gobierno, lo construimos con el concurso de todos. Dirimir en el plano de las ideas nuestras diferencias con el respeto que todos debemos guardarnos, no permitir que nos manipulen y dejar de utilizar el lenguaje soez para calificarnos.

El gobierno puede acabar la violencia con más violencia, pero no lo hace, reprime a quien trasgrede las leyes en el marco de la Constitución para restablecer el orden, como lo hace cualquier gobierno legítimo, desmontar todo camino corto y apegarnos a las leyes que nos rigen, sólo así podremos construir el país que queremos. Somos aun mayoría, tenemos deberes y derechos, pero no estamos dispuestos a que la minoría nos imponga sus caprichos.




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Ricardo Abud

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en Union County College, NJ, USA.

 chamosaurio@gmail.com

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