(Que esta democracia no naufrague en el silencio de otras veces)

Mi ingenuidad me está matando de egoísmo y culpable me siento de pensar como un pitiyanqui

Creo que ustedes me darán la razón de que soy extraordinariamente ingenuo, summa cum laude, egresado de la UCAB, en los tiempos de Mamá Grande, cuando el contrabando venido de Curazao y Trinidad nos daban el valor de seguir existiendo: comíamos, bebíamos y vestíamos barato, es decir, teníamos la luz del día a nuestro alcance y se era adeco, urredista, o comunista, no había apéndices, ni más acólitos para donde coger y se bailaba al son de la música cubana sin Fidel.

No eran tiempos de la guanábana, porque todavía estaba pintona, pero, la flota de la imaginación de los políticos venezolanos andaba cerca, buscando qué traernos para mantenernos aferrado al condominio de la patria nivelada a su modus operandi.

Transcurren los años, uno tras otro, y la democracia punto-fijista se acentúa valorizándose en desmanes de toda clase, el ta’ barato-dame dos, seguía en su apogeo, y el venezolano circundaba la centros comerciales de las ciudades de Miami atragantándose de baratijas y acá la escalada de pobreza de la gran mayoría comenzaba a flotar en el río de las desigualdades, hasta que, llegó este coloso inventor de misiones, protector de pobres, Don Regalón, el que decimos que regala a manos llenas que se nos coló en Miraflores a quitarnos el pan de la boca, a nosotros los ricos, hacedores y emprendedores de nuestro medio de fortuna como lo es la propiedad privada (sagrada entre todos los bienes del capitalismo).

Por eso, no descansaremos hasta dar al traste con la oprobiosa situación en que estancados nos hallamos. “Nada por aquí, nada por allá”. Tenemos que verter ese mar de amarguras fuera del porvenir horizontal en que nos quieren sumir esas caras pálidas pintadas de rojos del PSUV, lacayos del antiimperialismo salvaje, motivo por el cual, nos hemos aliado a Mr. Gringo W, alcohólico anónimo, amo y señor del planeta tierra del cosmo trasnacional de los poderosos y, de su auxilio, hemos tomado las lecciones que hoy nos atrincheran en el panorama mundial de las irracionales vaguadas de combates con que alzamos los yerros de la esperanza, entre bombas y cañonazos.

Somos cazadores de fortuna, mas no golpistas, de eso se ocupa el imperio, lo nuestro siempre había sido, quítate tú para ponerme yo y, cuando no nos complacen, el amo actúa como sólo el lo sabe hacer. Desconociendo los entes democráticos del Estado venezolano y maletiniza situaciones esporádicas para que Globoterror las satanice a diario en su Ave María de la desinformación en los espacios dedicados para tales fines, donde se lucra la mentira y se falsea la verdad y se torpedea la razón. Y de vez en cuando algún Vivanco aparecerá con informes made in USA, bien adornaditos a los caprichos de los dueños de los medios de comunicación, adaptados en deteriorar más las relaciones entre los venezolanos y países amigos sólo en nuestro auxilio, desvirtuando todo lo que se haya hecho por el bien del venezolano, aupado por Chávez. Somos verdugos inclementes e incoherentes. ¡Jalisco no se raja!

El que golpea, golpea y golpea, pero nosotros somos más dados al tambor. Bailamos el golpe tocuyano, el golpe tuyero y nos damos golpe de pecho cuando fustigamos al pobre de aliento y esperanzas, al que sufre y al que se nutre de intenciones suntuarias. ¡Perdónalos Cristo Jesús que no saben lo que hacen!

Tenemos un defecto primordial que nos ha dado resultados positivos y el amo de las temeridades lo resalta constantemente en los manuales de los ante propósitos y es que: desconfiemos de todo, hasta que nos demuestren lo contrario y, cuando eso sucede, ya la gente está cansada de oír lo que no debió oír y en ese menester se nos va la vida sumando más estúpidos al montón de desjuiciados, irrítese quien sea.

Bueno, ya con ésta me despido, pero no, a la llanera, que eso sería darle poder al populismo, sino a lo militiyanqui, individuos formados en cuarteles que se emborrachan de valor para traicionar juramentos de lealtad y se convierten en agentes nuestros, en miserables, forajidos inescrpulosos, queriendo asesinar o tumbar al Presidente de la República a como dé lugar, y están adormecidos y fastidiados porque, el cansancio de esperar es la voluntad que le impone la mayoría del pueblo venezolano, condenándolos a vivir errantes y divorciados del amor patrio al vender su conciencia a los ruines intereses de la burguesía criolla.


estebanrr@cantv.net


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Esteban Rojas


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