Sobre el futuro del diferendo con Guyana

El asunto del Esequibo es realmente complicado, no tanto por los aspectos legales, sino por el político y el económico.

Realmente en el aspecto legal no hay tanta dificultad, empezando por la solicitud de Guyana de retrotraer el diferendo al memento del Laudo Arbitral de 1899 que le concedía todo el territorio Esequibo a la Corona Inglesa.

Ese intento no tiene ningún asidero jurídico, por dos razones:

En primer lugar Guyana no formó parte de ese Laudo, por la sencilla razón de que no existía como nación. Solo las partes firmantes podían actuar en relación al mismo, y lo hicieron al firmar el en 1966 Convenio de Ginebra, en el cual, de hecho, desconocen la vigencia de dicho Laudo.

Expliquémonos. Al convenir la Corona Británica y Venezuela en dicho Convenio que hay un asunto pendiente en la delimitación de los límites, de hecho se contradice lo estipulado en dicho Laudo. Porque, qué es dicho Laudo Arbitral? Es una sentencia que zanja definitivamente el tema de los límites entre Venezuela y la entonces Corona Británica. Al reconocer que hay una controversia se niega la vigencia de dicho Laudo. Sencillo no?

Segundo, uno de los primeros actos de Guyana al conseguir la independencia fue ratificar el Convenio de Ginebra, y más que eso, firmó con Venezuela el Protocolo de Puerto España en 1972, en el cual se establecieron mecanismos para abordar el diferendo.

En palabras sencillas, Guyana al ratificar el Convenio de Ginebra y firmar el Protocolo de Puerto España estaba reconociendo que había un diferendo en relación a los límites, es decir, que desconoció de hecho el pretendido carácter juzgador del Laudo Arbitral de 1899 , mal que bien puede ahora invocarlo. Debió hacerlo al asumir su independencia y no ratificar el Convenio de Ginebra, lo que hubiese impedido la existencia del Protocolo de Puerto España, por lo que su recurso ante el TIJ se cae por su propio peso.

Además, en la actual controversia Guyana solo ha presentado argumentos sobre el "abandono" de Venezuela de dicho territorio, sin mostrar ningún título o documento legal sobre la posesión de territorios, más allá de lo estipulado arbitrariamente en el Laudo de 1899, denunciado por Venezuela ante la Asamblea General de las Naciones Unidas por fraudulento e ilegal, basándose en las pruebas que de dichos delitos fueron surgiendo en el tiempo. Un acto ilegal no puede otorgar derechos.

Venezuela si tiene en abundancia argumentos, títulos y documentos que prueban nuestra titularidad sobre el territorio.

Pero mucho me temo que en este asunto no priva lo jurídico sino lo político y económico, con unas potencias imperiales que confían en una sentencia a favor de Guyana y así apropiarse, no solo de las grandes riquezas de dicho territorio, sino que ante un eventual conflicto armado, ocupar militarmente los yacimientos de petróleo venezolano, repitiendo el formato de Irak, pretendiendo aprovechar la situación interna de nuestro país.

Ante un eventual fallo en contra nuestro se presentan dos escenarios posibles:

Acudir ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y a los pueblos y organizaciones del mundo, para denunciar os hechos, y particularmente la actitud rastrera de su Secretario General, el cual sin hacer absolutamente nada por agotar la figura del diálogo, no solo estipulado en el Convenio de Ginebra sino en las propias responsabilidades d su cargo, abruptamente remitió el diferendo a la CIJ, aprovechando la crisis interna que nuestro país vivía en ese momento para dar el zarpazo definitivo que favorezca a las grandes potencias occidentales. Motivo más que suficiente para cuestionar su imparcialidad, y más aún, para exigir su renuncia.

El otro escenario es el militar, con la ventaja que el mismo no tiene una fecha fija, sino que la ponemos nosotros en el momento que tengamos el poder de fuego necesario para enfrentar a los ejércitos de las grandes potencias y existan condiciones internacionales favorables.

Pero sobre esto hay que empezar a trabajar ya. En lo particular me preocupa que solo poseamos unas pocas decenas de aviones Shukoi, no tengamos una fuerza misilística importante, que contemos con poca infantería, con una milicia y una infraestructura que no parecen estar a la altura de combates de esa magnitud.



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Carlos Enrique Dallmeier


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