Gran Misión “Un Funcionario en Adopción”

Hace unos días atrás leí aquí mismo, un artículo de Maite Ortega titulado "Yo no arrugo Carola", en donde esta articulista confrontaba su realidad cotidiana con la bucólica descripción que Carola Chávez plasmaba en su entrega denominada "Arrugar es perderse".

Y dice Maite Ortega con la arrechera domesticada, escondida tras las cortinas de la decencia, pero inquieta ya, asomando sus afilados caninos por las costuras:

"Yo no tengo líos en resistir, la mayoría tenemos años resistiendo pero ven y resiste conmigo.

Quiero ver a Cilita preparando un tecito de jengibre a Nico en el fogón. Quiero ver sus manos como las mías: con múltiples heridas por las astillas de madera, ampolladas y llenas permanentemente de carbón. Quiero que muestre sus utensilios de cocina (los míos adquiridos con esfuerzo), hoy chamuscados y ennegrecidos para siempre.

Estoy dispuesta a seguir resistiendo y que los ministros, Gobernadores, alcaldes lleguen a las comunidades en la bicicleta emparchada y en su carrucha adaptada de silla de ruedas, el cargamento de esperanzas para éste Pueblo huérfano."

Pero ahora yo me siento como Tomás Alba Edison dándole una palmadita en el hombro a Nikola Tesla mientras le dice: "¡Tranquilo Niko, no te preocupes que yo sería incapaz de robarte una idea!"

¡Maite Ortega asomó la puntica, pero yo quiero ir más allá así suene a chinazo!

Calcada por sus denuncias, la realidad desmiente a Carola con un tablazo en medio de las cejas. Y aunque sea totalmente cierto eso de que las sanciones imperialistas que padece Venezuela (que constantemente han sido azuzadas por la dirigencia fascista, apátrida, entreguista y antidemocrática), representan una importante causa para el fracaso de las medidas que cada tanto y con ingenua tenacidad anuncia el gobierno para intentar paliar la crisis económica, también es indiscutible que la ineptitud de éste para poner orden internamente, para controlar el gasto público -en una época de vacas famélicas-, para enfrentar la especulación, para oponer resistencia al abuso por parte de los comerciantes y para frenar la devaluación galopante de nuestro signo monetario, acaban por ocasionar más sufrimiento y muertes que la mismísima pandemia de la COVID-19.

Evidentemente pertenezco a eso que Maduro despectivamente en uno de sus últimos ataques de prepotencia ha calificado como "la izquierda infantil", pero tranquilo chamo, que además de que somos contemporáneos, ambos hemos abrevado de la misma fuente o sea que "mente’pollo" los dos.

El hecho es que al igual que Donald Trump a quien tan enconadamente combate en el discurso, Nicolás dice una cosa mientras hace lo contrario. El catire copetudo del norte promete reactivar la economía Norteamericana mientras insisten en cerrarle la puerta a la mano de obra barata que proporciona la inmigración latinoamericana, que además representan un segmento poblacional ávido de adquirir bienes que en su mayoría son fútiles, superfluos o suntuosos. Por su parte el bigotudo del sur ondea las banderas de la protección del pueblo, la defensa de su salud, el resguardo de su alimentación, en fin la salvaguardia de su bienestar, pero se entrega a la negociación con la "Burguesía revolucionaria" esa de la que Hugo Rafael Chávez Frías abominaba y a la que Castro Soteldo rodeado siempre de vacas con pedigrí, de chivatos sifrinísimos, o de maizales transgénicos -que obviamente jamás son propiedad de una Comuna o de una Unidad de Producción Socialista-, insiste en vendernos todos los fines de semana por VTV.

Este es un país que se ha quedado sin energía al que se le pide productividad. No contamos con un suministro confiable de electricidad y esto por supuesto deteriora el tratamiento, bombeo y distribución del agua. No disponemos de un aprovisionamiento estable de gas doméstico lo que empuja a las personas a acudir a la leña para cocer los escasos alimentos que puede adquirir, en un momento en donde aunque ya se sabe que el coronavirus afecta a todo el organismo, la puerta de entrada a la COVID-19 fundamentalmente siguen siendo la mucosa que recubre las vías respiratorias y el frente del globo ocular, irritadas como están y debilitadas por el contacto con el humo de los materiales que se queman para cocinar. Pero tampoco tenemos un abastecimiento decente de gasolina y otros combustibles indispensables para que el país carente de una red ferroviaria, o de otros métodos de transporte de pasajeros y de carga, se ponga en marcha.

De paso ante este sombrío panorama, los choferes del transporte público -coleguitas de Maduro-, hacen lo que se les viene en gana y a pesar de que el gobierno les subsidia totalmente el costo del combustible y los dota de algunas otras "menudencias" como cauchos, baterías, lubricantes, autopartes, etcétera, incrementan inmisericordemente el precio del pasaje a pesar de que ellos están al tanto de los bajos salarios y del escaso poder adquisitivo de la clase trabajadora venezolana.

Dice Maite en su escrito: "Yo no me rindo Carola, tengo los pies en ésta tierra desde hace bastante rato, desde mucho antes que tú por cierto.

Hice mi fogón, siembro y cosecho lo que la falta de agua me permite y crió conejos Carola; no creas que solo batallo desde ésta Pantalla. También intercambiamos y somos solidarios entre nosotros. Estamos más unidos que nunca, los de aquí abajo, los de las colas, los que recibimos los frijoles chinos entierrados y salimos a diario a recoger toda astilla de madera pa’ cocinar esos mismos fríjoles."

Pero entonces sin ánimos revanchistas propongo una salida interesante para concientizar tanto al gobierno como a los "líderes" oposicionistas acerca de la suerte de ese pueblo por el cual ellos dicen luchar.

Cada funcionario de baja, mediana o alta jerarquía incluyendo a "protectores", diputados, concejales, alcaldes, gobernadores, ministros, viceministros y el mismísimo presidente, deberá abandonar los privilegios de sus cargos y las comodidades de sus flamantes residencias -en donde seguramente cuenta con puntualidad de todos los servicios-, y habrán de irse a vivir en la casa de alguno de los millones de venezolanos que no tenemos los ingresos que ellos perciben.

Vivirán de ahora en adelante en nuestras casas y deberán ayudar a carretear el agua de uso diario desde el río más cercano a nuestro domicilio en los diversos garrafones dispuestos para tal fin, los pisos que haga falta subir, para llevarlos hasta el hogar. Aprenderán así las bondades hidroterápicas de bañarse con un tobito de agua helada todas las mañanas y la satisfacción ecológica de bajar sólo una vez al día la poceta utilizada constantemente por todos los miembros de la familia.

Dejarán atrás la 4 Runner blindada con sus respectivos chofer y guardaespaldas y nos acompañarán los amaneceres que haga falta mientras hacemos las colas para aprovisionarnos del escaso combustible que nos surten para el destartalado y achacoso vehículo familiar, o en su defecto saldrán temprano con nosotros a intentar encontrar transporte público que nos lleve a nuestros respectivos sitios de trabajo.

Desayunarán junto a nosotros lo que haya quedado del día anterior para recalentar y saldrán a hacer mercado con el dinero correspondiente a nuestro sueldo del cual ellos recibirán exactamente la misma cantidad. Comerán de las lentejas y frijoles chinos que trae la caja del CLAP en todas las presentaciones ideadas por los "poderes creadores del pueblo". Si quieren comer algo distinto tendrán que poner para hacer "la vaca" y nos arroparemos hasta donde llegue la cobija, es decir nada de exquisiteces, ni de antojos. Lo que alcance para comprar el queso, los huevos y algo de carne para guisar. Los vegetales, verduras y frutas de temporada para rendir los churupitos y más nada.

Si después de hacer el mercado sobrare algo de dinero para diversión, paladearán la misma cosecha de cocuy 0 años que por acá tomamos, mientras degustan junto a nosotros las costillas, chinchurrias o criadillas a la parrilla con que nos alegramos la vida y espantamos la depresión los fines de semana, a menos que tengamos que ir a los entrenamientos programados para la Milicia, ¡porque si, somos milicianos!

Si llegáramos a almorzar en casa, o en las noches después de la cena nos acompañarán a disfrutar de la interesantísima y variada programación que nos ofrecen TVES y VTV que incluye los poemas declamados por Winston Vallenilla y el paradisíaco noticiero narrado por Barry Cartaya; veremos series tan novedosas como Hechizada o Meteoro, tan originales como Sábado de corazón, ilustrativos como Salud al natural y los interesantes capítulos nunca antes repetidos de Dirilis Ertugrul.

Mientras se encuentra con nosotros, enseñaremos al funcionario adoptivo los intersticios de la economía popular, incluyendo la adquisición de productos genéricos, la compra en comercios de asiáticos o en los camioncitos de verduras de "los gochos", el importe de "tetas" de azúcar, leche o café, el uso de cajeros automáticos, biopago, pagomóvil, transferencias y sobre todo la obtención, vigencia, optimización y ahorro de los billetes del cono monetario actual, de manera tal que los pocos que adquirimos nos alcancen para todos los pasajes de la semana.

Si se enferma nuestro funcionario lo llevaremos al CDI más cercano a nuestro domicilio y le administraremos los mismos remedios que nos recomiendan usar para todos nuestros males, pero esta vez sí de a de veras, conocerán las bondades curativas del té de malojillo con jengibre o de la moringa y si es una dama en trance de parir llamaremos a una doula y viviremos las emociones sin fin del parto humanizado.

De esta cantidad de experiencias altamente educativas, fortalecedoras del espíritu y elevadoras de la moral revolucionaria disfrutarán nuestros funcionarios adoptivos hasta que las desgracias inherentes al capitalismo o los beneficios del socialismo a lo venezolano nos impidan saborearlas.

Como yo fui el de la idea escojo primero y pido en adopción a Nicolás, porque te juro que conociéndolo como lo conozco disfrutaré una bola y parte de la otra compartiendo con él las comodidades a las que me ha hecho acostumbrar su gobierno, iremos a trabajar juntos, ¡a trabajar Nicolás, te imaginas, a trabajar! y mientras hacemos las 24 horas de cola para ver si finalmente logramos echar gasolina discutiremos unas cuantas ideas que tengo acerca de cómo un gobierno que se dice revolucionario, debe deslastrarse de la rémora del capitalismo rentista, que no arriesga su capital para cristalizar sus ideas sino que le extiende la mano al gobierno para llevar a cabo sus emprendimientos.



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Carlos Pérez Mujica


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