I
Los reelectos en cerradísimo y secretísimo cónclave, dirigentes del partido político-religioso Conferencia Episcopal Venezolana se oponen al derecho soberano del pueblo de reelegir, o no, en periódicas y constitucionales elecciones, a quien le gobierna desde los distintos niveles del Estado. Los no-se-sabe-cómo electos y reelectos presidentes y secretarios generales de los diversos partidos de la derecha y la neoderecha (léase ex izquierda) se oponen a que el pueblo venezolano todo, en libérrimos comicios, reelija, o no reelija, a su presidente, gobernador, alcalde, diputado, legislador y concejal. Ciertos sabios jurisconsultos y doctores de la ley, muchos de ellos electos y reelectos casi ad perpétuam, nos “explican” que es impropio perpetuarse en el poder, pero extrañamente “olvidan” lo de las elecciones. Algunos ancianos de la tribu, de los que recogen nuestra tradición y dibujan sus palabras para la memoria eterna, dicen una parte de lo que el Libertador dijo; pero no dicen la otra parte.
Este
dibujante de palabras duda de que el pichón de halcón Capriles Radonsky
desacuerde con la idea de la enmienda constitucional; o que al veterano
en tantos oficios Morel Rodríguez no le brillen los ojitos cada vez
que la recuerda; o, incluso, que el filósofo del Zulia no le haya reclamado
al Presidente, sotto voce, que por qué no se le ocurrió antes.
En fin...
II
Los niñitos bien del movimiento mercantil universitario nos están dando una clase magistral de lo que han aprendido tanto en el claustro como en la vida misma. Pasada la estupefacción por la sorpresa, veamos. La clase número uno consistió en aprender a pintarse las manos de blanco en lejanas y exóticas tierras; la lección incluyó vestir una franelita negra con la traducción al español de una palabra que significa Resistencia. La palabra en cuestión alude al proceso democrático de desintegración hasta la nada de la antigua nación yugoslava. También aprendieron nuestras jóvenes promesas que la gasolina es un líquido combustible que, luego de aplicársele un fósforo, quema y arrasa con especies vegetales y animales, estén o no en parques nacionales, o aun en campus universitarios, e incluso en avenidas; y, además, aprendieron que, si vierten este líquido combustible en botellas cuyo contenido ellos pueden, o no, ingerir con anterioridad, y las tapan con tiritas de tela, luego de aplicarles otro fósforo éstas explotan, causándoles severos daños a los rrrepresores funcionarios del rrrégimen. Pero eso no es nada: También aprendieron que en medio de una batalla campal, al llamado de “taima”, el ejército vencedor se retira y le deja el campo abierto al vencido, de acuerdo con la Convención de Ginebra. Y, para que no queden dudas, en Mérida aprendieron, y así nos lo explicaron, que debemos entender que las manifestaciones de los mercantilistas universitarios generalmente desembocan en festivos y democráticos saqueos, dada la naturaleza propia de sus hormonas, que ni Mercurio, dios de los comerciantes y los ladrones.
Por
otro lado, con el PhD Albertico Palangre Ravell aprendieron summa
cum laudes a retocar las burdas mentiras que propalan los medios
de propaganda del rrrégimen para convertirlas en exquisitas verdades
que muérete que chao; y así, limpias de toda basura marginal, transmitirlas
debidamente por los canales de comunicación democráticos, para luego
emplazar a los órganos jurisdiccionales del Estado a que acusen al
Estado por delincuente, maniobrero y mentiroso. Ni Goebbels mismo. Más,
last but not least, lo mejor: Manuel Aristóteles Rosales, con el
Banquete de Fedón, de Platón, en mano, les enseñó filosofía
y teoría política en un McDonald’s, y luego del banquete “double
meat”, emergió cual crisálida libre y libertadora de opresiones
y dictaduras, la epistemología creadora y creativa que nos llevará
por el sendero de la libertad burguesa, culta y educada del Country
Club; digo, la consigna que enaltece los mejores valores de la libertad
del mercado y de las divisas; digo, el lema que resonará en las memorias
colectivas hasta el fin de los tiempos, ésa que ya ha desplazado al
cartesiano “Pienso, luego existo”, o al bíblico “Al principio
era el Verbo”; y, por supuesto, al chabacanísimo “seguid el ejemplo
que Caracas dio”. Y nuestros próceres mercantiles universitarios
ya la entonan, cara al sol, la frente enaltecida, por los confines de
la Tierra: ¡No es no!...
III
En fin... ¡La enmienda SÍ va! Por la libertad, la soberanía y la independencia nacional. Por Barrio Adentro, Robinson, Ribas y Sucre. Por nuestro amarillo azul y rojo de ocho estrellas patrio, libre de la sangre artera y bruja de los godos. Por nuestra Venezuela socialista del siglo 21. Por el amor, la solidaridad y el trabajo. Por nuestros hijos y por nuestros ancestros. Por los pueblos originarios, por las afrovenezolanas y los afrovenezolanos. Por nuestra madre mujer. Por el agua y el viento. Por la tierra fértil que nos alimenta. Por el hermano chigüire y la hermana lapa. Por el padre Orinoco. Por la fraternidad entre los pueblos. Por el fin del egoísmo y la esclavitud. Por todos los niños del mundo. Por esto, y más, ¡la enmienda SÍ va...!
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