La culpa no solo es del ciego…

Artículo 71. Las materias de especial trascendencia nacional podrán ser sometidas a referendo consultivo por iniciativa del Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros; por acuerdo de la Asamblea Nacional, aprobado por el voto de la mayoría de sus integrantes; o a solicitud de un número no menor del diez por ciento de los electores y electoras inscritos en el registro civil y electoral. CRBV

El pueblo venezolano con su ingenuidad, credulidad, e ignorancia, ha contribuido y está contribuyendo cada día más para que los dirigentes de todos los colores políticos, religiosos, así como los comerciantes, militares y todo aquel que tenga una mínima posibilidad de abusar, lo haga despiadadamente y sin ninguna contemplación. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

El desastre causado en PDVSA, PEQUIVEN, CADIVI, CVG, el Arco Minero del Orinoco, La Faja Petrolífera, el Agro Venezolano, y en todos los sectores de la economía y la producción nacional, delatan y comprometen a todos los partidos, grupos políticos, económicos y dirigentes que han permanecido ciegos y sordos ante las enormes calamidades y sufrimientos del pueblo. Todos ellos tienen su respectiva cuota de responsabilidad ante la historia venezolana. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

Entre la burguesía parásita y zángana de Venezuela y la burocracia egoísta y corrupta representada por el gobierno nacional y concretamente por el presidente de la república, los partidos políticos, grandes, medianos y pequeños han despojado al pueblo de un Poder Popular que estuvo a punto de alcanzar de la mano del Comandante Chávez, pues actualmente ni siquiera le han permitido convocar una Asamblea Nacional Constituyente, como es su derecho y así lo indica la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Ni siquiera lo han consultado para decidir acerca de la entrega de la Soberanía Territorial de más de 112.000 kilómetros cuadrados a más de 150 empresas transnacionales en el Arco Minero del Orinoco, o decidir asuntos tan trascendentes para el interés nacional como la creación de las Zonas Económicas Especiales, que lesionan gravemente el patrimonio venezolano y las condiciones laborales de los trabajadores, además de la violación causada a las leyes tributarias con el fin de favorecer la inversión extranjera en desmedro de la inversión nacional. Ya ni siquiera el Pueblo Soberano es consultado por el psuv-gobierno para decidir acerca de un posible candidato para las próximas elecciones presidenciales, pues la cúpula del partido ya tomó dicha decisión. Es decir ellos tienen el garrote, el mazo y todo el poder que el pueblo chavista les ha otorgado ingenuamente, convencido de que el legado de Chávez se encuentra en buenas manos y está siendo defendido sin alteración o desviación alguna. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

El gobierno, con todo el poder que le proporcionan los medios públicos nacionales, nos tiene aturdidos y acostumbrados a una producción verbal sin valor informativo, a base de cadenas nacionales, con discursos hueros e interminables llenos de frasecitas gastadas, consignas estúpidas y promesas que no cumplirá. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

La Revolución Socialista pasa por momentos muy difíciles y peligrosos. Ha sido reducida a una serie de consignas muy sonoras pero nada más, como aquella que dice: ¡Chávez Vive! Y un coro que contesta mecánicamente ¡La lucha Sigue! …o la que dice: ¡Patria socialista, acompañada del correspondiente estribillo: ¡Viviremos y venceremos!, etc. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

Mientras tanto, la escasez, la pobreza, la impunidad, el egoísmo, se ha generalizado en Venezuela y cada cual busca equilibrar con quien pueda, los efectos sufridos en carne propia debido a la situación de indefensión en que se encuentra ante el abuso general y la ausencia de protección del estado y el gobierno. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

El pueblo venezolano sufre cada día más las consecuencias de de una hiperinflación que destroza el poder adquisitivo de su salario y los ahorros que con inmenso esfuerzo ha logrado reunir. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

El gobierno ciego y sordo no permite la crítica, impide la libre expresión, acosa la disidencia. Las amenazas del gobierno orientan la conducta del venezolano. Muchos optan por irse del país, pues además de la mala situación económica que estamos padeciendo, temen ser perseguidos y condenados por un poder judicial ilegítimo y demasiado arbitrario. La disidencia es perseguida implacablemente. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

Ya ni se mencionan los Concejos Comunales, ni las Comunas, ni la Contraloría Social o el Poder Popular, ni el Plan de la Patria original. Ahora resulta que lo único importante es la asamblea nacional constituyente, ilegitima e ilegal, con su ambigua ley contra el odio y la ley de protección a la inversión extranjera, el carnet de la patria, que pretende prácticamente sustituir la cédula de identidad en cualquier institución pública, incluso para aquellos casos como recibir tratamientos médicos, medicinas y alimentos. Los claps que son organizados, dirigidos y controlados por el partido psuv y funcionarios del gobierno, las Zonas Económicas Especiales que fueron creadas ilegalmente para proteger la inversión extranjera en contra de los intereses venezolanos, el pago de la deuda externa que sin ninguna auditoría se sigue pagando, el diálogo entre el gobierno y la mud con acompañamiento internacional pero sin la participación del pueblo. Al pueblo ni lo consultan. Lo tienen completamente marginado a pesar de que debe ser el principal actor en todo diálogo. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

La realidad es que un pueblo que confía demasiado en sus dirigentes, corre el peligro de ser sometido a sus caprichos y no puede avanzar de forma sostenida hacia la conquista del Poder Popular socialista, si no asume su responsabilidad de protegerse de sus mismos gobernantes.

Existen mecanismos constitucionales como el Referendo Consultivo descrito en el artículo 71 de la CRBV que le permiten al pueblo controlar el abuso de poder del gobierno en cualquier momento. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

Pero si el pueblo no defiende sus derechos más elementales, si solo se dedica a aplaudir al gobierno, si en el pueblo predomina el miedo, cada día que pasa se verá más sometido por aquellos que deben ser sus súbditos.

Todas estas calamidades que estamos sufriendo en Venezuela se deben en buena parte a que la gente honesta, los que pueden organizarse, pero no se organizan, no supervisan, no controlan, no piden cuentas a sus dirigentes, representantes, o a quienes eligieron para un cargo. Las comunidades han delegado todo el poder en muy pocas personas a las cuales no piden cuentas, no auditan ni controlan y mucho menos sancionan cuando incurren en faltas graves o delitos, por lo cual lo único que se fortalece es el autoritarismo, la impunidad y la irresponsabilidad de sus representantes, que gozan de todo el poder otorgado. Esto permite que se formen pequeños grupos (mafias), que actúan sin ningún control. Incluso a pesar de haber sido algunos elegidos democráticamente y gozar de plena legitimidad, se han convertido en autoridades que abusan de su poder, maltratan al pueblo y no rinden cuentas a las colectividades que los eligieron. . Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

La gente honesta, la que pertenece a instituciones con cierta organización, no se reúne para enfrentar esta situación, no hace nada para analizar y discutir el problema, para plantear posibles soluciones, para tomar medidas y definir estrategias que permitan presionar para aminorar estas calamidades, para organizarse y exigirle al gobierno la entrega de los medios públicos de comunicación e información, con los cuales se pudieran expresar y encausar muchas ideas, hacer muchas convocatorias, para poner en práctica la verdadera democracia participativa y protagónica, sin la cual será imposible hacer la revolución. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

Nadie protesta, salvo honrosas excepciones, por la ausencia de una Auditoría Pública y Ciudadana. Nadie reclama por la eficiencia de las instituciones públicas, por eliminar la corrupción, el nepotismo, la demora de los trámites públicos. En cierta medida todos somos responsables y cómplices por omisión. Por no hacer nada. Muchos se dedican solamente a su trabajo, dicen que no les gusta hablar de política. Unos se esconden, otros bachaquean, otros se van del país en busca de un país maravilloso donde puedan reconocerle sus méritos y capacidades, pero se niegan a participar en sus comunidades, no se organizan, no colaboran. Unos critican tímidamente al gobierno, otros a la oposición. Otros aplauden a Maduro, hay quienes a Diosdado, a ver si consiguen algo, aunque sea un carrito, un préstamo, una casa, etc. Otros se le pegan a Ramos Allup, porsia, quien quita. Otros intentan producir algo, pero se les hace muy difícil hacerlo en un país en donde lo más complicado es realizar una actividad productiva, en un país donde todo es desorden y quienes gobiernan lo único que esperan es que suban los precios del petróleo para poder robar y comprar conciencias. "¡Bochinche, bochinche!. ¡Esta gente no sabe hacer sino bochinche!", decía Miranda en 1812, frase que hoy se acomoda perfectamente a la dirigencia que tenemos en el país. . Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

Las organizaciones gremiales, sindicales, colegios de profesionales, universidades, asociaciones de trabajadores, etc., tienen la responsabilidad de revisarse, de cambiar, de vigilar a sus representantes y hacerles cumplir sus responsabilidades. El Poder Popular "es el mayor de todos los poderes", pero el pueblo tiene que estar organizado. La revolución se hace con conciencia socialista, con unidad, con información, con organización y acción. Por esta razón, el pueblo, los trabajadores, los estudiantes, etc. deben tener el control de los medios públicos de Comunicación e Información. De otra manera no se puede hacer una revolución. Si realmente queremos hacer una revolución, tenemos que participar todos. No podemos esperar que otros la hagan por nosotros. Es una ingenuidad esperar que los burócratas nos ayuden a hacer la revolución. A ellos lo único que les interesa es conservar sus privilegios y el poder adquirido. Pero la culpa no es solo de ellos. Es nuestra.

¡La revolución la tiene que hacer el pueblo organizado y consciente!

De nada sirve la teoría revolucionaria si no comprobamos su validez nosotros mismos desde la práctica revolucionaria.

Si el Poder Popular realmente existiera, ya hubiéramos destituido todo el aparato político del psuv.

¡No basta cambiar la clase dirigente, es necesario que cambie el pueblo!

La culpa no solo es del ciego….. la culpa también es nuestra.



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Gilberto Hernández Ortíz

Graduado en la universidad Nacional de Colombia en Licenciado en Ciencias de la educación especializado en el área de Física y Matemáticas Postgrado en Educational Media en la Universidad de North Carolina A&T State University año 1984 - Greensboro, N.C Prof. Jubilado de la Univ. de Oriente (Núcleo Anzoátegui)

 gilnandez@hotmail.com

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