¿existe la verdad periodística?

Hasta hace pocos años, era frecuente escuchar por “la emisora de Venezuela” lo que fue uno de sus estandartes “Es verdad, lo dijo radio Rumbos” y mire usted que peso tenía eso para el radio-escucha. Tener la confianza de recibir objetivamente el relato del acontecer nacional e internacional.

¿Cuántas veces no se escuchaba decir a alguien a quién se interpelara sobre la procedencia de una información que comentara: “Lo dijo la radio”?

También, la confianza que muchos medios escritos merecían de sus lectores, como fuente de documentación para investigadores, como guía, como orientación.

¿Y cuándo fue que a la Ética le torcieron el rabo? O, qué la verdad quedó para plato de segunda mesa o migaja de banquete. Pareciera que desde que existen medios de comunicación ha estado el gen del desprecio por la verdad.

Orson Wells se encargó en el “Ciudadano Kane” de poner en el tapete este tema y todo el submundo que se cultiva en sus entrañas y de manera bien contundente exponer la calamidad que representa el amarillismo. Por algo le costó que lo tildaran de comunista y terminara extrañado del territorio de EUA.

La lucha de los periodistas/comunicadores porque se respete su trabajo, no muestra hoy muchos puntos a su favor. El poder comunicacional ha rayado límites de terrorismo. El amarillismo se quedó en pañales ante el uso inmisericorde que se le da al poder mediático. Lo que plantea el ensayista venezolano, Aquiles Certad, a comienzos de la década de los 50´s en “Sobre el daño que hace la prensa”, de como se pueden exaltar, ensalsar, vanagloriar personas y también destruir reputaciones, nos impresionó mucho cuando cursábamos 3er. año de bachillerato allá por el año 59. Para nada nuestra imaginación pudo volar a la suposición del futuro de esa sentencia.

Hoy, que la verdad está arrinconada, el vuelco que le han dado a la información controlada como medio de guerra, como preparación psicológica para que la invasión a Irak se vea como cualquier película de héroes y villanos o la masacre de la franja de Gaza se vea como un acto de justicia divina; se impone la búsqueda por propia iniciativa, el reforzamiento de medios alternativos, la lucha desde abajo, el aprovechamiento de cualquier escenario para que la verdad se imponga.

Hoy que el cerco mediático criollo-implantado ha llevado a connacionales a pensar que de verdad le van a quitar a sus descendientes, sus casas y demás propiedades, las mujeres incluidas. (Lo raro es no dicen que le van a quitar los hombres). Y lo más grave a provocar estados de esquizofrenia con manifestaciones diversas de violencia, inhibiciones, auto-negación y otros efectos. Se impone serenidad, pero hay que actuar.

La unión de pueblos y esfuerzos. La optimización de todos los medios a nuestro alcance: Cámaras fotográficas, filmadoras, grabadoras, que nos permita registrar y difundir los acontecimientos. Safarse de esa prisión invisible es una tarea impostergable. ¿En cuántas ocasiones ha estado usted envuelto en un suceso o ha sido testigo, o lo ha visto en vivo y cuando ve la reseña de prensa le pintan todo menos eso? ¿Le parece casual que en algunos hechos de violencia, en el momento preciso, sólo están las cámaras del medio que la estimula o los reporteros del diario que los respalda?

A TODAS ESTAS, ¿CUÁL ES LA VERDAD PERIODÍSTICA?

La respuesta más gráfica y clara se la escuché al destacado narrador-comentarista deportivo Alvis Cedeño, el día previo al descanso de navidad, en el desarrollo de un kilométrico encuentro Caracas – La Güaira. En medio de una chercha sobre la tradicional caimanera entre periodistas y profesionales de nuestro béisbol deslizó esta perla: “Déjalos que sigan diciendo que nos van a ganar por paliza, al fin de cuentas la noticia la vamos a escribir y publicar nosotros y esa es la verdad que va creer la gente, que nosotros ganamos” ¿Qué tal?

A comienzos de la década de los 80´s, residenciado en Varsovia, Polonia; frecuentemente coincidía con un señor de un poco más de setenta años, muy educado, muy informado y con un exquisito manejo de la ironía. No escondía su actitud crítica ante el gobierno y no dejaba de hacerme comentarios que denotaban esa actitud. Un día domingo, me abre un ejemplar de un diario cuyo título en español sería “Vida de Varsovia”, busca la página de obituarios y muy sereno, convencido, pausado en el habla me dice: “esto es lo único que es verdad en este periódico”

Es la imagen que nos viene a la mente cuando llegan a nuestras manos ejemplares de esos medios conspiradores que a diario mienten.

Lo cierto del asunto, tristemente, es que el medio no publica lo que escribe el periodista sino lo que se acople a sus intereses e intenciones.

Todo indica que el antojo, los negociados, los compromisos políticos internos y foráneos de los propietarios marcan el rumbo de la opinión, sin importarles el daño que le infringen a la sociedad en general y muy marcadamente a sus ciegos seguidores.

¿Y usted cree que existe una verdad periodística?


rgustavogonzalezp@gmail.com


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Rafael Gustavo González Pérez


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