Etanol: tiro de gracia a las Metas del Milenio

La producción a gran escala de etanol dará el tiro de gracia a las Metas del Milenio propuestas por Naciones Unidas, que pretenden entre otras acciones, disminuir a la mitad el número de personas que padecen hambre en el mundo para el año 2015.

En septiembre de 2000, la Asamblea General de la ONU, integrada en ese entonces por 189 países, acordó una serie de compromisos a los que denominó Metas del Milenio que debían cumplirse para 2015.

La lista enumera varios objetivos en las esferas de la salud, la educación y la alimentación. En un lugar destacado de la relación aparece la lucha contra el hambre pues organismos internacionales aseveran que más de 1 000 millones de personas en el planeta sobreviven con menos de un dólar al día, y otros 2 700 millones con menos de dos dólares diarios, lo que es igual a no tener acceso a la alimentación de sus familias, a la atención médica, vivienda, ni al agua potable.

A seis años y medio de la aprobación de aquel proyecto mundial, un reciente informe de ONU realizado en todas las regiones del orbe puntualizó que el 1 % de las personas más ricas del planeta posee el 40 % de la riqueza global, mientras que la mitad más pobre solo es dueña del 1 %.

Es decir, las políticas de globalización neoliberal con la profusión de enormes monopolios corporativos e incremento de las privatizaciones de empresas y servicios sociales, han puesto en la picota la forma en que los Estados de las naciones en desarrollo puedan en el futuro resolver las grandes dificultades que padecen sus poblaciones.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)señaló que una de cada tres personas que viven en el mundo en condiciones de pobreza extrema se hallan en Africa subsahariana y si continúa esa tendencia, para el 2015 la cifra se elevará al 50 %.

América Latina no se queda atrás en este peyorativo índice y el 44 % de sus habitantes, o lo que es igual, 227 millones de personas, sobreviven en condiciones de pobreza.

Países que en las décadas de 1980 y 1990 del siglo pasado apostaron por introducir políticas neoliberales y de libre comercio auspiciadas por las bancas financieras internacionales con el beneplácito de Estados Unidos y de Europa padecieron o han visto cómo se incrementó la pobreza en sus naciones. Entre estas se destacaron Argentina, México, Nicaragua, Guatemala, Ecuador, Honduras y Venezuela, esta última antes de la llegada del gobierno de Hugo Chávez.

La concentración de capitales en manos de unos pocos no solo afectó a las naciones sudesarrolladas sino también a las industrializadas pues en Estados Unidos existen 45 millones de pobres y en la Unión Europea la cifra si sitúa en 30 millones de personas.

Ahora los cantos de sirena auguran a los países subdesarrollados que podrán obtener fuentes de trabajo, capitales e inversiones si ponen sus tierras a producir cereales, leguminosas y masa orgánica para convertirlos en combustible.

Poderosas compañías transnacionales de alimentos como Monsanto, Nestle, Cargill y otras, ya han expresado que incrementarán la obtención de terrenos en las naciones en desarrollo para dedicarlas a la producción de biocombustibles.

Por tanto, las futuras inversiones en esas áreas quedarán bajo control de esas empresas que contarán con mano de obra barata para incrementar sus dividendos, a la par que sacarán hacia sus países de origen los capitales obtenidos.

La fabricación de alcohol para uso industrial y automotriz (etanol) se extrae de la fermentación de azúcares o del almidón de la biomasa del maíz, cebada, mijo, sorgo, centeno, tártago, mandioca y avena, así como desechos agrícolas y forestales, con el fin de utilizarlo en maquinarias y equipos estadounidenses.

Entre las consecuencias negativas que provocaría la producción de etanol a gran escala se cita la dedicación de enormes extensiones de terreno a la producción de monocultivos que atarían a los países participantes a depender directamente de esas producciones.

En un reciente estudio sobre la fabricación de etanol, el Movimiento Mundial por los Bosques, (WRM por sus siglas en inglés) alertó que “para mover los coches y autobuses europeos con biodiesel se requerirían 25,9 millones de hectáreas, pero que si esto sucediese en toda Europa las consecuencias sobre el suministro de alimentos serían catastróficas”.

La WRM añadió que si el proyecto se llevara a nivel mundial, la mayor parte de la superficie cultivable del planeta, (además de enormes consumos de agua potable y de generación de electricidad) se dedicaría a producir alimentos para autos y no para las personas, con la consecuente debacle alimentaria.

Resulta sintomático que hasta un organismo propulsor de medidas neoliberales y de privatización como el Fondo Monetario Internacional (FMI) se encuentre ligeramente preocupado.

El FMI advirtió que el énfasis puesto por Estados Unidos, Brasil y la Unión Europea (UE) en el etanol elevará aún más el precio de los alimentos.

Estados Unidos pretende doblar el consumo de etanol en 2017, para lo cual necesitará aumentar en 30 % la producción de maíz en los próximos cinco años. En la UE, el 10 % de los carburantes deben ser obtenidos de materia vegetal para 2020, con lo cual el bloque tendrá que dedicar por lo menos 18% de su terreno cultivable a los biocombustibles.

Una tonelada de maíz solo puede producir 413 litros de etanol como promedio, o sea, 109 galones. Como Washington quiere obtener para 2017 cerca de 35 000 galones de ese biocombustible, necesitará 320 toneladas de maíz (en 2005 produjo 280,2 millones de toneladas) lo cual incrementará los precios de ese alimento, fundamental para la sobrevivencia de muchos empobrecidos latinoamericanas pues ese cereal es la base principal de su deficitaria alimentación.

Con las proyecciones de convertir grandes cantidades de alimentos en biocombustible, cada vez se aleja más esa máxima de la Declaración del Milenio de Naciones Unidas que reza: “No escatimaremos esfuerzos para liberar a nuestros semejantes, hombres, mujeres y niños, de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema, a la que en la actualidad están sometidos millones de seres humanos.” El etanol hará circular por las carreteras y avenidas de los países industrializados a miles de modernos autos pero será el culpable también de la muerte por hambre de millones de seres en el mundo en desarrollo.


hedelberto@yahoo.es


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Hedelberto López Blanch y Tomy. Rebelión

Graduado de contador (1967) y Licenciado en Periodismo (1972). Ha reportado numerosos eventos internacionales celebrados en Cuba, Angola, Zambia, Mozambique, Libia, Tanzania, Qatar, Zimbabwe, Sudáfrica, Alemania y Rusia. Fue corresponsal permanente de Juventud Rebelde en Nicaragua y asesor de redacción del diario Barricada en esa nación centroamericana entre 1985 y 1987. Ha obtenido varios premios de periodismo.

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