La voz del pueblo no fue la voz de Dios en Chile, Colombia y parte de Venezuela

La conocida frase, “la voz del pueblo es la voz de Dios”, se ha puesto muy de relieve en este proceso revolucionario que inició el comandante Chávez desde 1992. Nunca he comulgado del todo con esa “máxima” del léxico político pues las circunstancias nos demuestran que la conciencia de las masas no siempre va en paralelo con la real justicia social o mejor dicho, no forman un circuito en serie. La historia nos refleja muchísimos ejemplos. En las décadas recientes podemos ver patéticos modelos: En Bolivia eligieron dos veces al agringado Gonzalo Sánchez de Losada, un oligarca con fuerte acento yanqui. Y lo reeligieron en 2003. ¿Cómo explicar semejante “desliz” del hermano pueblo boliviano? En Perú volvieron a elegir al corrupto Alán García, quien huyo desde el fin de su primer mandato a Colombia y luego a Madrid acusado de peculado. ¡Y volvió, volvió, volvió! En Caracas ocurrió un símil en pequeña escala con el agresor de masas Ledezma y lo mismo en Miranda y Carabobo. ¿Es J.M.Santos la expresión de la “voz de Dios en Colombia? ¿El ultraderechista Piñera y su par panameño son fruto de la “voz de Dios? ¿Entonces Dios (¿?) es de derecha? La inmensa mayoría de los gobiernos del orbe son de signo contrario a la izquierda nacionalista y progresista y podemos concluir que ese “Dios” nos castiga poniendo gobiernos capitalistas generadores de hambre, violencia y pobreza. ¿Algún religioso puede explicar semejante contradicción?

La sociedad es la extensión del individuo y tal como éste sea así será la sociedad. La mayoría determina el rumbo a tomar en la administración de una empresa de accionistas, de una alcaldía, gobernación estadal o presidencia de una nación. Si las masas son manipuladas ellas se dirigirán hacia dónde quieran los crápulas de la política. ¿Por qué Bolivia y Venezuela despertaron? Porque la conciencia de las mayorías despertó con la dialéctica socialista de los respectivos líderes, porque el discurso aburrido, demagógico y torcido de los bandidos politiqueros se agotó y la gente comenzó a ponderar los hechos del pasado con la sinceridad de los candidatos emergentes de un mundo en el que vivieron en carne propia la desigualdad social y la injusticia infinita del capitalismo hambreador. Un líder puede ser muy elocuente para manejar a su antojo al pueblo pero cuando la conciencia se abre a lo nuevo, comienza a salir del letargo y toma las riendas de su propio destino. ¿Y cómo puede despertar conciencia política un individuo? Solamente lo puede hacer quien reflexiona, analiza y pondera en la balanza de la justicia la realidad socio política de su país. Es necesario tener una mente abierta y muy autocrítica para salir de la oscuridad social y enrumbarse a nuevos horizontes de justicia y buen vivir. Sin autocrítica jamás habrá crecimiento y muchos funcionarios de éste gobierno no lo aceptan de ahí la pérdida de varias alcaldías y gobernaciones importantes en las pasadas elecciones. Han sido gobernantes sin conciencia social que sólo fueron a la palestra pública deslizados en la imagen de nuestro presidente para satisfacer su ego de poder y enriquecerse groseramente. ¿Cómo viven esos “señores” actualmente? ¿Quién les audita su explosiva fortuna? Hay mucha complicidad. Fueron ellos los que engañaron a miles de personas que, conscientes de lo valioso del socialismo bolivariano, confiaron en pseudo líderes que viraron fraude. En ese caso parte de las masas tenían conciencia del esperanzador socialismo y cumplieron con el deber del voto rojito pero otra parte de esas masas lo hicieron con esperanza pero sin conciencia y por eso desviaron sus votos a los ultraderechistas que hoy martirizan al Táchira, Miranda y etc.

Esa es la cruda realidad de los hechos. Si nuestro querido comandante no quiere que perdamos más gobernaciones debe apartar esa mala praxis de elegir él mismo sus candidatos y dejar que lo hagamos en elecciones libres, en las llamadas primarias. Los candidatos a las gobernaciones y alcaldías deben emerger de la voz del pueblo y no del dedo del señor presidente, sólo así nos acercaríamos a ser algo parecido a la voz de Dios.


efraingran@gmail.com


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Efraín Jose Granadillo


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