La discusión en el PSUV

El Socialismo del Siglo XXI

Como punto previo estimo pertinente hacernos las siguientes interrogantes:

1) ¿Toda lucha por la justicia social es socialismo? 2) ¿Tiene el proyecto socialista principios necesarios que, de no estar presentes, estaríamos hablando de otro proyecto? 3)¿Es el socialismo del siglo XXI una posición crítica frente a los socialismos del siglo XX? 4) ¿Es el socialismo del siglo XXI un proyecto original que asume principios socialistas viables en nuestro contexto histórico? 5)¿Es posible formular un proyecto político socialista frente al capitalismo globalista, las derechas populistas, los demócratas radicales y los fundamentalismos religiosos que se nos presentan como alternativas en el siglo XXI? ¿Es posible definirse antiimperialista sin ser consecuentemente anticapitalista?

En principio, el socialismo es la superación revolucionaria del capitalismo, es la socialización de las relaciones entre humanos y es, igualmente, una construcción teórico-práctica del movimiento de los trabajadores manuales, técnicos e intelectuales para la liberación total, absoluta y definitiva de la lógica de la explotación del capital sobre el trabajo. En consecuencia, el sistema de relaciones capitalistas no puede democratizarse ni mucho menos humanizarse porque es la negación del ser humano y la vida planetaria.

Carlos Marx, investigó y demostró que el sistema de producción capitalista está basado en la explotación, violencia y alienación. Que la propiedad privada sobre los medios productivos es la causa de la expropiación del excedente económico generado por la fuerza de trabajo impagada. Así la lógica inmanente de producir para el mercado (valores de cambio) y no para dar satisfacción a las necesidades sociales (valores de uso) es la fuente de la alienación económica, política e ideológica en el modo de producción capitalista. Cierto es que la expropiación de plusvalía y el carácter social de la producción en el sistema capitalista –principalmente en el capitalismo avanzado–asume formas inéditas en virtud de las nuevas tecnologías. Pero tenemos que convenir en que estas categorías son inherentes al sistema que las engendró y permanecerán hasta su transformación revolucionaria.

En suma: hablar de capital es hablar de una relación social entre propietarios y no propietarios de los medios de producción en un contexto histórico en el cual los no poseedores venden su fuerza de trabajo que va a generar la plusvalía que se apropian los dueños de los medios productivos, cuestión clave en el proceso de acumulación de capital y la mercantilización y monetarización de las relaciones humanas.

Nos preguntamos: ¿Acaso esa lógica de acumular capital mediante la expropiación de plusvalía que se traduce en riqueza para pocos y pobreza para la mayoría, ha desaparecido en el mundo de las transnacionales? El hombre es un mercader para el hombre, es decir, algo mucho peor que un lobo, sentenciaba Ludovico Silva, en su libro Teoría y práctica de la ideología, publicado en los años setenta. Ahí puso al descubierto la naturaleza alienante de la economía mercantil y monetaria que ha desarrollado con creces sus medios especiales de difusión y esclavización psíquica, hoy puntales en la dominación del capital. El capitalismo produce bienes y servicios y al mismo tiempo, reproduce en la conciencia las relaciones sociales de explotación y deshumanización. Ahora bien, hoy el capitalismo se ha hecho principalmente especulativo y parasitario. Las fulanas bolsas de valores no tienen un respaldo material en bienes y servicios. Así, los problemas sociales que genera el sistema capitalista, lejos de disminuir se han agravado. En consecuencia, el socialismo está en la agenda del día.

FUENTES DE NUESTRO SOCIALISMO BOLIVARIANO

El socialismo del siglo XXI deberá ser el resultado de nuestras propias luchas, experiencias y tradiciones comunales e igualitarias de nuestras etnias y, en general, de los combates de nuestro pueblo por superar el colonialismo, el imperialismo y el capitalismo. Sin embargo, hay que asimilar las experiencias históricas internacionales que bien pueden arrojar luces a nuestra causa. No se trata de seguir dogmas que nada tienen que ver con la ciencia y la razón. Podríamos indicar, brevemente, lo que denominamos fuentes históricas de la idea de socialismo que, a mi manera de ver, guardan pertinencia en el desarrollo de nuestro debate por la construcción del socialismo revolucionario del siglo XXI.

El cristianismo primitivo comunitario, las prédicas de Jesús de Nazaret y la teología de la liberación, constituyen una primera fuente de la idea del socialismo: el amor al ser humano, la lucha por la igualdad, la solidaridad y el desprendimiento de los bienes terrenales; en una palabra, la iglesia comprometida con la liberación y comunión de los seres humanos y no con los mercaderes del templo.

Otra fuente está dada por el marxismo. Entiendo por marxismo no sólo la obra de Marx, que es la fuente teórica primaria, sino de otros pensadores occidentales y orientales y aun de aquellos que fueron proscritos por el dogma oficial de algunos partidos comunistas ortodoxos y stalinistas.

En honor a la verdad, el socialismo como teoría social con pretensiones científicas nace con el Manifiesto Comunista (1848), obra básica de Marx y Engels, y es lógico que así fuera, el capitalismo industrial como modo dominante de producción y explotación despiadada generó las condiciones objetivas para que naciera su opuesto: el socialismo científico, teoría libertaria de las masas explotadas y oprimidas por la nueva clase burguesa que venía de derrocar las monarquías y aristocracias de contenido feudal. Para los clásicos, el socialismo es una fase de transición entre el capitalismo y comunismo, así podemos inferirlo de la Crítica al programa de gotha de Carlos Marx:

“Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado.”

Marx prevé en la sociedad comunista una fase inferior, el socialismo, que emerge de la sociedad capitalista y, en consecuencia, subsiste la desigualdad del derecho burgués y cuya máxima es: de cada quien según su capacidad; a cada cual según su trabajo. La forma de Estado es la dictadura del proletariado, es decir, el poder de una mayoría que enfrenta la encarnizada resistencia de la minoría burguesa expropiada de sus medios de producción y, dado que aún permanece la lucha de clases, existe el peligro de la restauración burguesa tal como está ocurriendo en países ex-socialistas.

En la fase superior o comunismo propiamente dicho, se extingue progresivamente el Estado y las clases sociales para ser sustituidas por una asociación de productores libres e iguales. Aquí la administración de hombres se sustituye por la gestión colectiva de las cosas comunes, es decir, por el autogobierno y la autogestión económica y, la máxima reza: de cada quien según su capacidad ; a cada cual según sus necesidades.

Es preciso acotar que para Marx la organización del proletariado en clase dominante es la conquista de la democracia como forma de gobierno en la fase inferior o socialismo; opuesta radicalmente a la democracia burguesa, que se apoya en los mecanismos del sufragio, la división de poderes(entre las élites, por supuesto) y el sistema de partidos, para ejercer su dictadura contra la mayoría. En todo caso Marx hace diferencias entre la democracia como forma de gobierno y democracia como modo de convivencia o comunismo.

Por último, y esto es lo decisivo, el conocimiento de nuestras raíces históricas, tradiciones indoafroamericanas y el legado de nuestras etnias y de nuestros libertadores. Me refiero como fuente de primer orden a la resistencia indígena frente al colonialismo, al ideario bolivariano, robinsoniano y zamorano, que resume la lucha por la emancipación nacional y social, los combates por la tierra, la igualdad y contra los privilegios de la oligarquía que tronchó el proyecto de Bolívar, hoy más vivo que nunca.

Estoy convencido de que la doctrina bolivariana está vinculada histórica e ideológicamente a lo que podríamos llamar utopismo revolucionario antiimperialista y socialista.


ALGUNAS PROPUESTAS PARA EL DEBATE SOBRE LAS BASES DEL SOCIALISMO REVOLUCIONARIO

En cuanto a las bases de nuestro socialismo bolivariano, sometemos para su discusión las siguientes:

Primera: El socialismo es definitivamente revolucionario. Es una ruptura radical con el modo de ser capitalista: La propiedad privada, la división del trabajo, la producción mercantil para el cambio, la acumulación de capital y riquezas por una minoría, y no para satisfacer necesidades humanas, el endiosamiento del mercado y la competencia salvaje. En lo fundamental, es la puesta en práctica de la socialización de las conciencias, de los valores humanos, de los medios de producción y de su gestión por la sociedad. No es estatización capitalista de la economía. Ni capitalismo con “rostro humano”. Es sí autogobierno y autogestión de todo el pueblo, una construcción colectiva de trabajadores, intelectuales y excluidos a nivel nacional y mundial. Un proceso de humanización e integración plena frente a la individualización fragmentaria de un conglomerado de seres átomos que se destruyen los unos a los otros en competencia salvaje y en función del máximo beneficio; por ello de ninguna manera un grupo social así podría calificarse de sociedad. En definitiva, es la construcción de una nueva ética frente a la explotación del trabajo ajeno y los antivalores capitalistas.

Segunda: Si bien el socialismo requiere una base nacional ya que debe obedecer a nuestra historia, tradiciones, sistema de valores y cultura, tiene al mismo tiempo proyección planetaria; más aún en este mundo capitalista globalizado. No es posible entonces construir el socialismo en un sólo país. A mi juicio, esto se demostró históricamente con el derrumbe del socialismo estatista burocrático del siglo XX. Circunstancias históricas de guerra civil interna y el cerco de las potencias imperialistas ,como lo demuestra la macabra expresión del ex-primer ministro inglés Wiston Churchil: a esa criatura (se refiere a la Rusia Soviética) hay que estrangularla en el vientre de su madre antes de que se desarrolle. Así como propuso tender un “cerco sanitario” alrededor de la Rusia revolucionaria. Todo ello, aunado a la mano de hierro de Stalin, impidió el autogobierno y la autogestión de la economía por el pueblo de los soviet.

Ya Marx había sentenciado con antelación el carácter mundial de la revolución:

Ya por el mero hecho de haber creado el mercado mundial, la gran industria ha establecido una vinculación mutua tal entre todos los pueblos de la tierra, que cada pueblo individual depende de cuanto ocurra en el otro (…) y agregaba: La revolución comunista no será meramente nacional, sino una revolución que transcurrirá en todos los países en forma simultánea. Es una revolución universal y por ello se desarrollará también en el terreno universal (Gerard Becquerman. Vocabulario básico del marxismo, pág. 496.)

Hoy como nunca está planteada la revolución socialista globalizada ante el capitalismo neoliberal transnacional que este visionario de Tréveris atisbó en el siglo XIX. O nos liberamos todos los pueblos del mundo o seguiremos esclavizados por el capitalismo y su proyecto imperial.

Tercera: El socialismo revolucionario no es la justa distribución del producto social. ¡No! Los males del capitalismo no se originan en la injusta distribución de la riqueza. La burguesía se enriquece a expensas de la explotación de la fuerza de trabajo ajena. La cuestión está en que tienen la propiedad privada y la gestión de los medios de producción, y por este hecho, y a partir de ahí, acumulan capital y distribuyen desigualmente la riqueza. No existe producción capitalista y distribución socialista, como sostienen algunos ideólogos, porque ambas se inscriben en el marco de determinadas relaciones sociales de producción concebidas como una totalidad concreta que impiden trascender el capitalismo como sistema. Tampoco se trata de cogestión o de coadministrar la propiedad privada. ¡No! El objetivo es la autogestión de las cosas comunes o propiedad colectiva de toda la sociedad. El Estado revolucionario debe transferir el poder a las comunidades organizadas.

Cuarta: Si la producción es social, el producto debe distribuirse a cada cual según su trabajo (en la primera fase) y a cada cual según sus necesidades (en una segunda fase). Hoy existen nuevas tecnologías capaces de generar bienes y servicios suficientes para satisfacer las necesidades materiales, culturales y espirituales del género humano. Todo esto es imposible en las actuales relaciones de producción capitalistas que llevan implícitas el extermino de los seres humanos y del propio planeta que ya entró en una fase de agotamiento. La ira del Dios naturaleza se vuelca sobre los humanos y esa ira tiene una causa: el capitalismo globalista.

Quinta: Planificación en función de las necesidades prioritarias en cada situación histórico-concreta, a partir del desarrollo endógeno del pueblo para el pueblo, sustentable ecológicamente, en paz y cooperación con el resto de los pueblos del mundo.

Sexta: Una profunda revolución en el plano de la conciencia, la cultura y el sistema de valores que extirpe el individualismo, egoísmo, consumismo, hedonismo y la idolatría del dinero y anteponga la ética socialista de la vida, el amor, el trabajo libre y creador y la solidaridad entre humanos. Si yo genero riqueza para la sociedad estoy garantizando mi vida como individuo; no es cierto el dogma liberal de que si el sujeto se enriquece individualmente contribuye, sin así proponérselo, al bienestar colectivo; la teoría liberal concibe la “sociedad” como un conglomerado de hombres y mujeres autárquicos e incomunicados los unos de los otros. El individuo como dato primario y en contraposición al colectivo. El liberalismo, en fin, tiene como base última la ideología del egoísmo y la desigualdad natural en las relaciones entre humanos. De allí los dichos: siempre habrá ricos y pobres, explotadores y explotados, Países dominantes y Países dominados.

Séptima: Pluralismo. Cada quién conserva su concepción filosófica del mundo, su ideología, su religión y sus libertades públicas y privadas, sin que éstas atenten contra la sociedad. El individuo existe sí y sólo sí forma parte de un colectivo que lo reconoce como tal. De allí la primacía del colectivo sobre el individuo. Sin colectivo, sin sociedad no hay individuo. Sin que esto signifique negar al ser humano como individualidad e invadir su intimidad.. La bestia que nos precedió se humaniza cuando puede comunicarse y trabajar colectivamente por el bien de todos en las primigenias sociedades humanas. Esta afirmación es una verdad histórica

Octava: Democracia social revolucionaria, como fase de transición al socialismo, respeto de la voluntad popular, de las libertades públicas y de los derechos humanos. La democracia revolucionaria, participativa y protagónica es la negación de todo personalismo autoritario, de la corrupción y el burocratismo que obstruyen la profundización de los cambios políticos, económicos y sociales necesarios para dar el salto cualitativo al socialismo.

Novena: El socialismo es un acto revolucionario de amor entre los seres humanos, de comunión, humanismo y paz en procura del bien común planetario.



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Agustín Calzadilla

Agustín Calzadilla, 1942, abogado UCV, 1968; fue Secretario General del Centro de Estudiantes de Derecho y ex Presidente del COMITÉ DE DEFENSA de los DERECHOS HUMANOS; ex miembro de la Dirección Nacional de la OR/LIGA SOCIALISTA; profesor jubilado de Derecho Público en la UCV; ex jefe del Departamento de Ciencias Jurídicas, Faces/ UCV; Cursos de ampliación en Derecho Constitucional; fue miembro del Consejo de redacción de la Revista POLIÉTICA, que dirigió Daniel Hernández; colaboró con el entonces Suplemento Cultural de Últimas noticias; trabajó junto a Alí rodríguez Araque, en la demanda que se introdujo contra la APERTURA PETROLERA de la Cuarta república; presentó ante la Fiscalía de la misma época, una solicitud para anulación de los Convenios de Refinanciamiento de la DEUDA EXTERNA; ha publicado trabajos y folletos sobre La Reforma constitucional, el Socialismo del siglo XXI, y temas políticos y de coyuntura. Actualmente, prepara el trabajo PODER CONSTITUYENTE Y TRANSICIÓN SOCIALISTA (Reflexiones críticas sobre el proceso bolivariano) cuyo capítulo I, está próximo a publicarse.

 aguscalza1@yahoo.es

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