Acciones de Estados Unidos solo atacan la oferta de drogas no mencionan la demanda

En un artículo anterior mencionaba como la elite de Estados Unidos trata el problema del fentanilo como un problema económico o fiscal, evitando tratarlo con políticas ajustadas a sus características sociales y causas de manifestación. Ese es un elemento que desvirtúa según vimos la gobernanza de ese país por no manejar las causas reales.

Pero también tenemos que cuando hablan de lucha contra la droga no ven al mercado en su integridad, pues solo hacen referencia a la oferta, ofertantes que invariablemente son criminales o países extranjeros mientras que los demandantes nunca aparecen y por lo tanto son las inocentes víctimas. Tanto la oferta como la demanda de drogas necesita una infraestructura institucional, financiera, de mercadeo, que la apoye, sin ella no puede funcionar y la demanda de drogas en Estados Unidos tiene esta infraestructura de soporte, de los propios estadounidenses. Y esta referencia al mercado de droga solo como un problema de oferta ocurre a pesar de la defensa del mercado que siempre hace los Estados Unidos, que es una relación de oferta y demanda.

El caso del fentanilo, y de las drogas en general, se enmarcan en ese cuento simplista de oferta sin demanda que enfoca su "lucha contra las drogas" exclusivamente en la oferta, los cárteles, los narcotraficantes y suministros extranjeros. El hecho real es que estas políticas permiten proteger y ocultar la identidad de los capos de la droga en Estados Unidos y proteger a su sistema financiero. No hay nombres.

Al ignorar la demanda, las políticas antidrogas se convierten en un ciclo sin fin. Los criminales son simplemente proveedores que responden a una necesidad del mercado. En un sentido estricto del libre mercado, los ofertantes siempre aparecerán donde hay demandantes. Las políticas que no abordan las razones de la demanda, como la adicción, la falta de acceso a tratamientos de salud mental o la desesperanza económica, están destinadas a fracasar siempre.

Estados Unidos necesita un enfoque integral que reconozca que el problema del fentanilo no es solo una cuestión de seguridad y control de fronteras, sino también una crisis de salud pública. Abordar la demanda implicaría invertir en tratamientos de adicción, programas de reducción de daños y educación sobre el uso de drogas. Combinar estas estrategias con los esfuerzos para desmantelar las redes de suministro internas, podría crear una política más integral y efectiva.

La demanda de drogas en Estados Unidos la sostienen muchos factores, los cuales reflejan una dura realidad, que los adictos no pueden resolver solos sus problemas individuales. La crisis actual de opioides tiene raíces conocidas, pues no surgió de la nada, fue estimulada por la gran industria. Fue impulsada por décadas de sobre prescripción de analgésicos potentes como el OxyContin, que las grandes farmacéuticas promovieron, ocultando sus riesgos de adicción, creando una población dependiente de opioides. Cuando la prescripción de estos medicamentos se hizo más restrictiva, buscaron alternativas ilícitas como la heroína y el fentanilo. Los Estados Unidos creó sus monstruos.

Evitan referirse a la demanda porque se expondrían las fallas sistémicas que los políticos no pueden abordar, pero la realidad es que Estados Unidos con su consumo ha creado un gigantesco sistema y acaudalado sistema mundial de narcotráfico. En ese contexto culpar a los adictos o y a países extranjeros tildándolos de criminales como Venezuela, es más sencillo y políticamente seguro, que reconocer que la crisis de la demanda es síntoma de problemas internos más profundos de su país.

Admitir que la demanda de drogas está impulsada por la desesperanza, la pobreza o las deficiencias del sistema de salud implicaría reconocer la ineficacia de las políticas actuales y la necesidad de una inversión masiva en programas de salud pública y bienestar social. Esto podría resultar en una pérdida de capital político, ya que es más fácil de vender a Venezuela y a Maduro como el culpable, "delincuentes que atacan al indefenso Estados Unidos", y es una "solución rápida" que permite acciones efectistas y que el público de Estados Unidos se las cree fácilmente.

Estas historietas simplistas y selectivas evita preguntas sobre por qué millones de estadounidenses buscan escape en sustancias adictivas. Se requiere un cambio fundamental, pasando de una estrategia punitiva a una de salud pública, porque atacar naciones no les resuelve el problema de las drogas, aunque creo que esa visión social no está en las posibilidades actuales de los Estados Unidos.

Alguien allá debe empezar a pensar en cambiar de sistema o las drogas los devoraran.



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Oscar Rodríguez E


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