¿Hasta cuándo van a decir: hoy si es el día?

En los últimos años, Venezuela ha sido objeto de una feroz guerra mediática que no se libra en los campos de batalla tradicionales, sino en las pantallas de televisión, en las redes sociales y en los titulares de prensa internacional. Una guerra de rumores que insiste en repetir, casi como un mantra, que "hoy sí es el día" en que se producirá la invasión militar extranjera. Una guerra psicológica que busca sembrar miedo, desestabilizar la cotidianidad y obligar a la población a vivir bajo la sombra permanente de la amenaza.

La estrategia es clara: desgastar la moral colectiva, erosionar la confianza en las instituciones nacionales y generar un clima de incertidumbre que paralice la vida social. Cada cierto tiempo, circulan mensajes alarmistas que llaman a "comprar bastante comida antes que comience la guerra", como si la nación estuviera al borde de un cataclismo inminente. Sin embargo, lo que se repite no es la invasión, sino el rumor. Lo que se instala no es la guerra, sino la zozobra.

El imperialismo estadounidense ha perfeccionado un arsenal que no depende exclusivamente de tanques o aviones, sino de narrativas. La construcción de un enemigo interno, la demonización de un país soberano y la difusión sistemática de noticias falsas forman parte de un guion que se ha aplicado en distintas latitudes. En el caso venezolano, la insistencia en que "hoy sí" habrá intervención militar responde a un libreto que busca normalizar la idea de que la soberanía nacional es frágil y que la población debe resignarse a la tutela extranjera.

No se trata de un error periodístico ni de un exceso de especulación. Es una estrategia calculada: mantener a la sociedad en estado de alerta permanente, como si la vida cotidiana dependiera de un reloj que marca la hora de la invasión. El resultado es un desgaste emocional que afecta tanto a las familias como a las comunidades, y que pretende debilitar la capacidad de resistencia.

La repetición constante de que "hoy si es el día" funciona como un mecanismo de disciplinamiento social. Se instala la idea de que la población debe vivir en función del miedo, que debe acumular alimentos, que debe prepararse para un escenario apocalíptico. De esta manera, se interrumpe la normalidad y se condiciona la conducta colectiva. El rumor se convierte en un dispositivo de control.

Pero detrás de esa narrativa hay un objetivo político: deslegitimar la soberanía venezolana y presentar al país como un territorio en crisis perpetua, incapaz de sostenerse sin intervención externa. Es el mismo discurso que se ha utilizado para justificar invasiones en otras regiones del mundo, siempre bajo el pretexto de "salvar" a los pueblos de sí mismos.

Frente a esta guerra mediática, la respuesta no puede ser la resignación ni el silencio. La defensa de la soberanía comienza por desmontar el rumor, por denunciar la manipulación y por reafirmar la identidad nacional. Venezuela no es un país que espera pasivamente la intervención; es una nación que ha demostrado capacidad de resistencia, que ha enfrentado bloqueos económicos, sanciones y campañas de desprestigio, y que sigue de pie.

La pregunta que titula este artículo —"¿Hasta cuándo van a decir: hoy si es el día?"— no es solo una denuncia, sino también una invitación a reflexionar. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que el miedo sea administrado como mercancía? ¿Hasta cuándo vamos a aceptar que la vida cotidiana sea interrumpida por rumores diseñados en laboratorios mediáticos?

La respuesta está en la conciencia crítica de la ciudadanía, en la capacidad de reconocer la manipulación y en la voluntad de defender la dignidad nacional.

La guerra mediática contra Venezuela no busca únicamente anunciar una invasión que nunca llega. Su verdadero objetivo es instalar la sensación de que la invasión es inevitable, que la soberanía es insostenible y que la población debe vivir bajo el signo del miedo.

Pero la historia demuestra que los pueblos que se reconocen en su identidad y que defienden su soberanía son capaces de resistir incluso las campañas más feroces.

Por eso, frente a cada titular alarmista, frente a cada rumor que insiste en que "hoy sí es el día", la respuesta debe ser clara: la soberanía no se negocia, la dignidad no se compra y la conciencia nacional no se rinde. La verdadera batalla se libra en el terreno de las ideas, y allí Venezuela tiene la fuerza de su historia, de su pueblo y de su identidad.

El "Hoy si es el día", que está aplicando las y los militantes del odio político, me hace recordar a esos letreros que antes colgaban en las paredes de las bodegas: "Hoy no fío, mañana sí".



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Oscar Bravo

Un venezolano antiimperialista. Politólogo.

 bravisimo929@gmail.com      @bravisimo929

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