La Psiquiatría delira

La Sociedad Venezolana de Psiquiatría AVP reúne a un grupo de mercenarios de la “salud mental” (privada e individual), que defienden los viejos valores, instituciones e identidad de la burguesía, a la que llaman “Nación” y a la cual dirigen en sus comunicados, excluyendo al pueblo que para ellos es estadística, paisaje, mera existencia jurídica. Un ser humano “normal” es alguien como ellos y, muy importante, que pueda pagar sus servicios.

Esta “Sociedad Médica con más de 50 años de reconocido y serio quehacer científico” (un mediocre boletín) detenta la autoría intelectual de la “acusación” de locura contra Chávez (1), y participa en la campaña para descalificarlo junto a la mayoría que lo sigue. Porque si Chávez está loco, quienes lo apoyan (la mayoría) debemos estar peor y su juicio y elección no valen. Una justificación “científica” ideal para agredir mediática, política y militarmente a la Revolución.

“LA VIENESA LO HACE MEJOR”

Ni la población necesita a estos psiquiatras. Tal como los conocemos, son una enorme cantidad de importancia nula. Su prestigio les viene de Sigmund Freud (famoso psicoanalista del Siglo XX), sin duda revolucionario en su tiempo porque desnudó el tabú de la sexualidad subconsciente en el pensamiento de los humanos en la sociedad burguesa. Pero esos tabús sobreviven en la práctica diaria. Pero el aporte de Freud aplicado a la manipulación de masas, la propaganda y la publicidad, ha favorecido guerra, crímenes y alienación, lo que minimiza el bien de las “curaciones” individuales que se atreibuye el gremio.

La “enfermedad mental” no existe, salvo como desórdenes orgánicos, accidentes de identidad o desajustes en la resistencia al cambio y en el stress de adaptación, trastornos propios de la especie humana en cautiverio. ¿Cómo podrían los psiquiatras solucionar problemas causados por el cautiverio si su análisis parte de la base de que, siendo el cautiverio lo real, lo existente, es también “lo normal”,

Menos aún pueden analizar los pasos de un pueblo para emanciparse de los monopolios del poder y los medios de información. Y del monopolio de los psiquiatras sobre “la normalidad”, que callan interesadamente sobre los 500 años de exclusión e injusticia que han sufrido los pueblos de la Patria Grande, de la misma manera como callan las acciones de su colega Edmundo Chirinos y que nos da una medida exacta del deterioro de semejante profesión.

IGNORANTES Y REACCIONARIOS

No hace falta remontarnos al escándalo de Amílcar Lobo, psicoanalista torturador de la dictadura brasilera denunciado en los años 70 ante las asociaciones psicoanalíticas del mundo, que lo callaron 25 años hasta que, descubierta la verdad, corrieron a proclamar que la ética era “subjetiva” y, por lo tanto no científica. El mismo rigor académico que, casi en el Milenio, concluyeron que la homosexualidad no era enfermedad, mediante el método científico de ¡someterlo a votación!

CARMONA ¿UNA ALUCINACIÓN?

Basta con examinar el documento emitido por la junta directiva de la Asociación Venezolana de Psiquiatría el 4 de julio de 2002 en el Hotel Caracas Hilton, en la presencia de los jurásicos expresidentes de la Asociación.

El documento, apenas dos meses después del golpe de Estado del 11 de abril 2002, comienza por manifestar su “grave preocupación” por los acontecimientos de abril (decenas de asesinatos, prisión del Presidente, autoproclamación de un dictador, abolición del orden jurídico, alzamiento popular y reinstalación de la democracia) porque “generan” en sus clientes de clase media (que ellos llaman ‘los venezolanos’) “una situación de extrema estimulación emocional”. Si, y un bombardeo nuclear puede ser muy estresante…

EL CRISTAL CON QUE SE VEA

Levantamiento popular el 27F 1989, levantamiento militar el 4F 1992, triunfo de Chávez en 1998, fin del sistema bipartidista ese mismo año, convocatoria a Constituyente y aprobación de nueva Constitución por referéndums en 1999… hechos notables de una década transformadora de participación y esperanza para más del 60 % de la población que aprueba la Revolución y apoya a su líder. Un 30% la rechaza, sin mayores argumentos, siguiendo la campaña de difamación mediática, hecha con odio, clasismo y racismo, que incita a la contrarrevolución.

“FUERA CHAVEZ”

Los psiquiatras se unieron a esta campaña considerando que a su Nación “progresivamente se le descomponen todos sus valores, sus instituciones, su identidad, su calidad de vida y sus esperanzas”. Afirman que “Incertidumbre y desesperanza se nos han hecho elementos cotidianos de la vida…” al tener que confrontar “escenarios de violencia, de enfrentamiento, de hostilidades y discordias fraternales (…) no conocidos por nuestras generaciones vivientes”. Es evidente que han reprimido el recuerdo de los últimos 40 años de democracia “representativa” con sus miles de muertos, desaparecidos y torturados.

Para los psiquiatras de la AVP, las transformaciones políticas y sociales, son “una vivencia obligada que lacera el espíritu, consterna y enferma a una inmensa mayoría de venezolanos”. Ellos y su clase son “la inmensa mayoría” de los venezolanos.

UNA FIJACIÓN ANAL

El dinero, “la vida de lo que está muerto moviéndose en sí misma” (Hegel), producto de la renta del petróleo “excremento del diablo”, y la economía “policía secreta de las ideas” (Voyer), son el espantajo utilizado por los medios para inocular miedo en la clase media. Leemos: “(…) como terrible consecuencia de ese panorama político, una estrepitosa e injustificable decadencia económica” (…) ensombrece cada día más las normales aspiraciones de jóvenes y adultos de Venezuela”.

La AVP determina cuáles aspiraciones son “normales” y cuales no. En semejante perspectiva económica (falsa por lo demás) los psiquiatras ven amenazado su negocio y sacan sus electrodos.

“DISOCIACIÓN SICÓTICA”

La campaña de los medios es feroz y efectiva: la clase media “proyecta” la conducta violenta que teme del pueblo. “Terrorismo mediático” y “disociación sicótica” son términos que entran al vocabulario diario, pero nuestros psiquiatras no se dan por enterados y afirman que la tensión no la producen los medios, sino el lenguaje crudo y franco del Presidente. “Como psiquiatras miramos con claridad, pero con pesarosa impotencia, cómo la desmesura, la sinrazón y las incongruencias que se desprenden desde el punto más alto y ductor del país”.

Los directivos de la Asociación Venezolana de Psiquiatría “testigos de este sufrimiento colectivo, cumplimos con el irrenunciable deber ético de advertir el gravísimo desgaste y las severas lesiones que esta situación sin precedentes en nuestra historia contemporánea esta causando a todos los niveles de la población venezolana”.

¿Qué importancia puede tener, para científicos de este calibre, “el gravísimo desgaste y las severas lesiones” causadas por los grillos de 30 kilos que durante más de 30 años aherrojaron los tobillos de toda una generación castigada por Juan Vicente Gómez?

Para los psiquiatras no hay historia. Ni el pueblo ni nadie puede ser protagonista ni sujeto, sólo objeto-cliente, paciente. Se esconden tras la “objetividad científica” del lenguaje profesional, pero cuando diagnostican a la sociedad se les cae la máscara. En el diario “El Nazi-Anal” del domingo 9 de Noviembre, el “profesor de psiquiatría forense” Rubén Hernández declara: “La verdad es que cuando hay una situación de pérdida de valores, en la que la vida no vale nada, te matan por quitarte un par de zapatos o por alguna situación trivial. Aquí hace falta un electroshock colectivo”. ¿A qué se refiere este loquero? ¿Habla de golpear y torturar a un país entero como si fuera uno de sus pacientes?

Repito mis preguntas. ¿Existen psiquiatras honrados? ¿Es la psiquiatría una ciencia o apenas una superstición cultural? ¿Hay un lugar para la psiquiatría en el Socialismo del Siglo 21?

(1) Por medio del psiquiatra Juvenal Villasmil.


rotheeduardo@hotmail.com


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Eduardo Rothe


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