Nuestro antecedente de líder cambió nuestra forma de hacer política, así como nuestra forma de entender la política, ya no hay miedo de participar, ni rechazo a los espacios de organización, quizás aun debamos seguir transformándonos para lograr burlar la corrupción que nos persigue con ganas de tumbarnos enredándonos los pies para vernos caer.
Para correr más rápido que quien nos persigue tenemos que valernos de todo lo aprendido en los últimos 17 años de historia política y social, cambiamos, cambiaron nuestras necesidades, es bueno reconocerlo, es bueno saber también que hay cosas que no cambiaron, que hay dinámicas institucionales que se quedaron desfasadas en lo que su objetivo era, cometimos un sin fin de errores que es buen momento para revisar y enmendar.
Entre los mas graves esta el hecho de como despolitizamos nuestras instituciones, si, las nuestras, las que creamos en revolución, muchas terminaron pareciéndose a lo anterior o incluso peor, y ¿por qué? quizás porque a quienes a nuestro lado gritaban consignas no se les ofreció un plan de formación integral, sumamos mal, tomar un dirigente e insertarlo en una institución no siempre nos garantizará el accionar revolucionario de estos espacios.
¿Estaremos a tiempo de salvar la revolución?, los tercos, las tercas, quienes nos negamos a cruzar los brazos para ver perder lo que tanto luchamos tenemos nuestras esperanzas en el pueblo y en su poder, quienes queremos que avance la carreta estamos dispuestos y dispuestas a empujarla si hace falta, afinemos el criterio para administrar nuestras instituciones y dejemos que el pueblo nos hable de sus necesidades para acompañarles en sus luchas, solo de esta forma podemos garantizar una verdadera transformación social, una verdadera revolución del pueblo.
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