La Guerra no es contra las drogas, es contra los países y no se incluye a Puerto Rico como país

Aunque Puerto Rico no se le menciona en la reciente e inesperada campaña de Estados Unidos y Donald Trump contra el tráfico de drogas, Puerto Rico tiene un papel significativo en el tráfico de drogas en el Caribe y es considerada como un punto crítico de Tránsito y un mercado significativo de consumo de drogas ilícitas. Su estatus político como Estado Libre Asociado le otorga una posición que facilita operaciones de tránsito sin los mismos controles aduaneros que otros países del Caribe, ni intervenciones con navíos de guerra.

No se le considera un productor a gran escala de las principales drogas duras como cocaína, heroína, fentanilo, aunque sí existe una producción local de marihuana. Todos estos elementos plenamente comprobables es una muestra que la campaña con buques de guerra de Estados Unidos en el Caribe no es contra las drogas sino contra los países, los cuales pareciera que con su sola presencia molestan la hegemonía.

Es la construcción de una fachada mediática, ampliamente difundida donde el discurso antidroga encubre maniobras de posicionamiento militar, presión diplomática, control territorial y descrédito moral y ético a nuestros países. El Caribe no es visto como víctima del narcotráfico, sino como victimario por lo que se justifica su castigo sin condena judicial.

La situación del consumo de drogas en Puerto Rico es de alguna manera un reflejo de la situación en Estados Unidos. Esta situación en los últimos años no ha mejorado, sino que se ha agravado notablemente, especialmente con la también creciente crisis del fentanilo. Aunque se han implementado algunas medidas de prevención, los datos recientes y las alertas de salud pública indican que la problemática persiste y, en algunos aspectos, empeora.

Así Puerto Rico enfrenta una crisis de salud pública por el consumo excesivo de fentanilo, aunque también por el consumo de muchas otras drogas. Se está viviendo en la isla una doble crisis sin solución pensada, las drogas y el narcotráfico por una parte y la pobreza por el otro. Hay que recordar que en 2024, un director de la Agencia Federal contra las Drogas en la isla afirmó que hay más muertes por fentanilo que por asesinatos. Entre 2022 y 2023, el 84% de las muertes por intoxicación registradas en la isla involucraron fentanilo, convirtiéndose en una amenaza actual.

Al igual que en los Estados Unidos, las estadísticas muestran un incremento alarmante de eventos de sobredosis en los últimos años. Por ejemplo, los eventos de sobredosis pasaron de 42 en 2019 a 1,223 en 2022, aunque la mayoría no resultaron en muerte, reflejan la severidad del problema.

Esta escalada ha forzado a las autoridades y organizaciones sin fines de lucro a aumentar urgentemente el acceso a la naloxona, el medicamento que revierte los efectos de la sobredosis de opioides. No obstante, la distribución sigue siendo un desafío logístico, especialmente en las zonas rurales o con menor acceso a servicios de salud. La respuesta de salud pública también incluye programas limitados de intercambio de jeringuillas y promoción de la reducción de daños, prácticas que aún enfrentan estigma social y resistencia política.

La falta de suficientes centros de rehabilitación con capacidad para atender la creciente demanda agrava el panorama, por la indiferencia del gobierno de la isla, dejando a muchos individuos sin el tratamiento necesario y perpetuando el ciclo de adicción y marginación social. Es fundamental que se aborde la conexión directa entre la falta de oportunidades económicas y el auge del consumo

La juventud es un sector significativamente afectado por el consumo de drogas en Puerto Rico. Aunque el alcohol sigue siendo la sustancia de mayor uso entre los escolares (con altas tasas entre 14 y 17 años), el riesgo por fentanilo es una amenaza creciente. De hecho, muchas de las muertes por sobredosis en la isla, que a menudo involucran esta sustancia, afectan a la población joven, quienes a menudo lo consumen sin saber que está mezclado con otras drogas callejeras (como cocaína), incrementando exponencialmente el peligro mortal.

El problema no se encapsula en la juventud, pues el sector adultos mayores y ancianos no han permanecido invulnerable, ya que enfrenta problemas específicos, como el abuso de medicamentos recetados como opioides, sedantes y el uso inadecuado de drogas ilícitas, a veces debido a problemas de salud mental, aislamiento social o la exposición a drogas mezcladas. Los centros de tratamiento tienen menos recursos y programas para estas necesidades geriátricas.

Causas por las que luchar realmente contra el narcotráfico y sus variantes abundan en Estados Unidos y el Caribe, con su fachada de movilización militar para atacar países y dominarlos, trata de ocultar que no luchan contra la droga sino que se enfilan contra los países para alcanzar una imposible y tardía dominación global más allá de sus posibilidades.

 



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Oscar Rodríguez E


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