El expansionismo geográfico ha sido una de las características esenciales de la política imperialista. Pocas potencias participan en el reparto geográfico. Inglaterra y Estados Unidos han sido las más beneficiadas en el despojo de territorio a otras naciones. Pero también Estados no imperialistas (con aval de grandes potencias) han materializado políticas de rapiña de territorio.
El chauvinismo es el alboroto o exaltación de sentimientos nacionalistas para arrastrar pueblos en apoyo, fundamentalmente, de políticas militaristas por la recuperación de territorios. El capitalismo -en general- y el imperialismo –en particular- son expertos maestros en esa política. Este último utiliza diversas formas de intervención para apropiarse de territorios ajenos. Si no lo creen, sólo hay que echar una ojeada al sufrimiento y los dolores de México que ha sido una víctima de la política expansionista del imperialismo estadounidense quien, de paso por otro método, le compró Alaska a Rusia con un territorio de 1.530.000 Km2.
Entre las grandezas de la Revolución Proletaria Rusa de 1917 estuvo el haber devuelto inmediatamente todos los territorios que había usurpado y robado el zarismo a otras naciones. Lenin fue el ideólogo de esa política revolucionaria. Para que una nación imperialista devuelva los territorios ocupados tiene, una de dos, que estar de acuerdo el gobierno y el Parlamento de su nación o que sea derrotado en una guerra. Las Malvinas es una prueba irrefutable de que no lo devuelve porque ninguna de las dos cosas anteriores se ha producido. El Tribunal de La Haya puede fallar lo que crea conveniente o justo pero eso no tiene validez de materializarse si un Estado imperialista lo desaprueba.
Actualmente, se desarrolla una gran polémica sobre la reclamación de Argentina para que le devuelvan Las Malvinas. Mucha solidaridad ha recibido el gobierno de la camarada Cristina. Pero eso no pasa de solidaridad de palabras y no de hechos, por lo cual eso no conducirá a la conquista del objetivo del gobierno argentino. Cuando se trata de reclamaciones de territorios los imperialistas se unen para no devolverlos y el caso de Las Malvinas es otra prueba irrefutable de esa verdad. El imperialismo estadounidense apoyó a Inglaterra en lo que se conoció como La guerra de Las Malvinas. También, ojo y lamentable, lo hizo el Estado chileno.
Pensar, cosa que no debe haber pasado por la mente de la camarada Cristina, que por la vía de la guerra contra Inglaterra se pueda lograr la devolución de Las Malvinas es una locura de nacionalismo extremo y desesperado, aunque mucho pueblo argentino arrastre el gobierno actual. Si todos los Estados que se solidarizan con el gobierno de la camarada Cristina, al mismo tiempo, rompieran todo género de relaciones económicas, políticas e ideológicas con el Estado Inglés, otro gallo cantaría, pero eso no va a suceder. Eso es una utopía, porque el propio gobierno argentino no lo va hacer.
En este tiempo, con todo el respeto por el derecho que tiene cada Estado de exigir que le devuelvan lo que le ha expropiado otro Estado sea éste o no imperialista, no valen de casi nada las reclamaciones territoriales y, mucho menos, cuando ya han sido colonizados desde hace muchas décadas por los expropiadores, como es el caso de Las Malvinas. Lo que sí vale en este tiempo es ganarse a los pueblos para derrotar y aniquilar el capitalismo y sobre sus escombros, tomando lo mejor de su legado cultural y artístico, construir un nuevo mundo, el socialista para conducir a la humanidad hacia la fase denominada por Marx como comunista. En el socialismo propiamente dicho, altamente desarrollado, todas esas güevonadas fronterizas desaparecen, como las naciones y los Estados, y los pueblos se convierten nuevamente en humanidad sin fronteras ni distingos nacionalistas o de otra naturaleza.
Sin embargo, repetimos, todo gobierno que sienta que otro Estado le ha expropiado o despojado de territorio siempre tendrá razón de realizar sus reclamos para que se lo devuelvan. Por ejemplo, el gobierno boliviano tiene mucha razón en reclamar su salida al mar que le fue arrebatada hace muchos años y aún gobiernos de países latinoamericanos (como los de Perú y Chile) no han hecho nada concreto para que Bolivia logre su justo cometido.
Pero vayamos específicamente al caso del justo reclamo sobre Las Malvinas por parte del gobierno de la camarada Cristina. Mucho más justo, mucho más revolucionario, de parte de la camarada Cristina y que más le avalaría su reclamo sobre Las Malvinas, sería que ella llame a una urgente reunión a la camarada Presidenta del Brasil y al camarada Presidente del Uruguay y los haga reflexionar que deben devolver todo el territorio que le arrebataron al Paraguay durante la guerra de la Triple Alianza (1864-1870), en que se unieron los Estados de Brasil, Argentina y Uruguay y le cayeron en cayapa a plomo parejo a los paraguayos. Por supuesto que no vamos a exonerar al gobierno paraguayo de entonces que también tenía pretensiones de expansión territorial y de rapiña. Las mundialmente conocidas como las cataratas del Iguazú pertenecían a Paraguay y eso produce muchas divisas económicas por turismo. Paraguay las necesita. Devuélvanselas, como un gesto de buena vecindad y de solidaridad entre naciones hermanas. Dejemos a los imperialistas los principios de halcones pero no a los gobiernos que saben que el imperialismo es el gran enemigo del mundo. No se ha acabado el tiempo de las ideas porque es ahora cuando se están dando los primeros indicios para una batalla decisiva: o capitalismo salvaje (miseria, represión y sostenimiento de políticas de arrebatos de territorios ajenos) o socialismo verdadero (justicia, libertad y desaparición de fronteras). No existe, por largo tiempo, término medio. Que nunca más un Estado chileno apoye a un imperialismo contra alguna nación latinoamericana o caribeña en nuestro continente que reclame devolución de territorio que le fue robado por una u otra vía política. La camarada Cristina como la camarada Presidenta del Brasil deben saber que en el Tratado que puso fin a la guerra de la Triple Alianza los gobiernos de Argentina y Brasil igualmente se jodieron en su aliado el gobierno de Uruguay y que el Paraguay perdió, según datos creíbles, entre el 50% y el 80% de su población y 169.174 Km2. ¿Qué se puede decir de eso en la actualidad en que se habla de la integración latinoamericana y caribeña?
Ahora Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay están bajo gobiernos que se llaman hermanos, que dicen defienden intereses socioeconómicos comunes, lo cual, igualmente, debería indicar la necesidad de ponerse de acuerdo para devolver el territorio despojado a Paraguay en la guerra de la Triple Alianza. Eso sería una decisión revolucionaria de los gobiernos de Brasil, Argentina y Uruguay, aunque a éste último no le correspondió nada en el reparto de la expansión geográfica brasileña y argentina. Sencillamente, es nuestra opinión sin desmeritar en nada el justo reclamo que hace el gobierno argentino para que le devuelvan el territorio de Las Malvinas..