Rodeo I, II y III…

Quizás ésta sea la oportunidad de hacer lo que no habíamos hecho antes… La derecha tradicional y el capitalismo sólo creen en el castigo y la represión. Hoy, hipócritamente, hablan del ser humano. La izquierda verdadera y el socialismo creen en la educación y la rehabilitación del interno. Hasta ahora, sin embargo, hemos hecho lo contrario. Hemos actuado como el capitalismo. En ellos, la represión es su costumbre y su norma, en nosotros es una afrenta y una vergüenza. Allí están Guantánamo y Abu Ghraib. Allí están la silla eléctrica y la cámara de gas, la horca y la guillotina.

“Como no se puede acceder a la vida de la clase alta por la vía normal, se recurre a la vida del delito. No se delinque para sobrevivir, porque se tiene hambre, para salir de la pobreza, se delinque por el lujo. No se roba sino para tener lo bueno…Lo bueno quiere decir lo distinguido, las “marcas”, lo que tienen los ricos, los destacados, los burgueses, los “cartelúos”…No se roba para nada estable, para nada proyectado hacia el futuro, como para poner un negocio y vivir bien de él, o para comprar un terreno, ni siquiera para tener una casa, que es la aspiración de todo venezolano popular... Se roba para lucir, para disfrutar el momento, para el consumo inmediato…”. Esta extensa cita pertenece al excelente libro del padre Alejandro Moreno, “Y salimos a matar gente”. Una investigación sobre el delincuente venezolano violento, de origen popular, estructurada en torno al testimonio de 14 “historias de vida”. El delincuente copia el modelo exhibicionista del capitalismo, el del consumo desenfrenado, el del “vale quien tiene”, el que ve en la TV, las películas gringas y los video-juegos, con toda su carga de violencia (armas, muertos y sangre). La sociología moderna ya no hace énfasis en la “exclusión social”, como causa primordial de la delincuencia, sino en la “exclusión del consumo”…

Seguirá aumentando la delincuencia mientras siga prevaleciendo, entre nosotros, la sociedad de consumo capitalista. ¡Esto no hemos sabido enfrentarlo! ¡Ni explicarlo! Y, tampoco, habrá Plan de Humanización de cárceles que valga, si no enfrentamos la corrupción carcelaria. Estamos dando un primer paso. ¿Tendremos la valentía suficiente para seguir adelante?

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Reinaldo Quijada


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