Del Género Gramatical al Género Indefinido e Infinito (I)
¿De Las Luchas por los Derechos de la Mujer al torbellino genérico L,G,T,B,I,Q +…?
Por Aquiles Thaigo, D.
La comprensión del significado y alcance del término GÉNERO, estaba perfectamente claro para mí, con las explicaciones y ejemplos que sobre ello hicieran mis maestros de primaria, profesores de castellano en secundaria, formación universitaria y, en general, la sucesión existencial como proceso de educación permanente. No tenía ninguna duda, conflicto político, ideológico, social o personal, con la acepción de Género como una categoría gramatical que cumple funciones de clasificador, dividiendo a los nombres en clases: masculino, femenino, neutro e indeterminado y números: singular y plural, para favorecer la concordancia (genérica y numérica) en las construcciones gramaticales. Para [RC1] el caso de las personas o seres humanos, el género estaba, indubitablemente determinado por el sexo: Así, hombre, macho, varón: género masculino; mujer, hembra, varona: género femenino. Lo cual se definía finalmente por los artículos determinativos, tanto en singular, como en plural: el hombre, los hombres; la mujer, las mujeres.
Para sustantivos en general, adjetivos, pronombres y cosas, el género se establecía por la terminación verbal: “e”, masculino, “a”, femenino. En otros casos, era más complejo: “i”, “o”, “u”; consonantes como “r”, “n”, “t”, “y”, “z”, se resolvían de manera simple: “porque así debe ser” y había que aprenderse de memoria las distintas expresiones. Así, no tenía problemas en hablar de:” el maní”, “el bueno”, “lo bueno” (género neutro) “el bate,” la bata” (que no es femenino del anterior) “la mata”, “el mato” (lagartijo, que no es masculino de la anterior) “el mar o la mar”; “el calor o la calor” (géneros indeterminados) “la compasión”, “el complot”; “el buey”, “la matriz”. El género, entonces vendría siendo la manera de expresarse el sexo de las palabras; algo así como su fenotipo, que en el caso de los seres humanos estaría determinado ontogénicamente por su genotipo.
Esa claridad sobre el concepto de género, sufrió un empañamiento en los años 80, al echar una ojeada al documento “Estereotipos de género en los libros de texto venezolanos”, trabajo elaborado para la OEA por la periodista Rosita Caldera, pionera nacional en las luchas por conquistar Derecho y Justicia para las mujeres. Si mal no recuerdo, la idea central era que en los textos venezolanos se resaltaban ejemplos, ilustraciones, acciones y valores relacionados a los hombres (género masculino) por sobre las mujeres (género femenino) reforzándose la masculinidad sobre la feminidad, por tanto, debía buscarse equidad en dicho tratamiento para ambos géneros De acuerdo; sin embargo, una puntadita quedó latiendo al interrogarme: ¿por qué no hablar de estereotipos sexuales sino de género? No le paré, porque siendo sexo y género igual para mí y considerándome claro en el asunto de equidad hombre – mujer, me pareció algo banal, sin sentido, ni interés, preocuparme por eso.
Años más (finales década 90) saliendo con una amiga en Parque Central, esta me dijo “acompáñame un momentico que tengo una reunioncita aquí abajo”. Entramos al sitio y allí estaban, de quienes recuerdo, “La Negra” (expresión de alto cariño y admiración) Argelia Laya, Sonia Sgambatti, Elia Borges de Tapia, Rosita Caldera, Elena Fierro, Paulina Gamus, Mercedes Pulido e Isbelia Segnini.
Mujeres de diferente militancia política, activistas por los Derechos de La Mujer y Familia, pero TODAS orgullosas y con aceptación de su naturaleza de MUJER, femeninamente femeninas, no redundante, al no tener ellas ningún complejo en expresar tal condición en su vestimenta, maquillaje, adornos, lenguaje y gestos, quienes gozaban de respeto y valoración en sus respectivos ámbitos sociales, profesionales o políticos, de desempeño, por méritos propios que no, “porque eran mujeres”. Resalta como logros importantes de esas damas, la Reforma del Código Civil Venezolano y, el inicio de lo que posteriormente llevó a la LOPNA.
Sentado a distancia, en mi espera, seguía con atención la conversa, la puntadita de antaño reapareció, pues frecuentemente usaban la expresión “enfoque de género”. En determinado momento intervine diciéndoles algo así: “…la lucha de las mujeres no puede ser contra los hombres ni sin los hombres, pienso sería más efectiva incorporándoles.”. Inmediatamente, La Negra me lanzo: “amiguito” (pues nos conocíamos) ¿tu estarías dispuesto a reunirte con nosotras? Sin ningún problema, si me lo permiten, respondí.
Así, jueves en las tardes, participé en varias reuniones, sintiéndome honorado, como luchador social, de hacer algún aporte a sus loables objetivos, sin dudas ni conflicto genérico alguno sobre ello, pues lo de género, para mí, seguía siendo algo gramatical, sin complicaciones. En cierta ocasión llegué a preguntarles ¿Qué es eso de enfoque de género? Intentaron explicar, pero no entendí porque no supieron hacerlo, no estaban claras al respeto o yo tenía el bruto activado. Jubilado, retirado de activismo político gremial y dedicado a otros menesteres, dejé a un lado, por largo tiempo, esas inquietudes. Lejos estaba de imaginar lo que se estaba gestando.
Sigue el tiempo su decurso y pudo percibirse en el ambiente cultural mundial, cambios en favor de los derechos de LA MUJER y de sectores sociales extremadamente discriminados, tal el caso de los homosexuales. La película Filadelfa, con Tom Hanks como protagonista (1993) marcó hito en un cambio sobre la percepción de este tema, que codujo a un mejor tratamiento social y legal del mismo, lo que determinó un mayor respeto de los individuos como tales, sin menoscabo de sus preferencias sexuales.
Cambios generacionales culturales importantes, también se dieron en la relación hombre-mujer, apreciándose, por ejemplo, en un compartir más, los varones, las labores hogareñas. Pero, al mismo tiempo, pareciera se abrieron las puertas de un gran desván, closet, sótano o escondite social, donde estuvieran encerradas por largo tiempo, un sin número de identidades, conflictos y pudiera decirse, hasta perversiones sexuales o siquiátricas que, habiendo hecho un laborioso y bien financiado trabajo, irrumpieron luego, como huracán en la sociedad.
No lo vi venir, por eso fui sorprendido en el 2022, cuando estando con una sobrina en un café, me encontré con una amiga feminista de vieja data, miré la TV al notar que la amiga le tenía clavados los ojos, moviendo negativamente la cabeza y susurrando ¡no puede ser! En la tele pasaban una marcha, desfile, concentración o comparsa carnavalesca, de un conjunto de especímenes vivientes que me hicieron recordar escenas fílmicas de aquelarre.
Digo especímenes porque mal podía diferenciarse que era hombre, mujer u otra cosa, pintarrajeados, vestidos o disfrazados de no sé qué. Asombrado le pregunté ¿Qué vaina es eso? A lo cual respondió: “...es la marcha del orgullo de la comunidad gay”, que ahora es l, g, t, b, h, i, q, etc., de España y festejan la promulgación de Ley Especial para ellos. Y ustedes, las mujeres, ¿cómo quedan ahí? Nada que ver, eso es otra cosa, me respondió. ¡Ay Tío, tienes que actualizarte, dijo la sobrina, sentada al lado, agregando: en pocas palabras, “esos” manejan una teoría de que el sexo no es determinante para establecer el género de las personas, el cual no es más que un constructo sociocultural. Acusé el golpe, ya no puntadita.
Pues sí, comenté, tendré que ponerme al día, pues tal como percibo por encimita, esto es “mucho con demasiado”, como dicen los “gochos; el acabose, diría mi madre; incertidumbre total, el caos ataca, bajo el dominio de lo absurdo, apertura de “Caja de Pandora Genérica”, agregaría yo. Resulta que todos esos especímenes, se identifican cada uno como un “género” en particular, pero se presentan y promueven todos, en un solo paquete conocido como “colectivo” l, g, t, b, h, i, q +, … (hasta infinito será, agrego).
Llama la atención que sus más ardientes defensores son ¿mujeres? quienes se autocalifican como “feministas”, haciéndole flaco servicio a la causa MUJER, al sustentar sus intereses en una contradictoria y discriminatoria “Teoría de Género o “enfoque de género”, que mete a las mujeres en el mezclote l, g, t ,b ,h, i, q +, pero excluyéndoles (la inicial “m” o “f” no aparece) y donde EL HOMBRE es considerado como opresor y potencial agresor, asesino de mujeres y no como compañero, complemento de LA MUJER, en la creación de vida, familia, cultura, sociedad y en las luchas por equidad y justicia para todos, en los múltiples ámbitos de la existencia humana.
¿Feministas? ¡va de retro SATANÁS! exclamaría Florentino, “el que cantó con El Diablo”, nada que ver con las mujeres, MUJERES, FEMINISTAS que conociera, cuando me bastaba con el GÉNERO GRAMATICAL y no pretendía imponerse una degenerada y degenerativa teoría o enfoque de género que, al ser fluido y depender de la autopercepción, lleva hasta la infinitud e indeterminación, las variantes y matices de género que pueden existir según esta, a mi juicio, aberrante ideología.
Estamos al borde de un precipicio y los GENÉRICOS, GENÉRICAS Y GENÉRIQUES nos dicen: ¡AVANCEMOS!