De canciller a conductor de la nación

Cuando los españoles invadieron a nuestras tierras de América Latina y el Caribe, trajeron entre otras costumbres las del ejercicio de la discriminación desde la cursi figura del abolengo, nobleza, pureza de piel y sangre, títulos nobiliarios y otras ridiculeces más, de las cuales se desprendía la lechuguina idea de que el trabajo era una actividad vergonzante y por tanto estaba destinado solo a las clases sociales más bajas. Así nació en nuestro país la esclavitud, el sirviente, la sirvienta (detesto estos vocablos), la clase obrera y el campesinado. Por supuesto, los llamados aristócratas, jerarcas de la Iglesia, banqueros, burguesía y grandes empresarios terminaron enriqueciéndose a costillas del sudor y sangre de todos aquellos que según ellos ejercían trabajos despreciables y humillantes. Por supuesto esa godarria y las generaciones que le siguieron nunca conocieron otro trabajo que el de contar y resguardar sus finanzas.

Estos señores mantuanos dejaron a sus descendientes enormes fortunas, pero entre todas ellas, la más productiva fue la de seguir explotando y despreciando a los trabajadores. Ahora convertidos en petimetres, caballeretes, currutacos, figurines, gomosos, lechuguinos y virotes, (léxico allupciano), solo aprendieron a vivir de las fortunas de sus antepasados o utilizar bien sus influencias para sacarle al Estado todos los recursos posibles, hasta para fundar partidos. Nunca supieron lo que es salir en la madrugada y retornar cuando ya oscurece, servir en casas y empresas en los que se les discrimina. Nunca supieron que significa batir mezcla y pegar bloques, recoger basura, trajinar en una fábrica, sembrar y cosechar alimentos, soldar, coser, jornalear, manipular maquinaria o manejar un taxi buseta o autobús.

Es por ello que se entienda el desprecio y el odio brutal por el candidato Maduro. Entre otras razones porque no pasó por una de sus alienantes universidades, cuando en realidad se estaba formando fuera de ellas como uno de los más brillantes líderes políticos con que cuenta nuestro país, Co-redactor de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Diputado a la Asamblea Nacional, Presidente de la Asamblea Nacional y luego Canciller de la República durante más de 6 años, lo que perfectamente equivaldría a un Post-doctorado en Relaciones Internacionales. Promotor y constructor de los proyectos de integración: ALBA, CELAC, UNASUR, MERCOSUR, acompañando en esta tarea histórica a sus impulsores: Hugo Chávez, Nestor Kirchner, Cristina Fernández, Evo Morales, Fidel Castro, Luiz Inácio Lula da Silva, Daniel Ortega, Rafael Correa y José Mujica. De allí que se entienda perfectamente la legación “del tamaño de una luna llena” que hiciera sobre Maduro el Presidente Invencible Hugo Chávez. Seguro estaba que era el hombre capaz de darle continuidad a la siembra y recolección de sus sueños. El título que más honró a Simón Bolívar en vida fue el de libertador, para Chávez era el de servidor de los desposeídos. Nicolás Maduro, en consecuencia no buscará otra gloria que la de ser un inquebrantable y leal seguidor de los sueños de ambos libertadores. Nicolás adquirió su mayor título en su indestructible compromiso con sus camaradas, los trabajadores venezolanos, los desposeídos y discriminados de siempre. Su sencillez, honradez y rectitud, forman un escudo acerado frente a las barbaridades con las que sus enemigos pretenden destruirlo y una muralla infranqueable frente a la barbarie capitalista.

En cuanto a los títulos universitarios, hoy tomados como títulos nobiliarios y de distinción social por muchos, no miden ni definen la calidad humana, ni la capacidad de servicio a los demás, que se supone, debiera ser el desiderátum de la raza humana. Las universidades en su gran mayoría terminaron siendo centro de formación de explotadores y explotados, aunque esto suene muy duro. Basta con mirar a su alrededor y preguntarle a cuanto universitario se pueda, cuál ha sido su aporte concreto al desarrollo social del país. Por supuesto que esto no se aplica a todos los universitarios, existen profesionales dignos que sí han hecho grandes aportes a la patria, pero lo que es innegable es que las universidades bajo el viejo paradigma continúa graduando profesionales sin haber recibido un curso de historia, economía política, filosofía, sociología, y totalmente desposeídos de todo aquello que hable de sensibilidad social.

Para entender mejor cuánta fantasía se teje alrededor de los títulos, les contaré que conocí a un profesor universitario con varias maestrías y un doctorado alcanzado en una prestigiosa universidad norteamericana; su acelerada carrera terminó en una penitenciaría del país en razón de sus fechorías como narcotraficante. Supongo, ustedes sabrán de otros casos por el estilo: violencia académica - como la ejercida sobre Génesis Perozo, agredida física y verbalmente por el profesor Jesús Manuel Maldonado (profesor de Derecho Romano de la ULA)- profesores que hurtan equipos, profesores que venden exámenes, aplicación de coerción sexual, profesores comerciantes, politiqueros corruptos, profesores que dedicados a sus haciendas, comercios o empresas, brillan por su ausencia en las aulas, en fin delincuentes de toga y birrete. Por el contrario, todo el mundo conoce cómo un obrero metalúrgico por esfuerzo propio y con méritos suficientes como gran líder, llega al cargo de Presidente de la República de la 5ta nación más poderosa del mundo: Brasil. Nos referimos a Ignacio Lula da Silva, admirador y gran amigo de nuestro presidente Hugo Chávez y ahora, leal aliado de Nicolás Maduro, a quien considera su compañero de luchas por las causas más nobles.

Ser chofer, como soldador son trabajos dignos, de utilidad inmensa en cualquier sociedad, no solo en lo personal por cuanto permite de manera honesta producir los recursos necesarios para sostener y hacer crecer a una familia, sino en lo social. El primero de ellos permite la movilización de millones de seres humanos a los destinos más diversos, constituyéndose en una pieza esencial para la dinámica económica de un país; el segundo, la elaboración de los materiales de hierro y acero con los que se construyen barcos, edificios, ferrocarriles, carros, casas, etc. Para quienes tienen alguna duda, imagínense por un instante un país sin estos profesionales.

Lo que acá expreso es suficiente para decir que nos sentimos inmensamente orgullosos de que el trabajador y canciller venezolano Nicolás Maduro quede confirmado como Conductor Presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

alcidesrivas@gmail.com


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Rubén Rivas

Merideño, Profesor de Música, con estudios en la Escuela de Música de la ULA. Egresado de la U. de Chile. Magister de la U. de Cincinnati. Autor de los proyectos de Carrera de Licenciatura en Música de la Universidad del Zulia y Universidad del Táchira.

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