Los 200 años de nuestras independencias no serán para seguir colonizados por USA y Europa

Estamos en la coyuntura 2004- 2021-2024-2026 de los 200 años de nuestras independencias (Haití: 2004), Venezuela. 19 de abril de 1810-2010, 5 de julio de 1811-2011; Congreso de Angostura, formación de La Gran Colombia (1819-2019), (Carabobo: 1821-2021), (Ayacucho: 1824-2024), de la doctrina imperialista de Monroe “América para los americanos”(1823), del Congreso de Panamá (1826-2026); de la derrota parcial del bolivarianismo por el imperialismo norteamericano con la disolución de la Gran Colombia (1830) y la complicidad de las élites criollas., para imponernos el hispanocentrismo cultural y el panamericanismo anglonorteamericano, destaca Rivas-Rivas, ubicándonos en el motivo de la entrevista. Señala que es una crisis profunda la que estremece el planeta. Es no sólo una crisis económica, sino una crisis del derroche, de lo antieconómico, anti-civilizatorio y antihumano. Peligra la vida y la tierra.

Hay una serie de iniciativas, hispánicas, ibéricas, latinas, en complicidad con ciertas élites nativas, con privilegio mediático y editorial por encima de la iniciativa de los propios interesados, que somos nosotros los pueblos, los indoamericanos, afroamericanos, indomestizos y blancos de orilla, que curiosamente formamos parte tanto de clases oprimidas como trabajadores, como de etnias y nacionalidades negadas en nuestros propios territorios colonizados y neocolonizados. Víctimas del colonialismo interno y externo. Por todo esto, si la iniciativa no es nuestra, la celebración de nuestras independencias, no tendrá sentido para profundizar la segunda independencia que complete el proceso de integración planteado por Bolívar y Miranda, San Martín, Hidalgo, Artigas, Sandino y motorizado hoy por el Presidente Chávez y Fidel, Evo Morales como primer presidente indio, Correa, Ortega, Lula, Fernando Lugo, los pueblos y los movimientos político-sociales. Y promueva a un nivel más profundo el Socialismo del Siglo XXI en sus distintas modalidades como el paso necesario para la liberación definitiva. Además debemos apelar a nuestra intelectualidad aliada: Eduardo Galeano, Esteban Emilio Mosonyi, Adolfo Colombres, Mario Benedetti, entre otros.

Todos nuestros viejos y nuevos dominadores siguen teniendo los mismos y nuevos intereses. No aceptaremos `pretextos de nuevos panamericanismos de la doctrina de Monroe, ni las alas paternales de los viejos imperios hispánicos, íbéricos y latinos, que arrope lo americano pleno para negar lo indoamericano y lo afroamericano, para negar nuestra diversidad cultural y étnica bajo pretexto de una “cultura única mestiza” (entre comillas). Y luego presentarnos ante el mundo como caricatura y como invención de Europa, al estilo de una “Raza Cósmica”, la de Tarzán y El Llanero Solitario: hija de Supermán, lo que en el fondo no es más que un injerto de morrocoy con guacharaca, sin vida propia, sin identidad, sin estrella y sin cielo. Es un criollismo sin asidero, con pretensiones de homogeneidad cultural y de pretendida superioridad sobre los pueblos indígenas y afrodescendientes, pero aceptando al mismo tiempo, vaya contradicción, la minoría de edad histórica y cultural frente a sus padrastros y madrastras europeos y norteamericanos. Esta cultura llamada criolla (de críos, criados o menores de edad) es una especie de lugar intermedio para ningunearnos, para llevarnos al matadero, que pasa por un proceso de desindianización, desafricanización y deshispanización progresiva hasta caer en un vacío cultural ficticio, ideológico y convertirnos en presa fácil de una nueva recolonización euronorteamericana. Supuestos “pueblos nuevos”. Sobre todo en una coyuntura histórica en la cual pareciera que Estados Unidos, derrotado en el mundo busque replegarse de nuevo en su patrio trasero de América Central, del Sur y el Caribe. Y en el entendido que asumir la herencia hispánica o ibérica, no debe significar culto a los viejos y nuevos conquistadores o, una nueva anexión al paternalismo cultural iberoamericano o latinoamericano, yendo más lejos. Vale decir, no es hora para que en los 200 años de nuestras independencias algún rey europeo nos mande a callar o algún jefe del gobierno norteamericano nos convierta en un gran “Estado Libre Asociado” como Puerto Rico o en nuevas colonias simulando “pueblos y provincias de la península ibérica”, como lo quiere Guillermo Morón, reforzando al fin de cuentas el colonialismo euronorteamericano en un nuevo modelo de acumulación capitalista a escala global.

El colonialismo hispánico, ibérico y latino no quieren celebración de nuestras Independencias, quieren es conmemoración, un simple recordatorio, un saludo a la bandera, sin que se toquen las causas profundas y múltiples del colonialismo. Evaden en lo posible la unidad en nuestras diversidades. Sólo se interesan por las exclusivas y excluyentes diversidades occidentales. Lo indio y lo afro sigue siendo el tabú y sobre todo, la interculturalidad de los sistemas educativos a escala nacional, continental y planetaria.

Debemos recalcar que la primera independencia fue un problema entre padres e hijos de españoles nacidos en América. Miranda siempre recalcó el pecado mortal de haber nacido en América, como eterno castigo del colonialismo europeo. Los mismos guanches canarios eran isleños, no peninsulares. Y por tanto eran “blancos de orilla”. Los hijos de europeos nacidos en América, mucho menos sus nietos, podían desempeñar los altos cargos políticos y religiosos, se les veía como americanos plenos, no como europeos. El mismo europeo radicado en América, ya no era europeo, era un indiano. Ya se volvía mono, con taparrabo sobre los árboles, para indicar despectivamente que se indianizaba y no con el tiempo sino instantáneamente como lo observó Ortega y Gasset. De allí que la primera independencia fuera una guerra abierta entre americanos y europeos, entre padres e hijos y entre indianos y europeos a otro nivel. Indiano era todo europeo radicado en América.

Llama la atención que en los albores de nuestra segunda independencia, Europa esté muy preocupada por reconocer en forma muy tardía a sus hijos y nietos, otorgándoles ahora pasaporte europeo. Juegan hipócritamente a un reconocimiento que no lo hubo en 500 años y que en la práctica es una nueva táctica dentro de la estrategia del colonialismo occidental. Estos supuestos “europeos de ultramar” o europeos de segunda o tercera categoría es simplemente un gancho para prolongar la indefinición de identidad americanista por parte de esas élites. Buscando que se sientan europeos, como nuevos colonizadores sobre los nativos indoamericanos, afroamericanos e indomestizos, aunque en el fondo, en Europa jugarán siempre a segundones o tercerones. Aparte de ello, esto tampoco cuadra bien con todo el racismo europeo, con la emigración de Nuestra América, de África y países árabes hacia Europa. Lo cual resulta contradictorio y una camisa de fuerza represiva. Todo euroamericano es de alguna forma indoamericano y afroamericano. Pero no de una manera indiferenciada. Tiene que hacerse presente y consciente, manifiesto. Diferenciado en lo cultural y en el género, para buscar la igualdad social… Respetuoso y orgulloso de los pueblos indígenas actuales. Como lo hizo de cierta forma, con las limitaciones de su tiempo, Miranda en su Manifiesto de 1801: Acordaos de que sois descendientes de aquellos Ilustres Indios, que prefirieron morir a vivir de rodillas. Porque avergonzarse del aborigen que hay en nosotros y de la Madre India es aceptar la vergüenza del continente y de todos sus pueblos. América no caminará sin el indio, decía José Martí.

América no es una invención de Europa. Y lo europeo aquí presente como herencia cultural, también ha sufrido profundas trasformaciones históricas y sociales. Es un fariseísmo intelectual sostener que lo único que existe son transplantes o implantaciones europeas en este continente desde la conquista hasta hoy. Es la trampa del colonialismo: o es lo indígena lo inmutable, lo inamovible, lo que no cambia, lo que está fuera de la historia supuestamente y por eso hay que barrerlo. O ya, es lo europeo lo único que persiste como lo europeo en su pureza europea con todos los cambios y transformaciones históricas.


El único continente que se nutre de todo el mundo sin hacerse sincrético, sin eclecticismos, sin perder su coherencia, originalidad, trascendencia, creatividad y personalidad cultural. Esto mismo es el racismo cultural de Occidente, que niega toda originalidad y toda trascendencia a este continente, a sus pueblos indígenas y poblaciones afrodescendientes. Se olvida que lo euroamericano tiene también creaciones originales con respecto a lo europeo propiamente dicho… No imitar a Europa. El inventamos o erramos y la interculturalidad son un reto político de la creatividad participativa para el socialismo del siglo XXI. América no es sólo invención de Europa, como Europa tampoco es sólo invención europea, porque ni siquiera su nombre como continente tampoco es europeo. Ni logra su unidad cultural, política y territorial sólo desde Europa; y la misma España comienza a configurar su unidad a partir de su tropiezo con América a partir de 1492.. Pero, negando su diversidad étnica y cultural y definiéndose a regañadientes hoy como país multiétnico y pluricultural. Europa es producto del concurso de toda la humanidad, aunque desigual, impuesto por reglas de juego ajenas, resultado del proceso creciente de expropiación cultural por el capitalismo occidental.

El liderazgo de Hugo Chávez es una garantía para todos los excluidos. Especialmente los pueblos indígenas, los afrodescendientes y las mujeres. Tenemos que dignificar a la madre frente a 5000 años de patriarcalismos para restablecer el lugar del padre. Y más allá de esto, dignificar a la Madre India y a la Madre África. A la Madre Tierra frente al desequilibrio del planeta.


saul.rr1@gmail.com


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Saúl Rivas Rivas


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