El sentido común y la opinión pública

Es de suponer que todo ser humano vivo piensa y para realizar tal ejercicio se necesitan herramientas, una de ellas es la palabra. En el entendido de que el verbo "pensar" se refiere principalmente al acto de formar o combinar ideas o juicios en la mente, así como examinar algo con atención para formar un juicio. Imaginemos que carecemos de vocablos o frases sería, en este caso, imposible formar o combinar algo en la mente antes de tomar una decisión o darle solución a un problema, es decir, no se podría pensar.

Es frecuente escuchar a las personas alardear del "sentido común", el cual se refiere al modo de pensar y proceder que la generalidad de las personas considera razonable y adecuado en situaciones cotidianas. Hay quienes creen que el sentido común son los conocimientos y las creencias compartidas por una comunidad considerados lógicos, razonables y apropiados en situaciones cotidianas. Es decir, el sentido común vincula cierto conocimiento que permite reaccionar adecuadamente en situaciones de la vida diaria, muy relacionado con la sabiduría popular.

Debo destacar respecto a los términos anteriores que ambos conceptos están conexos con el acto de pensar, es decir, si carecemos de vocabulario adecuado es casi imposible pensar y por lo tanto no podemos conformar el sentido común, además, este concepto no es individual, sino son conocimientos y opiniones provenientes del mundo exterior, es decir de la comunidad o de un colectivo, concerniente con la sabiduría popular. En mi opinión es casi imposible enfrentar algún inconveniente utilizando el sentido común, es preferible el buen sentido. El sentido común proporciona la forma universal de identidad, mientras que el buen sentido es más individual, aporta cualificación, es decir, la determinación de qué aspecto de la experiencia son relevantes en un contexto dado. En todo caso, el sentido común es un producto histórico y múltiple, que debe ser criticado y superado por la filosofía, la cual coincide con el "buen sentido" como forma de pensamiento más profunda y crítica.

Es frecuente leer en los medios de comunicación y ahora en las redes sociales la frase "opinión pública" como una especie de valoración generalizada a nivel social que existe respecto a ciertos asuntos de interés colectivo, reflejando los sentimientos de la mayoría de las personas en una sociedad sobre temas de importancia general. También se puede entender la opinión pública como el sentir de una sociedad acerca de determinados asuntos a través de la interrelación entre los criterios y actividades de una estructura social.

Lo bueno de las definiciones y los conceptos es que tales términos se explican pensado en un mundo ideal, donde todo el mundo piense, utilice el buen sentido para valorar una situación determinada y entienda que la opinión pública, no es una opinión individual, sino un veredicto perfectamente manipulado por especialistas de los medios de comunicación para hacerle creer a los lectores o usuarios que las sentencias de estos es un sentimiento generalizado. Es decir, la opinión pública es una opinión privada.

Ahora bien, una persona que no piensa, como es la generalidad, por carecer de vocabulario, se dejará arrastrar por el sentido común de la comunidad y no por el buen sentido individual, este individuo es una presa fácil de la opinión pública inducida por los dueños de los medios de comunicación.

La opinión pública dejó de ser un hecho individual, lo transformaron en un formato colectivo que se puede manipular porque no es un criterio propio. Son los laboratorios de la mass media los encargados de configurar los asuntos que con el tiempo se convertirán en "opinión pública" para beneficio de una élite, de un gobierno, de una gran corporación, organización política o religiosa. Es la opinión manipulada para hacerle creer a un conglomerado que las sentencias de estos grupos, vociferada a través de distintos medios de comunicación, es un sentimiento generalizado. Con el tiempo, dado que en la mayoría de las personas no cumplen las funciones del cerebro, terminan por aceptar como ciertos tales mensajes y comienza a repetirlo como una verdad verdadera.

Nos acostumbraron a repetir como indiscutible lo que los medios de comunicación dan como información, con la creencia que esta es la opinión pública. Es por esta razón que la mayoría de las personas que viven en el mundo occidental creen que la democracia es el mejor gobierno del planeta que les permite disfrutar de una libertad que nadie sabe para qué sirve. Parece que el buen sentido no le ha revelado a los electores que, a pesar que la democracia burguesa tiene más de 100 años, hasta ahora no ha resuelto los problemas que asolan a la humanidad. Quizás sea porque la mayoría de las personas carecen de buen sentido.

Las regiones nos han enseñado mucho sobre la opinión pública, dado que es una sentencia que dios sirve para todo, para crear seres humanos, para curar enfermos terminales, para destruir y acabar con pueblos enteros, para regalarle a otros grupos tierras ajenas que no son de la deidad, en fin, es la opinión generalizada (pública) que aparece en los libros sagrados. Sin embargo, hasta ahora no hay prueba alguna que demuestre nada de lo anterior, a menos que se tome como verdad que Dios solo sirve para destruir la humanidad mediante terremotos, huracanes, tsunamis, epidemias, entre tantos males.

En fin, eso de la opinión pública es un sentir de una sociedad, craso error, modernamente el sentir de la sociedad es inducido por laboratorios especializados que operan dentro de los mass media para moldear el comportamiento de miles de millones de personas. Estas lo que hacen es corear lo que por horas, meses y años repitieron y repiten los medios de comunicación. Por siglos estos centros de desinformación regaron ante todo el orbe que el mundo libre era el occidental, a cambio en el otro, donde mandaba el comunismo, era donde gobernaban criminales, torturadores y corruptos. Lo primero se consideró como la opinión pública, es decir una verdad verdadera inventada por los capitalistas. Es bueno recordar que el gordinflón Trump vociferó por los medios de comunicación internacionales, sin pruebas científicas que probaran tal sentencia, que el COVID fue inventado y esparcido por los chinos, a partir de ese momento, tal información fue aceptada como una opinión pública por muchos ignorantes y se difundió como una verdad.

La opinión pública es en verdad una opinión privada y es utilizada por los políticos, capitalistas, religiosos, empresarios, algunos gobiernos y ciertas instituciones para desprestigiar a terceros. Se tiene el caso de algunos gobiernos europeos, para esconder su incapacidad, que culpan a los inmigrantes provenientes de África como los responsables de los crímenes, robos y violaciones. Lo que no cuentan estos mandatarios y parlamentarios es que la presencia de africanos en la UE es consecuencia de las colonias que por muchos años avasallaron esa región y de las continuas guerras a las que son sometidos los pueblos donde la religión musulmana constituye una mayoría. Sin embargo, la masa de ignorantes prefiere creer en la opinión que se vende como pública que en realidad es privada.

Eso del sentido común y lo de la opinión pública es utilizado para beneficio de quien puede pagar en los medios de comunicación o en las redes sociales una desinformación. Esta, después de repetirse miles de veces, se convierte por arte de birlibirloque en el sentimiento de la mayoría de las personas en una sociedad sobre un tema de importancia general. Es el caso de los migrantes sudamericanos, asiáticos y africanos que laboran en EEUU y que actuante son sometidos a persecución, encarcelamiento y secuestro por parte de las autoridades de inmigración de EEUU, culpándolos de criminales, sin pruebas alguna, simplemente una manera de esconder los graves problemas económicos y sociales que vive EEUU. Mediante una falsa opinión pública se procura tergiversar las acciones del modelo capitalista que no ha podido resolver los problemas made in usa.

El sentido común y la opinión pública sirve para todo y más aún en un mundo donde la estupidez está arraigada de manera sorprendente. La mayoría de las personas cree sin discutir, sin analizar o sin discernir sobre alguna información presentada por la mass media o por las redes sociales. Basta que lo diga alguien sin ningún tipo de preparación sobre el tema, o que se presente un testimonio con intenciones veladas para que miles de millones de personas lo acepten sin discusión. Es el caso de las acusaciones de narcoterroristas a los presidentes de Colombia y Venezuela, sin presentar alguna prueba. Hasta los momentos los "dictadores" acusados de tales ignominias no están sujetos a ninguna averiguación por un tribunal ni de EEUU ni de la UE. Sin embargo, las autoridades de Washington no tienen explicación sobre el negocio de las drogas que penetran por toneladas en el territorio de Tío Sam, se venden a montón y de los miles de millones de dólares, producto de dichas ventas, que ingresan al sistema bancario de EEUU. Sobre este tema no hay una opinión pública.

No cabe duda que el sentido común y la opinión pública es cambiante de acuerdo con el momento que vive una sociedad y de los intereses de los más poderosos, quizás por esto el escritor y periodista británico nacido en la India George Orwell expresó: "Por lo que respecta a las masas, los extraordinarios cambios de opinión que ocurren en cada instante, las emociones que pueden abrirse y cerrarse como un grifo, son el resultado de la hipnosis a las que someten los periódicos y la radio". Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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