Cómo pulverizar los argumentos escuálidos sobre la escasez, las colas y la inflación

En abundantes circunstancias hemos escuchado las “razones” de los seguidores de la oh-posición acerca de la actual situación de guerra económica en nuestro país. Nos recriminan que estamos “ciegos”, que afirmamos que “todo está bien”. Es obvio que quienes están invidentes en Venezuela no somos precisamente los chavistas y es una falacia que expresemos que “todo está bien”. Hay un escenario de boicot patronal contra las masas, algo muy parecido al Sabotaje Petrolero del período 2002-2003, aunque más “sofisticado”. En el presente, la actividad desestabilizadora se realiza con las “santamarías” arriba y con la cara de “pendejos” que caracteriza a una abrumadora cantidad empresarios y comerciantes parásitos de este país. Ellos son unos “santicos” y no parten un plato, de acuerdo con los oposicionistas. Si el gobierno no actúa, es cómplice; si lo hace, atenta contra la iniciativa privada y el emprendimiento. ¿Quién los entiende? A continuación, ofrecemos algunos de sus “argumentos” en relación con este crucial contexto y cómo desmontarlos de manera muy fácil.
 
1) “El gobierno es el culpable de la escasez”: es uno de los sofismas más comunes en boca de los escuálidos. Nos recuerda la típica frase de la burguesía y sus satélites: “¡La culpa es de Chávez!”. Si el Ejecutivo hubiese estatizado todas las empresas y redes de distribución en Venezuela, como debió haberse concretado hace muchos años, la tesis de marras tendría sentido ya que la Revolución controlaría tales elementos (producción y comercialización) y fenómenos como la “escasez” serían de su responsabilidad exclusiva. Así de simple. Mas la realidad se halla en las antípodas de esto: en Venezuela, el 85% de la producción y distribución de alimentos está en manos privadas (*). ¿Leyeron bien, escuálidos? C’est-à-dire, si vamos a buscar culpables de la “exigüidad” en nuestro país, el capital privado tiene una abultada cuota de responsabilidad en el hecho debido a que es una mayoría aplastante en el área. ¿Por qué hay gente que descarga acusaciones en el gobierno por la “escasez”? Sencillo, porque repiten como loros y no se ponen a cavilar con seriedad acerca del tema.
 
2) “El gobierno no quiere dar dólares a los ‘pobrecitos’ empresarios. Por eso no hay nada”: ¡jajaja! Sin duda, éste es otro de nuestros “favoritos”. Pues lo pretérito es una tremenda mentira y a las pruebas nos remitimos: desde 2012, el Estado venezolano ha otorgado a la empresa privada más de 60 mil millones de dólares en divisas para importaciones. Believe it or not! Lo anterior representa tres veces la cifra de reservas internacionales del país en el BCV, que ronda los 23 mil millones de billetes verdes. ¡Eso es muchísima plata! Verbigracia, sólo en 2012 estos bandidos de cuello blanco recibieron 29 mil millones de dólares. Claro, estos “caras de tabla” se quejan porque el Estado les adeuda entre 8 mil y 12 mil millones en moneda estadounidense (guarismo que debería auditarse de forma milimétrica) mas no reconocen que han sacado al Gobierno Bolivariano un monto estratosférico de “Benjamines”, en los últimos años. Sin duda, una nada despreciable porción de ese dinero ha sido destinada a atiborrar la centrífuga del “paralelo” o “dólar narco”. Con el resto se han adquirido bienes que son acaparados, para crear la falsa sensación de carencia, y luego transportados a Colombia para venderlos más caros. ¡“Pobrecitos” empresarios!
 
3) “En PDVAL y en Mercal tampoco hay nada”: ¡lógico! Si la gente no encuentra los productos que busca en las cadenas privadas, recurrirá a las redes estatales para hacerse de estos. En consecuencia, la demanda crecerá en tales establecimientos y por ende los artículos más requeridos por los consumidores escasearán. ¡Eso es de cajón! Igualmente, hay que recordar que lugares como los “Bicentenario” antes eran autoservicios del conglomerado neogranadino “Éxito” y todavía esos enclaves están plagados de “quintacolumnas” que también retienen los productos de primera necesidad, verbigracia.
 
4) “Las colas son culpa de este RRRÉGIMEN. Estamos igualitos que en Cuba”: otro pobre “argumento” que no resiste el menor análisis. De un millar de supermercados que hay en nuestro país aproximadamente, poco más de 50 son pertenecientes al entramado público. O sea, los culpables de las cadenas humanas son sistemas privados de distribución como “Farmatodo” (que de botica tiene poco), por ejemplo, que fuerzan a las personas a hacer filas fuera de los locales y habilitan menos del 10% de las cajas registradoras disponibles en la sucursal respectiva. En vez de colocar las existencias en los anaqueles, las esconden y las tratan como si fuese “oro en polvo”, con el fin de crear más angustia en la población. ¡Ratas! Otro detalle: está demostrado, a través de estudios de opinión, que el 70% de las personas que conforman las hileras son revendedores o “bachaqueros”. Es decir, siete de cada diez personas de las que vemos en las famosas líneas compran, no porque lo necesiten sino para hacer jugosos negocios. ¿Qué tal? (**). Las interminables recuas en PDVAL o Mercal se explican por sí solas: si la gente no obtiene los insumos de los supermercados privados, migrará a las redes estatales y las abarrotará. Si donde antes compraban mil ahora lo hacen tres mil, cinco mil personas, las ringleras serán algo inevitable. Además, en los “Bicentenario” se ha detectado similar estratagema de disponer de un número ínfimo de cajas, entre otros factores. En Mercal, desde su creación, siempre ha habido colas debido a que los importes de sus mercancías son más asequibles.
 
5) “Hay escasez e inflación porque no hay producción”: ¡jajaja! Otro de nuestros “preferidos”. En la Venezuela contemporánea se produce más que en la Venezuela Saudita. En maíz y otros rubros, verbigracia, somos autosuficientes. En el decenio de 1970, hasta un ministro de la época reconoció que en nuestras coordenadas imperaba una “economía de puertos” (¡!). Ni siquiera en esos tiempos en los que éramos dependientes 100% de las importaciones, fenómenos como la escasez (acaparamiento) y la inflación (especulación) eran palpables para el ciudadano de a pie. En adición, ¿cómo es eso de que no hay producción y en Cúcuta se halla todo lo que se manufactura en Venezuela? El pretexto de marras es una vil falacia y quien se lo crea, hartamente idiota es. ¡Punto!
   
6) “La inflación es culpa del gobierno. El sueldo no alcanza para nada”: otra “joyita” del sesudo análisis de la oh-posición. En Venezuela, el aumento de precios de bienes y servicios está marcado por la especulación galopante. La tasa de “ganancia” de empresarios y comerciantes criollos es la más alta del planeta: entre 500 y 1.000%. Incluso, en inspecciones desarrolladas por la Superintendencia de Precios Justos, se han detectado márgenes de usura de hasta 10.000%. Desde 1983 ha sido así. En EEUU y Europa, dicho baremo oscila entre el 15 y 30%. Curiosamente, ninguno de los “gurúes” acólitos de la MUD (¿MID?) hace referencia a ello cuando pontifican sobre la “calamitosa” economía de nuestro terruño. ¿Por qué será? Mientras el venezolano siga adquiriendo “al precio que sea” y no haga sentir su poder como consumidor responsable, continuaremos atrapados en esa espiral de especulación. La Revolución no puede luchar sola contra este flagelo y las masas deben asir la ofensiva en la materia.
 
7) “No hay ninguna guerra económica. Los almacenes que se allanan son inventario, no es acaparamiento”: es decir, si el gobierno no hace nada, es incompetente. Si hace algo, también lo es. ¡Jajaja! Si no hay guerra económica, que los escuálidos nos expliquen por qué en una licorería de Barquisimeto se hallaron casi 1.500 kilos de carne bovina (***). ¡Era una licorería, no una carnicería! Extraño, ¿no? En un depósito de Herrera C.A., en Maracaibo, se encontró un millón 500 mil pañales (****). Si calculamos que en Venezuela hay unos tres millones de niños menores de cuatro años, esa cuantía de pañales sería suficiente para cubrir las “colitas” del 50% de tal población infantil. ¿No es eso una grosería? ¿Inventario o acaparamiento? A otro perro con ese hueso, escuálidos.
 
8) “En Colombia y México los anaqueles rebosan de productos. Acá vamos de mal en peor”: otro “inteligente” sintagma que da pesadumbre ajena. Primero, habrá que aclarar que ni en Colombia ni en México hay guerra económica, debido a que la plutocracia gobierna a sus anchas en esos sitios. Segundo, los sueldos de penuria en Colombia y México no permiten a los ciudadanos de esos recovecos obtener los alimentos necesarios para la subsistencia cotidiana, lo cual es otra razón para que la comida “sobre” en los supermercados. Para rematar, en Colombia es normal que se consiga de todo. ¿De dónde traen los “bachaqueros” los productos? ¿De Marte? ¡No! De Venezuela, escuálidos.
  
Este escenario de boicot salvaje del sector privado a la economía, debe servir de plataforma para medidas radicales y contundentes por parte de la Revolución.
 
a) Estatización del comercio exterior: el Gobierno Bolivariano debe establecer el monopolio en esta área vital de la economía y quitar a los timadores de oficio un instrumento que ha servido para estafar miles de millones de dólares a la Nación. El Estado debe encargarse de todas las importaciones y constituir cadenas de distribución directa de las mismas. La propuesta del camarada y amigo, Manuel Sutherland, al respecto, es muy atinada y factible.
 
b) El uso del bolívar para transacciones con otros países: pactar acuerdos con China y Rusia, por ejemplo, para utilizar nuestro signo monetario en el pago a proveedores localizados en estos países. A su vez, esos bolívares servirían a Moscú y Beijing para comprarnos materias primas. Sería una genial estrategia para execrar el dólar yanqui de un amplio espectro de nuestras operaciones comerciales.
 
c)  El cierre de la frontera con Colombia hasta que se normalice la situación: debido a que el contrabando de extracción hacia el vecindario aledaño inflige un daño terrible a nuestra economía, debe clausurarse por período indefinido el tránsito terrestre a través de los diferentes puntos limítrofes con dicho territorio. Sólo se mantendrían los nexos económicos por vía aérea y marítima.
 
d) La intensificación de operativos semanales de Mercal en toda Venezuela: hay que repotenciar las jornadas de despacho de alimentos y otros productos, con el fin de neutralizar la guerra económica. Mientras más se ofrezca esta alternativa a la población, la gente podrá evitar las redes privadas que escamotean los víveres al pueblo.
 
e)  La entrega directa de la despensa a los hogares: una vez el Comandante Eterno lanzó esta idea, sin embargo, no se materializó. Es hora de retomarla y llevarla a la praxis. Usando la logística de las UBCh y los consejos comunales, se deben realizar censos e instaurar un mecanismo efectivo para proporcionar los alimentos, puerta a puerta, y que la gente los pueda cancelar en efectivo, tarjeta de débito o de crédito. Las personas podrían adquirir así el mercado para su núcleo familiar y sin necesidad de salir de casa. ¡Golpe certero y mortal a los especuladores y bachaqueros!
 
En este ensayo no sólo desplegamos las tesis para pulverizar la perorata escuálida acerca de la escasez, las colas y la inflación, también se brindan soluciones que coadyuvarían a derrotar la guerra económica de los cenáculos sediciosos y reaccionarios. La próxima vez que se tope con un oposicionista vociferando improperios contra la Revolución o burlándose de “la Patria”, recuérdele que los chavistas reflexionamos con el cerebro, no con las hormonas. ¡Viva el socialismo!
 
 
 
P.D. La novel aventura golpista y fascista que fue neutralizada el 12 de febrero, demuestra el desespero de la oh-posición por salir de Maduro. Detrás, como de costumbre, yace el Imperio que anhela las reservas de petróleo más vastas del orbe y nuestros 131 millones de onzas troy en yacimientos auríferos. ¡Se volvieron a estrellar!     
 
(*) Privados manejan 85% de la producción y distribución de alimentos en Venezuela: http://www.diariolacosta.com/detalles/Privados-manejan-85-de-la-produccion-y-distribucion-de-alimentos-en-Venezuela/
 
(**) Las colas de hoy en día nos recuerdan aquellas de las solicitudes de pasaporte entre los años 2008 y 2009, las cuales eran publicitadas hasta el hastío por televisoras como Globovisión. En ambos marcos convergen idénticos modus operandi: las pernoctas en las filas, la venta del “puesto” y los intentos de subvertir el orden público en éstas. El tiempo ha demostrado que la generalidad de quienes fueron a tramitar el documento recibía un pago por ello y el objetivo era dar la impresión de que los profesionales, sobre todo los más jóvenes, deseaban irse en masa del país. La cruda realidad es que nunca fueron a reclamar el pasaporte y el SAIME ha debido destruir más de 250 mil de estos, entre 2013 y 2014, porque alcanzaron su fecha de caducidad. Otros 600 mil yacen en las bóvedas de este organismo a la espera de ser reclamados por sus dueños.
 
 


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Adán González Liendo

Traductor, corrector de estilo y locutor

 elinodoro@yahoo.com      @rpkampuchea

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