Hace algunos días encontré un texto que leía mi pareja. El título: Semillas del Conflicto y su autor, Charles Deloach. En la portada un rostro dividido: En la mitad, un ícono alusivo a Palestina, y en la otra, la estrella judía.
Las noticias sobre la tierra avasallada, nuevamente no tienen tregua. Como no cesaron en 1973 con la guerra de Jom Kippurim (Día de la Expiación, caracterizado por ser una fecha solemne de arrepentimiento y de ayuno entre los judíos)… Hoy el asunto, a mí parecer, es que las noticias y el reflejo fiel de la realidad en Gaza de nada ha servido. Y no puedo sino sentir una gran escocedura, no sé si igual que la que siente el pueblo palestino, avasallado con bombas “ramilletes”, fósforo blanco y otras armas prohibidas por la humanidad.
El caso es que la llamada comunidad internacional (si es que tiene lugar tal denominación) ha hecho mutis. La Organización de Naciones Unidas (ONU) se ha hecho eco del silencio y de la mirada indiferente de los países poderosos, entiéndase, Israel y Estados Unidos.
Y no hay excusa. No creo que Dios, ni la humanidad, deseen que así sea conducida la historia. Ayer vi una representante del Estado de Israel señalando que no espera que ningún país del mundo apoye lo que está ocurriendo en Gaza, sólo pide que se les permita hacer su trabajo. Por cierto, trabajo que, de acuerdo con Deloach, empezó en 1949, se repitió en 1956, en el año 67 (guerra de los seis días) y, no menos importante, el conflicto del año 1973, cuando el 6 de octubre, Egipto y Siria invadieron a Israel en un intento de reconquistar el territorio perdido en el año 1967.
El silencio de los inocentes
Estas guerras han echado mano del más moderno arsenal bélico de las superpotencias. Y el pueblo palestino: sus niños, mujeres y ancianos civiles han sido realmente extirpados. He dado un vistazo a algunos artículos de prensa y en realidad es comprensible la versión de una niña palestina que, en un documental de Telesur, se niega a ser como la mariposa aprisionada por un cuaderno. Lamentablemente eso está ocurriendo. Masacre, holocausto, genocidio, crímenes de lessa humanidad… han sido los calificativos que han girado en torno a las acciones acometidas por el Gobierno de Israel contra el pueblo de Palestina.
El 8 de enero la ONU aprobó una resolución en la cual priva nuevamente el silencio. Otra vez la mal llamada comunidad internacional vuelve a hacerse eco de ello. En este documento se destaca que la franja de Gaza constituye una parte integral del territorio ocupado desde 1967 y formará parte del Estado palestino.
También pone de relieve la importancia de la seguridad y el bienestar de todos los civiles… Precisamente, quienes están siendo masacrados. Los cañones, las bombas, los ramilletes siguen sonando. Los ataques son por todas las vías: aérea, terrena y por mar. Y el silencio internacional prevalece en el llamado concierto de naciones.
El documento también expresa la grave preocupación por la escalada de violencia y el deterioro de la situación, en particular por las numerosas víctimas civiles ocurridas desde la negativa a prorrogar el período de calma; y destacando que es preciso proteger las poblaciones civiles palestina e israelí. Pero nada contundente para dar coto a la gran mortandad pública, notoria y comunicacional.
Además de toda la “preocupación” suscrita en el documento, hay un exhorto al cese del fuego “de forma inmediata”… pero no dice taxativamente cuándo. “Inmediato” no ha hecho efecto aún desde el pasado 8 de enero.
Asimismo, se solicita asegurar el suministro y la distribución sin trabas de la asistencia humanitaria, incluidos alimentos, combustible y tratamiento médico, en toda Gaza. En esto, realmente, no encuentro palabra para calificar esta cruel posición de la resolución. Per-mi-tir a-li-men-tos a la población palestina o a cualquier grupo humano es un tema que nos lleva a hablar de barbarie, etapa que suponíamos superada.
Entre otros puntos que no son conducentes a acciones precisas, la resolución cierra con un infeliz “Decide seguir ocupándose de la cuestión”… Realmente, ¡sin comentarios!
Resentimientos Antiguos
Recientemente, un abogado venezolano muy inclinado hacia las causas humanitarias y cercano a quien esto suscribe, me dijo que deseaba iniciar una acción penal internacional para tratar de parar el infortunio que han vivido los palestinos, pues, quizás, es esta la oportunidad de reivindicar este pueblo con los máximos postulados que deben cobijar a la humanidad. O probablemente sea este el momento en el cual los israelitas no resulten ya tan afortunados como en épocas anteriores. (Al menos eso dice la Biblia).
Es cierto que ya no podemos seguir haciendo mutis ante estos hechos sangrientos que, de acuerdo con una fuente no muy consultada por mí, pero fuente al fin (la Biblia) estas atrocidades están escritas en el Antiguo Testamento. Estas luchas, a decir del viejo documento, empezaron con una disputa familiar. Abraham, padre de Ismael y de Isaac, desheredó al mayor de sus hijos (Ismael) por solicitud expresa de su esposa Sara. Desde entonces el resentimiento, producto de aquella acción, no ha descansado. Esto explica el odio entre árabes (recordemos que Ismael, hijo de la esclava egipcia Agar, era el padre de las 12 naciones árabes) y judíos (también traigamos a la memoria que Isaac fue el padre de Jacob, cuyo nombre fue cambiado por Israel, y fue este el linaje en el cual quedaron concentradas las riquezas del patriarca Abraham).
De acuerdo con Deloach, estos hechos ocurrieron “hace más de 4 mil años”. Y agrega el autor ¿Puede un pueblo aborrecer durante tanto tiempo sin olvidar los motivos de ese odio? Los árabes pueden. El árabe es, con mucho, el hombre más consciente de sus antepasados sobre la faz de la tierra. Todos reclaman a Ismael como su progenitor…” (DeLoach; 1974: 18-19)
Sólo me resta decir que, más allá de las causas originarias, razones que uno y otro, palestinos e israelitas defienden, lo que es realmente inadmisible, incluso hasta por Dios, es la masacre que históricamente ha recorrido esos pueblos. Tampoco es aceptable el silencio ¿sepulcral? de los organismos internacionales como la onu -con minúsculas deliberadas- que prefieren una posición indiferente, de dejar hacer y pasar… Por eso es que Chávez les resulta incómodo, porque el silencio y las injusticias no son sus divisas.
marbemavarez@yahoo.es