Venezuela en tiempos oscuros: el regreso de 1492 en la Tierra de Gracia

"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." (Juan 8:32)

"Maldito el hombre que confía en el hombre." (Jeremías 17:5)

La sombra de 1492 vuelve a cabalgar en el corazón de América Latina, Venezuela se ha convertido en el epicentro de una batalla espiritual, simbólica y geopolítica. Como si el calendario hubiese girado en espiral, 1492 regresa, no con carabelas, sino con discursos de supremacía, con pactos neocoloniales, con líderes que evocan el dominio imperial bajo el disfraz de libertad, con barcos y destructores cual tiburón en las costas venezolanas. La figura de Donald Trump, ahora nuevamente presidente de Estados Unidos, encarna esta reedición del conquistador: un hombre que promete orden, pero siembra división; que invoca a Dios, pero pacta con el mercado; que dice defender la fe, pero promueve el saqueo.

Venezuela, bautizada por Colón como "Tierra de Gracia", se encuentra hoy en el centro de una tormenta. No solo por sus recursos, sino por su carga simbólica y espiritual para el planeta entero.

Es aquí donde se juega el alma de América toda. La guerra no es solo económica ni política: es espiritual. La Iglesia Cristiana, en sus múltiples ramas, se encuentra dividida. Algunos pastores, seducidos por el poder, bendicen la intervención extranjera. Otros, más fieles al Evangelio, denuncian el pecado de la idolatría imperial y claman por la paz. "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento." (Romanos 12:2)

Simón Bolívar, en su Carta de Jamaica (1815), ya advertía que "los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias en nombre de la libertad." Hoy, esa profecía se cumple con precisión quirúrgica. Hugo Chávez, en su prédica política, retomó esa advertencia y la transformó en acción: "No hay imperio bueno. El único imperio que debemos construir es el de la conciencia latinoamericana."

Ambos líderes, desde sus contextos, entendieron que la lucha no era solo por el territorio, sino por el alma. Bolívar invocaba la unidad continental como escudo contra el colonialismo. Chávez, desde el siglo XXI, denunció el nuevo rostro del fascismo: el financiero, el mediático, el religioso manipulado.

El cristianismo como campo de batalla, En estos tiempos turbulentos, se convierte en campo de disputa. ¿Qué Cristo seguimos? ¿El que expulsa a los mercaderes del templo o el que bendice a los banqueros? ¿El que lava los pies de los pobres o el que cena con los invasores? Venezuela, como Tierra de Gracia, está llamada a recuperar el cristianismo liberador, el de los profetas, el de los mártires, el de los que no venden su fe por un contrato petrolero.

"Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos." (Mateo 5:10)

¿Qué hacer en medio de la oscuridad? La respuesta no es el odio, ni la venganza, ni la rendición. Es la organización espiritual, comunitaria, simbólica y militar. Es la creación de nuevos referentes éticos. Es la defensa de la Tierra de Gracia como espacio de paz, no de guerra. Es la denuncia clara: no hay salvación en la invasión, no hay redención en el bombardeo, no hay evangelio en el saqueo. Como dijo Chávez en su última proclama: "No podemos permitir que nos roben el futuro. El futuro es nuestro, y está lleno de luz."



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Renny Loyo

Doctor en Educación. Dramaturgo

 drloyophd@gmail.com

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