¡En fin, la hipocresía!

Recientemente ha habido todo un revuelo ocasionado por una fotografía que se ha hecho viral y en la cual se observa a un "bombero" -para los no venezolanos: el señor que surte a los vehículos de combustible-, de espaldas, vistiendo una franela roja rojita (que forma parte de su uniforme) y con un fajo de dólares en la mano (izquierda) que apoya sobre una nalga, o como dicen por ahí, en donde el lomo pierde su nombre.

Desde entonces, una gran cantidad de memes recorre las redes sociales, acusando al pobre dependiente de la estación de servicio de "corrupto", porque la cantidad de divisas que tiene en su poder para ellos (sus detractores) no es normal, intuyendo que el sujeto está haciendo su agosto aprovechando la crisis originada por la escasez de gasolina que nos agobia.

Pero esas personas que siquitrillan con sus injurias al pobre cristiano por los dólares que manipula, son las mismas que caminando nerviosamente de un lado a otro con el celular en un oído, no dejan de hablar (en voz alta y con un tono de voz que es imposible ignorar) de divisas, de remesas, PayPal, Shopify, TransferWisw, criptomonedas, Bitcoins, Western Union y otra cantidad de güevonadas que ya a nadie impresionan ni interesan pero que, según procesan sus cerebritos, los hacen parecer más importantes.

Hasta hace solo días atrás pagaron dos y hasta tres dólares por litro de combustible pero ahora se quejan del cobro de -para quien presume de tan grande cantidad de capital-, piches cinco mil modestos y devaluados soberanos por el mismo volumen de gasolina. ¡En fin, la hipocresía!

Ahora con la totalidad de las sucursales bancarias cerradas por la cuarentena, con cajeros automáticos inservibles o desprovistos de efectivo, sin adecuados servicios de internet o sin puntos de venta en las estaciones de servicio, y con largos (pero muy largos) periodos diarios sin electricidad, cancelar el monto del combustible para su automóvil resulta una verdadera pesadilla, pues usted debe disponer en dinero contante y sonante de entre doscientos y seiscientos mil bolívares para saldar el importe del llenado del tanque.

En un país en el que cuando se encuentra un cajero automático en buen estado y dispensando billetes, éste sólo otorga cincuenta mil diarios, un ciudadano tendría que pasar semanas enteras yendo y viniendo para acumular la suma requerida, así que en una nación en donde la economía está dolarizada de facto, no es extraño que hasta el más humilde conductor de un Volkswagen escarabajo modelo 63, un Dogge Coronet del 73 o en un Chevettico del 75, llegue a la hora de pagar la factura y apele eventualmente a ese sucio y desgastado "dólar de la suerte" que permaneció por años dobladito y hediondo a… cuero, por allá en un resquicio oculto de su cartera. Pero los grandes habladores de paja encienden las redes con sus insultos.

A esas mismas personas que se lamentan amargamente por la absurda, dolorosa e injustificada muerte del afroamericano George Floyd ocurrida en Minneapolis hace menos de un mes -el 25 de mayo para ser exactos- y hablan pestes en contra del racismo, usted les escucha, mientras hacen las colas para abastecerse de carburante, lanzando improperios genéricos contra "esos malditos turcos hijos de la gran… que se la pasan robando desde el gobierno", "los chulos desgraciados cubanos coños de su m…", "esos miserables chinos de mier…", pero que van dirigidos los primeros específicamente contra el polifacético "Hombre duro" dentro del gobierno, Tarek El Aissami (y su numerosa "familia") quien es Vicepresidente del área económica, Ministro de cuanta cartera esté a su paso, Presidente de PDVSA, de la Junta de Condominio del edificio en donde vive y de la Asociación de padres y representantes del colegio de sus muchachitos, novio de la madrina y unas cuantas cosas más; los siguientes contra cualquier negrito que se asemeje al estereotipo encriptado en sus cabezas de cómo debe verse un combatiente internacionalista antillano, y los últimos en contra de cualquier asiático que se asome sea éste nipón, coreano, vietnamita o realmente chino. ¡En fin, la hipocresía!

Se quejan amargamente de la calidad de la gasolina iraní, importada por un gobierno que aborrecen, pero no abandonan ni de vainas las colas para aprovisionarse de "ése" combustible subsidiado por el "régimen" que tanto odian, a pesar de los inconvenientes originados por un bloqueo que ellos apoyan y que recuerdan cada vez más las consecuencias de aquel paro petrolero del 2002 que dejó una impronta terrorífica en nuestra psique.

Las gandolas cargadas con el anhelado derivado del petróleo brillan por su ausencia en las estaciones de servicio dispuestas para el suministro de gasolina regulada pero, esta sustancia no ha escaseado en las bombas dolarizadas, sin embargo los representantes del Ejecutivo se desgañitan sosteniendo que está plenamente garantizado "el suministro pleno de energéticos para el pueblo". ¡En fin, la hipocresía!

Y así como cuando aún no habían caído tan bajo la producción y la refinación petrolera, usted sufría los recurrentes "paros" del transporte público -solicitando incrementos desmedidos y cada vez más y más prebendas a cuenta de garantizar el servicio para los usuarios urgidos de ir a sus ocupaciones diarias-, y luego veía las bombas full de vehículos de ese sistema (taxis, atobusetes, mototaxis, etc.), abasteciéndose de gasolina barata que después derivaban hacia el mercado negro, ahora estos mismos señores ya se frotan las manos ante el anuncio de que les darán gratuitamente la gasolina y estoy seguro, muchos la negociaran unos puntos por debajo del precio dolarizado por el mismo gobierno, digamos en unos 0.3 centavos de dólar y se meterán "la pelota" de billetes sin gastar aceite, ni cauchos, ni motor, sino simplemente "bachaqueando" el combustible, es decir sin trabajar. Volverán a surgir larguísimas colas de pasajeros esperando inútilmente, perdiendo una buena parte de su existencia una buseta que nunca llegará.

Dicen los oposicionistas que esto de la cuarentena no es más que otra burda maniobra del gobierno para mantener a la gente en sus casas y esconder la escases de combustible, pero ni de vainas que salen por su cuenta, espontáneamente a trabajar. Mientras tanto, el gobierno argumenta que aunque flexibilizado, el aislamiento y el "distanciamiento social" continuarán en esquemas de 5 x 10, 7 x 7, 4 x 8, etcétera, experimentando con todas las tablas de multiplicar hasta que en algún momento la peguen; pero esta decisión -de espíritu e inspiración más capitalista que "socialista"-, se toma justo en el momento menos conveniente pues, con la llegada del aluvión de autoexiliados que ahora vuelven arrepentidos, desengañados, apaleados, decepcionados y muchos de ellos portando consigo el Sars-Cov-19, probablemente la ola de enfermos de COVID-19 se incrementará y la temida curva de contagios exponencial aparecerá para desgracia de un país con un servicio de salud deficiente y con una población que no da para sobrellevar otra penuria. Habremos perdido vanamente los venezolanos tres meses o más de nuestras vidas y el gobierno habrá arruinado una de sus mejores estrategias. ¡En fin, la hipocresía!



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Carlos Pérez Mujica


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