Ecosocialismo: verdades amargas

La inminente amenaza sobre los sistemas de generación de energía hidroeléctrica y la crisis de suplencia de agua para la población, atribuidos al fenómeno del Niño, obliga a profundizar en los análisis del objetivo histórico sobre la preservación de la vida en el planeta. ¿De qué sirve la lucha por la libertad y la independencia en un planeta donde la amenaza de extinción de la especie pensante nos tiene al borde del abismo? En realidad, la libertad y la independencia pueden contribuir a cambiar el modelo que nos llevó hasta las proximidades de la catástrofe ecológica, pero, y este pero es muy importante, ya no se trata de acciones coyunturales sino de misiones y visiones de muy largo plazo. La salvación está más lejos que la punta de la nariz. La salida de las crisis recurrentes por efectos climáticos no puede depender que el Niño o la Niña, lleguen o se vayan.

Cuando se realizó la reunión de Copenhague, hace pocos años, el enfoque sobre cambio climático dominó la escena, muy al contrario de lo que otros actores sociales estaban señalando en los medios de comunicación abiertos y revolucionarios. En realidad el tema es el caos ecológico inducido, que como veremos es responsabilidad del modelo de sociedad que nos han vendido como el mejor modelo de mercado abierto, y que amargamente aceptamos se ha prorrogado en los años de la Revolución Bolivariana.

Veamos cinco verdades amargas nacionales:

1/ Las acciones agresivas del modelo de desarrollo sobre la foresta natural: inmensa cantidad de bosques y sabanas naturales han sido asediadas por la sed de acumulación de riqueza; la mano que mueve las sierras ha destruido inmensas cantidades de bosques en el occidente del país. En algunos casos, solo quedan relictos de comunidades arbóreas. Las palabras Caparo y Ticoporo pueden ser traducidas al lenguaje ecosocialista como destrucción y barbarie ambiental. El residuo es una masa vegetal graminiforme, potreros para modelos de producción animal poco eficientes. No disponemos de un informe abierto a la contraloría social que pueda medir históricamente los procesos degradantes del paisaje boscoso por acción antrópica. Los bosques de galería han sido mochados, los cursos de agua son eso, los trazos donde cursa en agua cuando abunda sin ninguna protección para el desborde y para la conservación de las fuentes de agua de escorrentía. ¿Cuáles ríos, quebradas, caños escapan de esta acción incontrolada?

2/ Algunas cuencas hidrográficas están en estado crítico: Sin contar aquellas que están comprendidas en la acción anterior, las cuencas que alimentan el Lago de Valencia y el Lago de Maracaibo (Tacarigua y Coquivacoa, respectivamente) pasaron en doscientos años de contribuir al ciclo hidrológico de reservorios de agua para la vida a un estado crítico, pre-catastrófico, camino a la muerte. El lago de Valencia, en los últimos setenta años lo convertimos primero en un depósito de tóxicos generados por el "desarrollo" industrial, y ahora en un cuerpo de aguas para excrementos y demás residuos de la actividad humana. Para colmo, la estrategia de la IV y de la V República ha sido mantener a la sociedad que se desarrolla en sus adyacencias de espaldas a lago. No lo vemos, no lo sentimos, no hacemos nada por el Lago. No hacemos control sobre las inversiones y nadie sabe cuál es el proyecto que se adelanta, diferente a retener con murallas, el agua que está sobre la cota de desborde e inundación de áreas planas bajas. El Lago de Maracaibo, asediado por la acumulación de sales, de detritos orgánicos, tiene espacios de los cuerpos de agua, donde ya no existe vida. Los zulianos, están de frente a su lago, le conocen, lo recuerdan como fue y como es, y aspiran su saneamiento. ¿Es posible salvar para la humanidad estos dos grandes lagos venezolanos?

Algunas cuencas hidrográficas que albergan embalses para sistemas de riego y generación hidroeléctrica han aumentado la tasa de sedimentación y la vida útil de los represamientos de agua parece estar llegando a su final. ¿Qué hacer?

3/ El gran Orinoco se está contaminando: Tres acciones antrópicas agreden nuestro Río Padre. La mayor parte de las poblaciones asentadas aguas arriba y aguas abajo, incluso en áreas de influencia de los afluentes colombianos, vierten sus desechos humanos directamente sobre los cursos de agua. La materia orgánica en suspensión va en aumento, y el río se defiende con su caudal en la época de lluvias, pero no así en la época de sequía. Por el Delta escurre toda esa podredumbre, que no sabemos qué efectos tiene sobre la diversidad íctica. Los desarrollos en la Faja Petrolífera son una amenaza real, aun siendo un riesgo estudiado, se ha incrementado la cantidad de "escombros" del desarrollo petrolero flotando en aguas que tributan al Orinoco. Y la agresión minera y las amenazas del incremento en esa actividad, es un riesgo potencial que debe ser analizado y previsto. ¿Es posible anticiparnos a la salvación del gran Orinoco?

4/Venezuela arde de extremo a extremo por la acción del fuego en el período de sequía. El gran voluntariado social, los famosos traga humo dicen que el 90 % de los incendios forestales son por acción antrópica directa o indirecta. ¿Sabemos cuántas hectáreas de bosques desaparecieron este año y como se afectarán la suplencia de agua y la diversidad biológica?¿Qué hicimos desde las políticas de Estado para evitar los incendios forestales? Además de la contaminación y destrucción de la naturaleza, estamos de duelo por los pobres animales del Parque Nacional Henri Pittier que habitaron las áreas próximas a Maracay; hoy son chicharrón o polvillo de cenizas.

5/ Los procesos de acumulación de residuos sólidos, producto de un sistema de vida consumista y de una falta de programas de mejora en la clasificación, deposición y reutilización están creando una catástrofe para los reservorios de aguas profundas y para la misma sociedad que los genera por contaminación del aire que respiramos. Jugamos a esconder los residuos, a sacarlos de la vista, pero siguen entre nosotros así no los veamos.

El tema del Ecosocialismo es un asunto teórico-conceptual e ideológico. Aproximarse a una verdad diferente a estas verdades amargas requiere transformar el objetivo histórico en planes concretos de muy largo plazo. La recuperación de bosques, acompasado por la Misión Árbol, debe ser parte de un plan no menor a 25 años; la depuración y uso racional de los lagos debe tomar no menos de cincuenta años; anticiparnos a la destrucción del Rio Orinoco es un asunto permanente por el resto de la historia; la acción contra el fuego despiadado requiere de una organización política-ambiental, educativa y tecnológica para reducir sus impactos. La gran meta debe ser reducir a menos del 5 % los destrozos totales medidos en el año 2016 (si es que los medimos). La "basura" es un tema de toda la sociedad. Ya no hay posibilidad de retrasar las políticas y planes para disminuir su producción y para incrementar su re-utilización.

Mientras, la burocracia disfruta en silencio su secretismo sobre la deuda ecológica acumulada a lo largo de los últimos setenta años de la historia venezolana, sin percatarse que hemos cambiado, que ahora la sensibilidad social es muy alta, y que no pasan inadvertidos estos fenómenos. No sé a quien o quienes estamos engañando. Lo que si entiendo es que no es un tema fácil para nuestra forma de gobernar por emergencias. Es un tema estructural que requiere repensar el país y el sistema de vida. Requiere de un Estado fuerte ordenador y contralor; y de una sociedad contralora toda. Pasamos del inmediatismo a los largos plazos.

Es la hora de la congruencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Un discurso ecosocialista incongruente es pacotilla…



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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