Oro político bolivariano

El dicho popular de que no se es monedita de oro para gustarle a todo el mundo ha mantenido tremenda actualidad en las últimas semanas en el plano de las relaciones internacionales que enmarcan a nuestro país como punto denominador.  Primero fue Uribe, cuando vino a Venezuela, y por aquí y por allá se generaron protestas de ciudadanos enfurecidos hasta la indignación con su presencia.  Luego fue Chávez en España, donde la enfebrecida prensa derechista, no halló cómo tragar la presencia del presidente de Venezuela en su país.

Pero lo de monedita de oro no aplica aquí ni para Álvaro Uribe ni para el rey español ni para Rodríguez Zapatero ni para los mismos españoles extremados, porque a la derecha política (incluyendo al "socialismo" español) no le importa la tasación que el pueblo pueda hacer de ella, sino el aparato legal a su disposición para hacer prevalecer su forzada legitimidad, para el caso de haber perdido afincamiento popular.  Si no, véase a Alan García, en Perú, con unos niveles de tan baja popularidad entre su pueblo elector que da pasmo comentarlos; pero como se sabe, si no se cuenta con una medida de desagüe constitucional alternativa, la ley prescribe para cada país un determinado período presidencial, que muchos cumplen con pena, y otros ni con ella ni con gloria, y que al final de las cuentas es el pueblo quien se lo cala olímpicamente.  Es ya paradigmático de la derecha política este desprecio por la voluntad popular, así como de la utilización de la legalidad para entronizar una legitimidad eventualmente ficticia, y llenarse luego la boca con la palabra “democracia”.

Lo de monedita de oro va con el presidente Hugo Chávez, quien, en primer término, hace uso frecuente del dicho popular, y en segundo lugar (aunque más importantemente), milita en una corriente de pensamiento que comulga con la ética de un modo si se quiere religioso.  La doctrina bolivariana, la doctrina marxista, la práctica socialista.  Cuando Uribe vino a Venezuela, no fue él −con toda seguridad− quien desplegaría esa conciencia preocupada por lo que piense de su persona política, sino el presidente Chávez, quien se sabe portador de la antorcha líder en materia de reformas e integración en el continente suramericano.  Sus pasos deben ser acertados.

Pero no por megalomanía o cosa parecida se habrá Hugo Chávez  fijado en las apariencias, sino por compromiso ético, por corresponsabilidad ideológica, por la comisión de actos forjadores de "nuevas" actitudes en materia política sobre la base de una estructura doctrinaria que el presidente también apunta a reformar en su praxis con su ejercicio político, so pena de perecer en medio de un mundo dominado por la derecha.  Porque hay que estar claro:  la derecha mundial se apoderó del planeta, triunfó con sus transnacionales de la violencia y sus medios pervertidos de comunicación, y la corriente contraria anida focalizada en los grumos que no digiere:  la desmesura de los pueblos del mundo.  Semejante esquema de las minorías con gran poder y las mayorías debilitadas, en todo tiempo habrá de esperar que el contrario reaccione con tribalismo, dogmatismo o violencia para justificar su imperio de la ley y continuar con su prevalencia.

El acto de reclamar un pan o expresar colectivamente que se tiene hambre, o que determinado gobierno cese en sus funciones contrapopulares, de seguro se concretará en un acto subversivo, por lo que tiene de no respetar las leyes locales de la observación "democrática".  Radicalizarse, arreglárselas para irse al monte con la lucha, es la receta esperada por quienes ansían justificar la ley del garrote genocida para practicar una asepsia entre las filas enemigas.  Ciencia política de lo predecible.

Y ya sabemos que el Hugo Chávez comprometido con la causa popular da brazadas en medio de una corriente infestada por posiciones encontradas respecto de cómo ejercer el poder siéndose militante de la izquierda política.  Desde radicales que utilizan cepos ideológicos para el castigo hasta pseudorrevolucionarios que proponen la abierta estructura política de la derecha, lobos disfrazados de ovejas dentro de las filas de lucha.  Nada fácil.  De modo que, necesariamente, ha de tener el presidente conciencia de sus actos políticos y procesarlos en la criba fundamental de que con su comisión no se le falte al pueblo ni se malogre él mismo como arma de combate, más allá de la observancia ortodoxa ideológica.  Allende es el emblema triste de esta última materia.

Puede venir Uribe como sea, del mismo modo que va Bush a cualquier parte del mundo en medio de las más extraordinarias manifestaciones de rechazo, pero es el presidente venezolano a quien le toca correr con el peso del sopesamiento político por su aceptación en recibirlo, justificándose en el contexto la expresión dicha sobre la monedita de oro.  Él y su equipo de gobierno, conceptuado como "original" en eso de preocupar al poder tradicional con la idea de volcarlo hacia las masas populares, cuando en realidad no hace más que encarnar la sempiterna aspiración de una mayor justicia social.  Grupos civiles afectos a la causa chavista, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y otras organizaciones sociales se lanzaron a la calle a protestar la visita del colombiano, a su manera ejerciendo su desacuerdo con la decisión "chavista" de conversar con el “enemigo” para reestablecer relaciones.  Algunos sin comprender más allá de los postulados doctrinarios, otros expresando su honesta y simple opinión, otros para ejercer su solapado "chavismo sin Chávez", como es corriente oír en la calle.

Lo cierto es que Uribe viene y el gobierno de Venezuela abre la puerta porque la "nueva" modalidad de lucha de una estigmatizada corriente política es el uso de las mismas armas de la política adversa, así como la conceptúan ideológicamente, a letra de libro, a saber:  el diálogo, la democracia, las elecciones, las relaciones comerciales, la diplomacia.  Desde Salvador Allende la clase magistral está impartida, en sus vertientes de cómo alcanzar el poder y −también− de cómo perderlo.  Una Colombia en "diálogo" desarma a las huestes imperiales más que la confrontación directa, recurrente pretexto del gobernante estadounidense para decir a cada rato ante el mundo que Colombia es un país aliado amenazado por su vecino, lo cual lo lleva a acariciar la idea de aposentar más tropas en el país para en cualquier momento insurgir contra Venezuela.

Luce hasta infantil plantearlo así, pero no menos infantil es la argumentación enemiga.  Simple acto de movida de piezas sobre el tablero político.  Ni temor ni tampoco adecuación al poderío ajeno, con implicaciones de quiebre de los asuntos esenciales en materia doctrinaria (Maquiavelo aquí no pasa la prueba con su bochornoso cuento de unirse al enemigo).  Para ser cristiano ni importa ni es necesario ser católico en su forma litúrgica; se sigue la enseñanza humanista fundamental en sus postulados y ya.  Ello vale para cualquier historia de la idea que precise correr la forma para salvaguardar la idea.  El mismo cristianismo primitivo, en las honduras de las catacumbas, es ejemplar.  De modo que no podría ser saludable ni para la especie ni para el intelecto humano la conformación de doctrinas que aboguen por la destrucción misma de su condición, a contracorriente de la vida.  Y así lucen quienes se aferran al cuenco de barro de los tiempos, cuando invocan los postulados de la inamovilidad y radicalidad políticos.  Al tiempo lo que es del tiempo, victimario del aspecto formal de las ideas, mas no de ellas mismas en su fundamento.  Decía Jorge Luis Borges que siete u ocho temas animan el repertorio de la historia humana, sin cambios hasta hoy.  Hablaba Platón de un mundo de las ideas esenciales, trascendentes.  El arte, como la política, lo que hace es aproximarse a las esencias.

Lo mismo habría que decir de la visita de Chávez a España, monedita allá no muy bien amada por la jauría comunicacional en manos de la derecha.  Ni por mucha gente a pie −hay que reconocerlo−, sumida como está en el permanente lavado cerebral mediático.  Es España el laboratorio de la guerra mediática europea contra el bolivarianismo integrador que se despliega en América Latina.  Allí se fabrica la noticia sesgada, se sopla y se pone a volar hacia el viejo continente (de donde a su vez se repica para el mundo entero), teniéndose lo que se tiene hasta hoy de nuestro  país en Europa:  una tremenda desinformación, un descomunal sesgo, una olímpica manipulación mediática de los pensantes cerebros.  Puerta a la desbancada informativa es España respecto de Venezuela, "enemigo" que tiene que ser vencido con sus propias armas, como quedó dicho arriba, como quedó vencida en el pasado y cómo debe ser vencida para siempre en su connotación de imperio.  Para ello es necesario el reencuentro.

Por supuesto, hay consideraciones de tipo capitalista que alimentan la aversión del analista reaccionario, más en Venezuela, dentro de las mismas filas del chavismo, que en la España misma, quien  no tiene ningún problema en sopreponerse a los pruritos del amor propio en aras del interés económico.  No es para menos:  el mismo rey tiene intereses en la región, además de los "grupos económicos BBVA, Santander, Telefónicas, Mapfre y Repsol".¹ España como nación, con todo y sus cerebros atosigados por la fruta fementida comunicacional respecto de Venezuela, está urgida de un petróleo lejos del metálico tope monetario de los $200.  Y aquí, en Venezuela, no faltará quien tilde de neoliberal al susodicho socialismo de marras.  Es la última modalidad del ataque político, extendido a las filas opositoras mismas, quienes tendrían que alegrarse por dicha eventualidad, si vamos al caso...

Pero véase como esa especie de derecha socialista que hay en España resuelve sus problemas, presuntamente no muy alejada de las proyectadas crisis económicas para unos cuantos países del mundo, empezando por los EEUU.  Venezuela acumula reservas como para doscientos años de explotación, y, como se sabe, para quien busque una fuente de suministro seguro, la necesidad tiene cara de perro, como reza refrán.  (La estructura mundial industrial, fuera de la electricidad, está sustentada en el combustible fósil).  El Hugo Chávez de la monedita de oro, con su visita al país del "cállate", ni cayó a gusto de todos por allá ni por aquí; pero el trabajo político, sobre el contexto esencial de la ideal, explorando la formalidad, debe avanzar a contrapelo de los disgustos de tantos.  Como si hubiera que dejar por sentado, más que todo para enfurecer a tanto bicho protocolar que hay por ahí, que tanto en la derecha como en la izquierda se aplica la tesis despectiva del vulgo que no comprende los giros del obrar político.  Y cómo si hubiera tambien que dejar sentado que nunca podría tener la misma connotación programática y ética fundamentales el maniobrar de un izquierdista que el de un derechista, más allá de la técnica política de efecto inmediato.

Hay que finalizar con el señalamiento de los cambios de paradigmas.  Del mismo modo que no se es cristiano primitivo hoy −en el aspecto formal−, tampoco se es el mismo militante del humanismo marxista de la época previa al quiebre de las ideologías; pero militante en tanto al ejercicio del poder político, que no pervirtiendo los fondos de las ideas.  En el mundo de las masas manipuladas de los tiempos que corren, de los demoníacos medios de comunicación y de la opinión pública, el pensamiento asertivo político requiere agilidad de gacela, tomando lo disponible de la tecnología política para mantenerse a flote.  La inflexibilidad tribal o doctrinaria conlleva a la apetecida situación de "dictadura" que tanto promueve la mecánica del poder político mundial para aniquilarla. Confróntese cuando se tenga que confrontar y hágase un tanto igual respecto del diálogo como herramienta política.

La revolución bolivariana requiere del mundo para explicarle sus preceptos, utilizando la vía consagrada para ello, esto es, el diálogo fácil o difícil, pero diálogo al fin, amén del cuartel general de los medios de comunicación. No su omisión o encono, sea sincero o forjado, a título de encarnarse el mejor postulado ideológico de todos los tiempos (junto a la doctrina cristiana, para no molestar a nadie) .  Se puede ser monedita de oro para caerle en gusto a todos, pero en todo tiempo hay que tener el cuido de que el oro ni se agote ni se devalúe ni se deje de apreciar por los hombres, echando mano del recurso  de la inteligencia humana para los fines.  Echando mano de la ciencia.  Se es humano para lo humano.  La imagen daguerrotípica del socialismo como un hombre barbudo haciendo vida en una cueva, acorralado por el sistema burgués imperante, es una concesión a la derrota de los tiempos.  La lucha tiene que asumir el formato temporal de la sobrevivencia cultural para hacer trascender la idea, que no muere.  De otro modo la derrota es segura, tanto así que el mismo espécimen portador de “ideas extrañas” tiene que aprestarse a ser vendido como reliquias en los mercados del neoliberalismo salvaje.

Notas:

¹ José Luis Carpio:  "La Puerta de Alcalá" en Las Verdades de Miguel. - (2008) jul 25 al 31; p. 4.

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Oscar José Camero Lezama

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

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