Los tiempos de cambio han llegado

Epílogo de la guerra y prólogo de la paz

Este breve espacio del vivir, que nos hace aprender apresurados la enseñanza de la historia de una humanidad en la que nacimos viniendo de la nada, para intentar predecir y transformar este pequeño mundo antes de partir. Eso es vivir. Amar esta oportunidad inesperada, asumir el sentido que conlleva nuestra presencia, desprendernos del egoísmo y fundirnos en la inmensidad eterna del milagro inconmensurable del que somos una pequeña parte.

La historia está escrita, el futuro está en blanco. Allí la humanidad, avanzando en su soledad infinita en este universo gigante y allí cada uno de nosotros. Desde nuestro cuerpo, desde nuestros ojos, desde nuestro sentir y pensar, viviendo la cotidiana vida que sucede. Me recuerdo en la escuela aquel axioma que decía que el hombre nace, crece, se reproduce y muere. Hay algo más, la vida es algo más que garantizar la reproducción. La transformación externa y la interna, pues el ser humano, a diferencia del resto de las especies, desarrolla intensas facultades en su vivir como especie, por tanto nuestra vida es la punta de la pluma que escribe a diario sobre las páginas blancas de la historia actual.

La guerra es algo que conocemos por los libros de texto, por la prensa, por la televisión, o porque vivimos en ella. La paz, tan solo un sueño o esperanza, por ahora. En el estricto pensamiento de Gramsci, la guerra y la paz son lo que tiene que morir que no muere todavía y lo que tiene que nacer que no termina de nacer.

Hoy nuestro planeta teme por una nueva guerra, los tambores infernales de la muerte retumban en África, una escalada inmoral del imperio del dinero, ese que ya nuestro planeta no soporta más, ese que insiste indoblegable en permanecer en el dominio, el capitalismo, expresión madura de aquellos días de feudalismo o esclavismo, ese vil poder que se ha venido manteniendo a la cabeza de nuestro devenir basado en la avaricia personal, que ha manchado con nuestra propia sangre casi todas las páginas de nuestra propia historia, hoy, en sus momentos finales, arremete contra Libia en busca de saciar su sed de petróleo, su arsenal de mentiras envenena a todas y todos y avanza en su intento de encender una nueva guerra.

La nuestra es una guerra a la guerra. La paz, el otro extremo que parece inalcanzable, la paz en nuestro asidero para enfrentar este terrible destino a donde hoy viven atrapadas nuestras destrezas como especie. La paz, es el único camino hacia el futuro, no entenderlo es entregarnos a una fatalidad inevitable. La paz no es estar en paz, jamás será inactividad, pasividad o inercia. La paz es lucha, es resistencia, es el arma de todas y todos aquellos que militamos en la milicia del futuro.

Lo que no termina de nacer ya está naciendo: la conciencia de clase de los humildes del planeta, la bella clase obrera cubana que ha soportado digna por 52 años la bota asfixiante gringa, lo que no termina de nacer es esa misma fuerza que hoy se levanta en África para impedir a los señores de la guerra invadir a Libia, o a Irán o Venezuela. Lo que no termina de nacer es esta gran avanzada de los pobres del sur ante la ignominia del norte. Es la fuerza que resiste, es el sueño que se lucha, es la América con color de socialismo, es el grito del Mapuche o del campesino desplazado en Colombia, es la voz de hondureño que reclama su constituyente o la del español que se indigna ante su despido y desamparo, es la ira que rompe las vitrinas en las calles de Grecia, este grito que palpita en mi garganta.Es el nuevo mundo socialista, primer escalón a la nueva sociedad.

Hay que saber que se acaba el tiempo de la guerra y comienza el tiempo de la paz. No es menos que un salto sobre el abismo, un salto cuántico en la vida de nuestra especie. La revolución debe de terminar de nacer y naceremos dentro del vientre del capital, que debe de morir. Esos son los tiempos que vivimos, la historia que escribimos, el destino que jugamos. El epílogo de la guerra seguro se escribirá con el rojo intenso de la sangre, para que luego, escribamos con tinta blanca sobre la calma del blanco papel de nuestro libro, la nueva era victoriosa.

¡Venceremos!

brachoraul@gmail.com


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Raúl Bracho


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