Una bandera en la Luna, una pandemia en la Tierra

Todos sabemos quién hizo de la guerra un Mundo, y todos sabemos quién hizo del Mundo una guerra, pero lo que nadie sabe, es que si hoy no escribo lo que siento por dentro, arderá Troya en los ojos de quien lea el fuego de mi prosa.

El sonido de la sirena de la ambulancia es inconfundible, sabemos que hay tragedia a nuestro alrededor, sabemos que hay malas noticias, sabemos que hay gigantescas nubes negras a punto de reventar, sabemos que habrá revancha.

50 años después que el Hombre llegó a la Luna, la Humanidad sufrió la peor pandemia del siglo XXI, y sufrió una de las peores pandemias de su historia.

Sí mis queridos hermanos lectores, el 20 de julio del año 2019, todos celebramos el 50 aniversario de la épica hazaña aeroespacial del 20 de julio del año 1969, cuando astronautas estadounidenses de la misión espacial Apolo 11, aterrizaron sobre la grisácea y desolada superficie de la Luna, y pusieron el capitalista pie de la victoria yanqui sobre el satélite natural de la Tierra.

Antiguo satélite natural y público de la Tierra, que fue privatizado y comprado por la mano gubernamental estadounidense del Tío Sam, quien tras plantar su bandera llena de histrionismo en la superficie lunar, transformó a la Luna en el nuevo satélite artificial y privado del americanizado planeta Tierra.

No hay duda que la llegada a la Luna, fue un pequeño paso para el hambriento Hombre capitalista del siglo XX, pero fue un gran salto lleno de pólvora para el explosivo futuro de la violenta Humanidad.

Los terrícolas que celebraron el 50 aniversario de la americanizada llegada del Hombre a la Luna en el año 2019, jamás de los jamases imaginaron que tan solo unos cuantos meses después del recordado júbilo aeroespacial, la Humanidad tendría que poner sus sucios pies sobre la rocosa Tierra, y los terrícolas tendrían que combatir el mal de una pandémica desgracia social llamada Covid-19, que llegó a contagiar a 50 millones de personas en el orbe.

El placer de la venganza proviene de Satanás, el poder de la justicia proviene de Jehová.

La pandemia global causada por el Covid-19, apagó la luz de un millón de estrellas en el planeta Tierra, que murieron sabiendo que la gran huella del Hombre había llegado a la americanizada Luna, pero que muy probablemente, esas estrellas murieron sin haber compartido un pedacito de pan, ni con los barbudos vagabundos ni con los niños huérfanos de las oscuras calles hispanas.

La Humanidad jamás olvidará la llegada del Hombre a la Luna, y la Humanidad jamás olvidará la desgracia social llamada Covid-19.

Si la vida es una bendición, no hay razón para llorar en madrugada, pero a veces la realidad es tan cruel y tan ácida, que solo llorando podemos ver la luz del sol.

50 años después que el Hombre americano plantó su bandera estadounidense en la Luna, ese fruto capitalista germinó, creció y se reprodujo en el planeta Tierra, y ahora en pleno año 2020 del siglo XXI, ese venenoso fruto fue mordido por 50 millones de personas que reverenciaron el mal ejemplo de Adán y Eva.

Podemos culpar a los chinos cochinos de Asia, podemos culpar a los sucios gringos de América, podemos culpar a los mafiosos italianos de Europa, podemos culpar a los periquitos australianos de Oceanía, y podemos culpar a los valientes nativos de la empobrecida África.

Podemos culpar a Casper, podemos culpar a Buda, podemos culpar a Madonna.

Podemos culpar al vecino, podemos culpar al perro, podemos culpar al destino.

Pero el gran culpable de la pandemia global llamada Covid-19, tiene buen nombre, tiene buen apellido, tiene buena pinta y se llama egoísmo humano.

La culpa no es de Casper el fantasma amigable, la culpa es del egoísmo humano.

El gran egoísmo de la Humanidad nos hizo caer en el pecado, en la enfermedad y en la muerte, porque si no hubiéramos mordido la manzana de la discordia en el Jardín del Edén, y si no hubiéramos plantado una bandera de escoria en la Luna, la Humanidad jamás hubiera conocido el dolor de una pandemia, que avivó el gran egoísmo humano en hospitales, sin cuarentenas sociales pero con tarjetas de créditos.

Cuando el gran egoísmo estadounidense de los astronautas de la NASA, fue capaz de plantar su bandera sobre la superficie de la Luna, automáticamente se condenó el futuro y se condenó el porvenir de toda la Humanidad, porque aunque la bandera supuestamente solo deseaba simbolizar el reconocimiento científico a la gran nación estadounidense, la verdad, es que la bandera simbolizaba la victoria de una legendaria carrera armamentista norteamericana, que tras conquistar el campo de batalla llamado Luna, ahora tendría licencia universal para capitalizar sus genocidios alrededor de su violento planeta Tierra.

Si en vez de plantar una bandera en la Luna con las barras y estrellas estadounidenses, se hubiera plantado en la Luna una bandera con una hermosa paloma que simbolizara la paz de la Humanidad, una bandera con un rojizo corazón sin fronteras que simbolizara el amor entre hermanos de la Tierra, o una bandera con una gigantesca cruz de oro que simbolizara la eterna misericordia de Jesucristo, pues estamos seguros que la Humanidad del siglo XXI, jamás estuviera sufriendo la enfermedad que hoy sufre en la Tierra, y el Ser Humano jamás hubiera sufrido la muerte por la pandemia global llamada Covid-19.

Pero la eterna carrera armamentista del imperio estadounidense, nunca tuvo corazón para plantar una bandera de amor en la Luna, y no hay duda que las pesadas artillerías de las bombas, de las ametralladoras, de los tanques blindados, de los aviones de combate, de las granadas, de los torpedos y de las escopetas, siempre han sido las mejores armas de ataque desarrolladas por el genocida ingenio americano, para matarnos por aire, por mar y por tierra.

Por el agresivo progreso tecnológico de la Humanidad, sabemos que muy pronto será robada la bandera estadounidense plantada en la Luna, y luego que la famosa bandera llegue a nuestro delictivo planeta Tierra, seguro que la bandera será subastada en Ebay y será vendida en Amazon, y el afortunado terrícola que gane la subasta o que compre la bandera, será el rey de reyes en la red social Facebook, donde los internautas sentirán tanta envidia y tanta frustración por no ser los dueños de la bandera, que cometerán suicidio masivo por amor al milagroso San Covid-19, y seguro que se despedirán del Mundo por WhatsApp.

Una bandera plantada en la Luna, es mucho más que una bandera plantada en la Luna, porque estamos seguros que el 20 de julio de 1969, habían millones de hermanos en la Tierra sin un dólar, sin comida, sin agua y sin sueños, pero los astronautas estadounidenses demostraron el clásico egoísmo y la clásica miseria espiritual que carcome a nuestra Humanidad, por lo que pese a la pobreza extrema que siempre ha gravitado en el planeta Tierra, los astronautas estadounidenses viajaron, llegaron, y plantaron su bandera en la egoísta Luna.

50 años después que el Hombre llegó a la Luna, el Hombre sigue sin poder llegar al corazón de Dios, y es la pandemia global en la Tierra por Covid-19, un claro reflejo de que el egoísmo humano destruye su propia esperanza en la vida.

Codiciar conquistar los linderos del Universo, para ganar el derecho de controlar todo el polvo de la Tierra, siempre ha sido el único objetivo de la venenosa carrera aeroespacial estadounidense, y mientras el poder político siempre ha pretendido envenenar a la razón de su pueblo, para justificar invasiones de territorios y matanzas internacionales que vulneran los derechos humanos de otros seres vivos, pues las pandemias globales terminan siendo las mejores maestras en la Tierra, para demostrarnos que sin salud se quiebran los radares, se quiebran las brújulas, se quiebran las miras telescópicas, se quiebra la guerra.

Y es que la bandera estadounidense plantada en la Luna, no llora, no gime, no grita, no siente, no perdona. Es tan fría esa bandera, es tan estéril, es tan egoísta.

En pleno año 2020, gran parte de la Humanidad ha tenido que llorar la muerte de sus seres queridos, por culpa del contagio por el mortífero Coronavirus, y aunque la bandera estadounidense no sonríe desde la Luna por la desgracia de la Tierra, esa bandera tampoco llora desde la Luna por la pandemia de su Tierra.

El egoísmo es el cáncer de la Humanidad, y aunque en el prefacio de la pandemia mundial por Covid-19, todos los Seres Humanos supimos usar los más feos tapabocas y las más feas máscaras faciales, para asegurar nuestra propia supervivencia en el enfermizo planeta Tierra, pues debemos reconocer que en el epílogo del año 2020, los superficiales Seres Humanos compran los más bonitos tapabocas y las más bonitas máscaras faciales, que combinen con el estilo hollywoodense de la nueva moda invernal, que sean vendidas en las tiendas de famosos diseñadores parisinos, que sean tan brillantes como el gran oro puro.

En la superficie de la Luna no se plantó cualquier mundana bandera, porque en la Luna se plantó la gloriosa bandera de los Estados Unidos de Norteamérica.

En la superficie de la Tierra no usaremos una mundana máscara de buey, porque en la Tierra compraremos la más costosa máscara para presumirla en las calles.

Calles que a medida que pierden el caluroso miedo por el Covid-19, son las mismas calles que recuperan el frío del egoísmo sin temor al Covid-19.

El veneno capitalista simbolizado por la bandera estadounidense plantada en la Luna, es tan corrosivo que llega hasta regiones geográficas del planeta Tierra, donde se ha intentado desintoxicar la mente monetaria de la colectividad.

Mi país Venezuela lleva más de 20 años inmerso en un revolucionario proceso socialista, que ha intentado humanizar a la sociedad venezolana inyectando una buena dosis de patriotismo bolivariano, a millones de venezolanos que crecieron idolatrando a la bandera estadounidense plantada en la Luna, y que también crecieron menospreciando la sangre del tricolor patrio de la bandera venezolana.

Por desgracia, los venezolanos también capitalizaron el negocio mercantilista de la pandemia global por el Covid-19, y en Venezuela se vendieron a exorbitantes precios los ambicionados productos higiénicos que salvarían nuestras vidas.

Los tapabocas, los guantes certificados, los jabones antibacteriales, los termómetros infrarrojos, las bragas de bioseguridad, los esterilizadores ultravioletas, los aspersores, las cabinas de desinfección, las alfombras, los trajes impermeables, los pulverizadores, el test de detección hecho en China, y hasta los protectores faciales infantiles con imágenes de personajes de Disney.

Un mercado libre y lleno de productos de consumo masivo, que los desesperados consumidores venezolanos, necesitaban comprar en las calles y en las tiendas venezolanas, para reducir el miedo a una capitalista emergencia sanitaria, que no se pagaba con bolívares soberanos, sino que se pagaba con dólares americanos.

50 años después que los astronautas estadounidenses plantaron su épica bandera en la Luna, todavía se fraguan hipótesis y se documentan teorías en los cuatro puntos cardinales del planeta Tierra, que niegan la supuesta llegada del Hombre a la superficie de la Luna, asegurando que las teatrales huellas de los astronautas estadounidenses en suelo lunar, fue una exitosa estrategia gubernamental financiada y simulada en la Tierra, para expandir el poderío político americano.

Nadie puede asegurar que el Hombre realmente llegó a la Luna, porque nosotros no estuvimos presentes en la misión Apolo 11 del 20 de julio de 1969, pero mientras el Mundo sigue discutiendo las verdades y las mentiras de la llegada del Hombre a la Luna, la realidad es que la pandemia global causada por el Covid-19 en el año 2020, nos demostró que los Seres Humanos estamos espiritualmente perdidos y confundidos en la oscuridad de una sombría Luna.

¿Acaso la Humanidad necesita vivir eternamente en una trágica pandemia, para rescatar la solidaridad, el altruismo y la empatía social en la Tierra?

¿Por qué tuvimos que esperar la llegada de una pandemia, para sensibilizarnos por el sufrimiento del prójimo?

¿Por qué supimos plantar una bandera llena de racismo en la Luna, pero no podemos plantar una semilla llena de tolerancia racial en la Tierra?

¿Por qué somos tan desgraciados?

Dios no le dio soplo de vida a gente desgraciada, para que habitara los confines de su maravillosa Tierra, pero fue por culpa de morder una manzana en el Edén, y fue por culpa de plantar una bandera en la Luna, los motivos por los cuales la Humanidad cayó en desgracia ante los ojos de Dios, por lo que las pandemias y los terremotos que sacuden a nuestro Mundo, son las consecuencias de nuestros graves pecados cometidos en la vida terrestre, y son las consecuencias de nuestro perverso egoísmo humano, que por la adicción al dinero es capaz de morder y plantar, cualquier cosa que se deba morder o que se deba plantar.

Nuestro padre celestial llamado Jehová, no deseaba que el Hombre llegara a la Luna, no deseaba que el Hombre plantara una bandera en la Luna, no deseaba que el Hombre jugara golf en la Luna.

Jehová solo deseaba que sus hijos compartieran el pan con sus hermanos más pobres, y que recordaran eternamente el sacrificio de su amado unigénito Jesús, quien con su preciosísima sangre derramada en la cruz del Calvario, nos demostró que la redención de amor no se conseguía plantando banderas en la Luna, ya que la redención de amor se consigue compartiendo el pan en la Tierra.

Hay una hermosa cita bíblica en Zacarías 4:6 que afirma lo siguiente:

"No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, dice Jehová de los Ejércitos".

Pero hoy nosotros podemos expandir esa cita bíblica, y afirmamos lo siguiente:

"No con ejército, ni con banderas, ni con fuerza, ni con egoísmo, ni con dinero, ni con ciencia, sino con mi Espíritu, dice Jehová de los Ejércitos".

El día que la Humanidad recupere el espíritu de vida, que Dios le regaló tras la divina creación de su Tierra, ese día se acabará la desgracia que diariamente consume a nuestro Mundo, y ese día la paz reinará en nuestro hogar.

Cuando enfermedades incurables como el cáncer, llegan sin avisar a nuestras vidas, muchas veces caemos rendidos a los pies de Cristo, y muchas veces nos olvidamos de cosas tan tontas y tan mundanas como la llegada del Hombre a la Luna, porque lo único que nos importa es recibir un milagro del cielo, que nos permita recuperar la salud antes que el cáncer nos entierre en el cementerio.

Muchas personas en la Tierra siguen ambicionando tocar y conquistar la cúspide del monte Everest, pero yo creo que el lugar más alto que una persona puede ambicionar tocar en la Tierra, es el pie bendito de Nuestro Señor Jesucristo.

Qué bonito sería vivir con fe y caer rendidos a los pies de Cristo, no por la desesperación que causa una enfermedad terminal, sino porque comprendimos que la cruz cristiana del Gólgota, vale infinitamente más que la bandera americana de la Luna.

Desde la Tierra, el Hombre puede ver a la apasionada Luna, pero no puede ver a la insignificante bandera estadounidense, por lo que nuestras luchas sociales deben resplandecer en nuestras comunidades, donde realmente podemos inyectar vacunas contra la indiferencia, donde podemos compartir el pan con las familias humildes que no tienen pan, y donde podemos curar el mal del egoísmo.

Pero los egoístas Seres Humanos, siempre asesinamos la gracia salvadora del arcoíris, y siempre evolucionamos como seres adictos a la pandemia global.

Vamos a compartir la cita bíblica de 1 Juan 2:15-16 que afirma lo siguiente:

"No amen al Mundo, ni a las cosas que están en el Mundo. Si alguno ama al Mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el Mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del Mundo".

Nosotros amamos al Mundo, cuando por querer demostrar nuestra superioridad geopolítica en el Mundo, vamos plantando cosas tan mundanas como banderas, que son endiosadas y enaltecidas dentro y fuera del planeta Tierra, para que la santa voluntad de Diótrefes siga esclavizando a los pueblos latinoamericanos esclavizados, y para que su egoísmo siga destruyendo a la soberanía aborigen.

Si minutos antes de plantar la bandera estadounidense en la superficie de la Luna, los astronautas hubieran sabido que por plantar esa infame bandera, la Humanidad sufriría 50 años más tarde una catastrófica pandemia, estamos seguros que de todas formas, los astronautas estadounidenses hubieran plantado su bandera gringa en la superficie de la Luna, porque el show del egoísmo ya estaba pagado, ya estaba actuado, ya estaba montado, ya estaba grabado.

A veces el cielo nocturno está tan nublado, tan rojizo, tan opaco, que por más que miramos el firmamento en la noche citadina, no podemos encontrar la luz de Jerusalén, y no podemos ver a la Luna resplandeciendo en las alturas galácticas.

Nos comemos una zanahoria, abrimos bien los ojos, y seguimos buscando el luminoso rastro de la Luna en el firmamento, pero como siempre, nos quedamos con las manos vacías, nos quedamos suspirando por lo que pudo ser y no fue, nos quedamos esperando milagros que nunca llegan, nos quedamos sin ganas de regresar a casa, nos quedamos viendo felicidades que jamás llegan a nuestras vidas, nos quedamos endiosando a pastores salvadoreños que por plata se roban nuestra fe, nos quedamos perdidos en medio de las frías carreteras, nos quedamos dormidos soñando despiertos, nos quedamos llorando en madrugada.

Ver la Luna es ver el dolor.

Luna sufrió un mundo de heridas en la soledad del pasado. Fue humillada, fue golpeada, fue penetrada, fue bombardeada por meteoros y por restos sólidos espaciales, que la hicieron madurar hasta el punto de perder la fe en el Hombre.

Luna le regaló rosas al falócrata hombre salvadoreño, pero ese hombre traicionó sus sentimientos, y llenó su cuerpo de cráteres que tatuaron el dolor en carne viva.

Luna no le guarda rencor a nadie, sigue siendo la musa del amor para muchas almas perdidas, y sigue siendo una luz que brilla en la montaña del Mukumbarí.

Cuando vemos la cara de la Luna, vemos el rostro del dolor.

Yo soy el espejo de la Luna, y sinceramente, estoy cansado de cargar tantas cruces en mi espalda, tantas violaciones en mis rodillas y tantas cicatrices en mis ojos.

Como si fuera un cristal de lágrimas, a veces quisiera romperme en mil pedacitos, y no sentir miedo por los siete años de mala suerte que eclipsarán a mi vida, pero yo sé que el buen cristiano debe cargar sus cruces y debe cargar sus cicatrices, levantando las rodillas y limpiando el espejo del alma, para reflejar el noble carácter de Jesús en la Tierra, en la Luna y en el Sol.

Covid-19 mató a muchísima gente inocente en el planeta Tierra. Hermanos que realmente no merecían apagar las luces de sus estrellas siderales, pero que murieron por culpa de un insano Mundo, donde siempre los justos reciben los latigazos que merecen recibir los verdaderos pecadores, y aunque hoy quisiéramos escuchar el sonido de la trompeta para ascender y olvidar tanta injusta pandemia, por ahora solo podemos orar y perdonar el orgullo de Satán.

También debemos reconocer que Covid-19 fue un mal necesario para la Humanidad, porque si miles de Seres Humanos no hubieran sido miles de cadáveres por culpa de un virus, no hay duda que esos miles de Seres Humanos, hubieran sido los mismos miles de cadáveres por culpa de las guerras mundanas en el planeta Tierra, que anualmente asesinan los credos y acribillan los salmos de quienes fallecieron, sin poder conocer la eterna paz del Señor.

Vamos a compartir la cita bíblica de Santiago 4:4 que afirma lo siguiente:

"¡Oh almas adúlteras! ¿No sabes que la amistad del Mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del Mundo, se constituye en enemigo de Dios".

En la actualidad hispana, sobreabundan los cristianos lunáticos que disfrutan ser amigos de Dios, mientras también disfrutan ser amigos del Mundo, porque para esos cristianos lunáticos que viven espiritualmente en los cráteres de la Luna, el cristianismo es un juego tan adictivo como el mundanismo, por lo que no existe enemistad entre la bandera del Mundo y el crucifijo de Dios.

¿Acaso el buen cristiano debería enorgullecerse por la llegada del Hombre a la Luna?

No, el buen cristiano debe aborrecer la llegada del Hombre a la Luna, porque estamos seguros que mientras tu abuelo prendió el televisor de su casa, y vio la hazaña aeroespacial estadounidense por televisión, en ese mismo momento de la vida, un vagabundo tocó la puerta de la casa de tu abuelo, pidiendo un miserable pedazo de pan que nadie compartió con el vagabundo, porque tanto tu abuelo como el Mundo entero, estaban endiosando el éxito de la gran misión Apolo 11.

Los cristianos lunáticos son quienes se enorgullecen, por la llegada del Hombre a la Luna, porque son amigos del Mundo y porque son enemigos de Dios, porque los cristianos lunáticos son duros de cerviz, no quieren circuncidarse los prepucios de sus capitalistas corazones, no abren sus oídos a la voz del Evangelio, viven presos en la Luna para escapar del Espíritu Santo de la Tierra.

El buen cristiano debe enorgullecerse cuando refleja el carácter de Jesús, siendo caritativo, ayudando a cualquier compatriota que necesite una mano amiga para seguir luchando en la Tierra, y siempre recordando que llegar a la Luna no te hace salvo, no te justifica por fe, no te absuelve de tus pecados, no te cubre con vestiduras blancas, no te premia con corona, no te abre el cielo de la vida eterna.

Aunque la bandera estadounidense plantada en la Luna, es una maldición llena de egoísmo para la Humanidad, sabemos que ningún Ser Humano maldice a la indigna bandera estadounidense plantada en la Luna, pero todos los Seres Humanos supimos maldecir a Jesús, cuando fue clavado en el indigno madero de la cruz, y por ley se convirtió en maldición para expiar con su sangre todos los pecados de una Humanidad, que sabe rezarle a la bandera para no morir por el contagioso Covid-19, pero que no sabe rezarle a Jesús para vivir en libertad.

Más allá de la traicionera cobardía humana, que hoy no quiere maldecir a los dólares de la bandera en la Luna, pero que sigue maldiciendo a la madera de la cruz de Jesús, pues hoy yo seré un valiente hombre tan cristiano como venezolano, y sin temor exclamaré las palabras que nadie se atreve a decir.

¡Maldita sea la bandera estadounidense plantada en la Luna!

¡Maldito sea el egoísmo humano plantado en la Luna!

¡Maldita sea la huella capitalista plantada en la Luna!

En la Luna se debió plantar la cruz de Jesús, no la bandera de Estados Unidos, y aunque según sus billetes, el pueblo estadounidense afirma confiar en Dios, la verdad, es que el gran egoísmo humano que plantó la bandera gringa en la Luna, nos demuestra que Satanás es el gran ídolo americano que sataniza al Mundo.

Muy pronto el Hombre capitalista del siglo XXI llegará a Marte, por lo que personalmente plantará la gran bandera estadounidense en Marte, y sabemos que la Humanidad no imaginará, cuán mortífero será el hijo pródigo del Covid-19.

Plantaremos banderas en planetas y en exoplanetas, y las pandemias seguirán creciendo en exoplanetas y en planetas, hasta la infernal llegada del juicio final.

Todas las banderas americanas plantadas por Estados Unidos en la Luna, son punzantes lanzas romanas que siguen perforando el ensangrentado cuerpo de Jesús, y aunque todos sabemos quién hizo de la guerra un Mundo y quién hizo del Mundo una guerra, lo que nadie supo, es que si hoy no escribía lo que sentía por dentro, ardería Troya en los ojos de quien leyera el fuego de mi prosa.

Artículo escrito en memoria de mis hermanos venezolanos, que fueron tan revolucionarios como cristianos, y que murieron en el año 2020 por culpa del pandémico Covid-19.

Ekologia.com.ve



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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

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