Crónicas de ayer del municipio Guasimos VII

Benigno Porras Cubillan:

Es uno de esos personajes que en oportunidades la distancia no priva para estar atentos a las necesidades, privacidades y problemática de su lar nativo. Desde su adolescencia se inclinó siempre por la poesía; hoy es ya un excelso y esclarecido poeta. En esta oportunidad nos obsequia con su pluma un poema en prosa, matizada de poesía al cerro de la Mantellina. Luego lanza una alegórica exclamación de advertencia a ese cerro; que no se le han prestado la debida atención. Hoy ante el deterioro que salta a la vista, en parte debido a la sequia y al inclemente clima, se ha recrudecido. Por ahí observe unas graficas muy reveladoras del detrimento que ha venido presentando en los últimos 15 años. Nos señala Benigno: "es fundamental realizar prácticas ambientales de cuidado; es necesario regular las actuaciones que dañan y contaminan nuestro municipio".

Anécdotas para la historia:

Víctor Ramírez que es un escudriñador de las páginas de los archivos del municipio; buscando de aquí y de allá hechos y documentos desconocidos del palpitar histórico del municipio. Se percató de la existencia de un documento dejado en una de las cúpulas de la iglesia de San Agatón `por los albañiles que tuvieron la responsabilidad en su construcción por allá en 1922. Víctor Ramírez que es un historiador acucioso, me hizo llegar algunas de las interioridades de este hecho histórico: "en efecto , en la cúpula de atrás (parte norte", en la parte superior está Cristo Rey, sosteniendo un globo que significa el mundo, allí los maestros albañiles, antes de terminar la obra, introdujeron un papel con sus nombres, siete en total, todos ellos de apellido Moreno, entre ellos Ciriaco Moreno, Abdón Moreno; pero hubo uno que reviro, fue don Ramón Vielma; que vivió en la esquina de la carrera dos con calle 2". Sus nombres están allí para la posteridad como ejecutores de tan magna obra. Algún día se descifrará tan particular acontecimiento para integrársela a la historia del municipio.

Páginas para el recuerdo:

Las casas tenían en su interior jardines poblados de la más diversidad de plantas medicinales y ornamentales de flores y rosas, de los colores más diversos que perfumaban el ambiente. Los amplios corredores de pisos de piedra, con zaguanes y puertas grandes de madera de algunas casas. El tinajero no faltaba en aquellas casas. En la bodega del Pueblo de don Heriberto Briceño, había uno, con su filtro de piedra adherido, que permitía destilar a la tinaja tan fresca agua, que en nada se envidiaba a la proporcionada por la nevera. El sabroso chocolate espumoso con brandy, con el que era recibido en algunos de esos hogares con las arepas de harina de trigo. O el chorote, que era una vasija previamente curada, utilizada exclusivamente como chocolatera, donde se preparaba esta exquisita bebida; con aguamiel de panela y cacao. Los pastelitos de carne o yuca; con la chicha de arroz, de maíz y trigo y el popular masato, que se expendían los domingos en la plaza. El calentado de miche, panela e hinojo en rama, se calentaba a fuego lento que se servía en Palogrande. Los bizcochuelos, las conservas de lechosa o las de coco, las melcochas, las acemas, bollos y hallacas. Este es otro cuento, El don o la doña eran como un título nobiliario para algunos. Todos aquellos buenos modales de respeto y consideración; quedaron atrapados en el recuerdo.



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Luís Roa

Licenciado en Administración de Empresas (ULA). Luchador social. Jubilado de CVG Alcasa

 Luisroa519@gmail.com

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