Hazaña de Osmel Souza y Monseñor Lückert hay que verla en contexto de prevaricato y maledicencia contra la mujer

Hace algún tiempo, el Monseñor Lückert, quien por cierto pareciera nunca dejar su bilis en casa, dijo algunas necedades tan desbarajustadas que no se le podían encontrar pies  ni cabeza, excepto dichas por un demente, pero en boca de un representante del alto clero -así llamado- sonaron infaustas, en demasía estridentes; en esa ocasión yo dije y ahora repito, que hablar de un solo sujeto de la Conferencia Episcopal escuálida Venezolana -CEEV- es hablar de toda esa élite, todos ellos piensan y hablan igual porque viven anclados a un dogma insufrible que los corroe; es bueno saber que las ideas también se corroen, aunque no siempre sino en determinados casos, como el hierro.

El dogma es nocivo para la salud porque restringe el campo perceptivo del individuo, la educación religiosa hace estrago en la personalidad de muchos aunque no en todos, buenos ejemplos  de insignes sacerdotes los hay aquí en nuestra patria, me permito citar a uno que me parece admirable aunque es cura, es el Padre Numa Molina, hace poco lo vi en la pantallita rezando una misa y ya estuve de acuerdo con todo lo que él dijo, y no obstante yo sempiterno hombre sin religión, inclusive le consulté a la Duquesa, máxima autoridad de esta comarca y con quien estuve observando atentamente la dicha misa tan buena, y la Duquesa corroboró favorable mi apreciación; es que me gusta consultar porque la mejor opinión es la que se debate.

Otro también, digo que sacerdote por excelencia, parece ser uno al que le dicen Sacerdote de Petare y si mal no recuerdo se llama Bruno Renaud y del que leí recientemente una extraordinaria reflexión publicada creo que en UN y que una compatriota gentil me envió, lo que agradecí.

Como puede desprenderse de lo argumentado, lo obsesivo y lo sublime se contraponen a lo interno del clero en Venezuela y tarde o temprano eso va a estallar.

Un tal Osmel Souza farandulero representante de muy oscuros intereses y valores de la rancia fatuidad propia del capitalismo chupasangre, hace par, como uña y sucio, con el tal Lückert y arremete vil también contra la mujer venezolana; mas, ni uno ni otro representa a los hombres o a las mujeres (venezolanos/as, por si acaso), lo cual es importante definir para conocer de donde vienen los tiros.

Si no fuera porque uno se fija en el análisis del contexto en el que ambos despepitados profieren sapos y culebras el asunto podría verse como la más simplona agresión de género pero si hace un poco de memoria y evoca lo del chupacabras, platillos voladores y etc estupideces se percata de los sutiles manejos de opinión pública que el capitalismo salvaje inventa para desviar la atención del pueblo, en vez de hacia lo sustancial de la realidad, hacia lo prosaico, a conveniencia de perversos intereses.

Veamos, ni Lückert ni el tal Souza representan en sí mismos otra cosa que cipotes, ellos son simplemente peoncillos de una estrategia del tiburón que merodea con su bocota abierta dispuesto a zamparle una ñascá a la faja petrolera del Orinoco, se trata de estrategias diseñadas en laboratorios de guerra contra Venezuela y contra la región. No es casual que en momentos en los que la mujer venezolana destaca por su excelente participación en todas las fases del proceso revolucionario venezolano, salga el tal Souza a expresamente llamarla negra fea; y por otra parte, en el mismo contexto el Lückert llame puta a la mujer venezolana, e inclusive llega al colmo de decirle puta que gana dinero con el sudor de su entrepiernas, así lo dijo él textualmente, lo que pasa es que lo hizo tras bastidores.

Por añadidura el Lückert tuvo el tupé de descalificar a la Misión Hijos de Venezuela, y que asiste a las adolescentes embarazadas, tildándola como misión “abrelaspiernas”.

¡So abuso de ese vocero de la CEEV!

¿Acaso Monseñor Lückert gana el dinero con el sudor de su frente, donde trabaja él, qué produce?

Ni Monseñor Lückert ni Osmel Souza podrán ni por encargo y menos por si mismos desmoralizar a la mujer venezolana que, de hecho, y sin exagerar un ápice, lo que produce es el más excelso éxtasis contemplativo cada vez que ella asoma doquier, su presencia la mar de bonita.

Por si fuera poco, la mujer es ejemplar guardiana de la vida.

Para uno y otro sujeto el ofender a la mujer venezolana es la “hazaña” más notable de sus respectivas improductivas existencias, ¡valga qué hazaña!

La mujer venezolana no necesita que los hombres la defendamos, ella sabe defenderse y, ¡de qué manera! Más bien ella hasta nos defiende a nosotros.

Lo expreso con franqueza, no soy anti machista ni anti homófobo ni anti ateo, todo lo contrario, pero como bien dijese Picasso, que quien se guarda un elogio se queda con algo ajeno, ojalá Souza y Lückert significaran lo que el tacón de un zapato femenino.

Lo que pasa es que ninguno de los dos citados sujetos se ha parado tal vez en cualquier esquina de la calle y apreciar el esplendor de esas mulatas de fuego que más que mujeres parecen diosas (inclusive para un ateo).

No hay que ser feminista para salir en defensa de la mujer en sentido lato, y más si tú tienes hijas y nietas, así que ambos lenguaraces váyanse al carajo.

Para complementar estas reflexiones os adjunto algo un tanto inspirado en la magistral lírica de nada más y nada menos que el Gran Mario Benedetti: http://www.aporrea.org/oposicion/a150717.html Por si acaso un apagón.

En tanto, Maduro le puso ejecútese a una reciente ley que prohíbe toda forma de violencia contra la mujer; por su parte, Osmel Souza y Monseñor Lückert, heraldos de la maledicencia, chapotean en el prevaricato contra la dignidad de la mujer.

 

oceanoatlanticoguillermo@gmail.com



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Guillermo Guzmán


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