Venezuela Socialista o Muerte

En esa Venezuela IV republicana con sus castas terratenientes fuertes, su burguesía racista, incipiente, ansiosa de poder y ganancia, con un desarrollo industrial paupérrimo; la clase obrera y los trabajadores del campo sumamente explotados y gran pervivencia de profesiones artesanas y de pequeño comercio, (toderos) entraba en un período de crisis revolucionaria. Si las fuerzas revolucionarias germinaban por un lado, la burguesía creía que le bastaba con perseguir, encarcelar, asesinar e imponer la censura para mantenerse en el Poder. Ninguna de esas clases sociales de la “exquisita izquierda muy democrática” de aquélla época por su carencia de ideas y proyecto podían obtener el necesario apoyo popular, momentáneamente, contra la clase dominante. El pueblo marginado y oprimido trataba de saber qué alianzas se iban a operar, cómo iban a actuar los partidos de la “exquisita izquierda” y las “ideas” (de las cuales carecían) sobre las medidas que se iban a tomar para transformar a Venezuela en un país progresista, o de lo contrario, para que siguiera siendo un raro muestrario de supervivencias coloniales.

En esta agonía decimonónica inserta ya en la cronología del siglo nuestro, ocupa lugar notorio “además de los geniales fulgores” lo que se ha llamado generación del 28, así como las corrientes intelectuales que la seguían y siguen de cerca. Líbrenos Dios de terciar en la polémica sobre si existió o no tal generación con caracteres homogéneos. Mucho nos tememos que poner en duda su existencia equivaldría a incurrir en herejía de ciertos dogmas culturales que dominan nuestro tiempo. Y justo es añadir que si la existencia pareciera dudosa, la vigencia posterior, es decir, cierta proyección en el decurso de nuestras ideas contemporáneas parece a todas luces evidente.

Evidente es también el fenómeno de las transformaciones operadas en el panorama político venezolano desde el advenimiento del gomecismo hasta la segunda guerra mundial, al que no son ajenos la profunda conmoción económica y política del desastre de ese gobierno dictatorial, la entrega de nuestro petróleo al imperialismo, y parte de nuestro territorio a Colombia. El perfilar de conciencia en cierta burguesía venezolana, la necesidad, en suma, de revisar los valores en que tirios y troyanos venían cabalgando durante todo un siglo. La llamada generación del 28 es, en realidad, sumamente heterogénea. Y si esto ocurre desde el punto de vista cronológico, la disparidad es mayor desde el ideológico cuando al irrumpir en el verdadero siglo XX, los hombres de la generación del 28 se disparan centrifugados en las más distintas direcciones. Afirmaciones tales podrán parecer excesivamente duras para algunos seguidores de ese grupo generacional. Cierto es también que el mito fue a veces más fuerte que el hombre. Cúmplenos ocuparnos sólo, en este momento, de la primera fase de su trayectoria, en el engarce político con el siglo XXI.

Los vestigios del latifundismo en la época de los IV republicanos eran tan acusados, que en multitud de casos la propiedad de las tierras llevaba aparejada la potestad sobre los habitantes de pueblos y tierras. En las regiones donde dominaba libremente el caciquismo, los latifundistas tenían derecho a nombrar gobernadores, alcaldes y demás funcionarios municipales. En los campos, muchos trabajadores eran pagados, total o parcialmente, en especies; existían verdaderas relaciones de vasallaje. El cacique era el amo y ricacho del pueblo, él mismo era terrateniente o representante del terrateniente de alcurnia que residía en la ciudad; de él dependía que los trabajadores agrícolas trabajaran o se murieran de hambre, que los conuqueros fueran expulsados de las tierras o que las pudieran cultivar, o que pudieran obtener un crédito. El maestro —que vivía miserablemente— debía someterse a él, el cura del pueblo prefería por lo común colaborar con él; en una palabra, era el nuevo feudal, era el señor omnímodo.

Este fue, en síntesis, el vaivén de la política oficial venezolana durante ese medio siglo, de los políticos de la “democracia representativa” puntofijista. Los discursos altisonantes y las trapacerías de pasillos podrían, tal vez, caracterizarlo. Sin embargo, Venezuela era algo más que eso. A partir de la insurrección militar del 4 de febrero de 1992, junto a sus problemas económicos, ofrecía entonces un desarrollo del movimiento social, la irrupción en la vida pública de un movimiento del pueblo cada vez más importante, un renacimiento cultural que se anunciaba de indiscutible empuje, luchas políticas y sociales en la calle y un triste problema: la sangría de la explotación del pueblo por la burguesía apoyada por los gobiernos turnantes y el imperialismo.

Los cambios revolucionarios que se desarrollaron en febrero de 1999, con la llegada del comandante Presidente Chávez y la Revolución Bolivariana, abren una etapa de actividad desbordante de clases sociales y fuerzas políticas en presencia. Por el momento Venezuela va a realizar una transformación para ponerse en una sociedad socialista, para echar por la borda el lastre de tantos años de una “democracia” ruinosa y mal concebida. Sin embargo, por causas que están presentes y que tratamos de entender, las estructuras arcaicas IV republicanas todavía permanecen en pie tras diez años de choques y conmociones.

Resbalando por el despeñadero de las persecuciones, los políticos puntofijistas dejaban incluso de representar a las clases populares para convertirse exclusivamente en órgano de una camarilla y en primer obstáculo para el desarrollo de la vida nacional. En efecto, las clases dominantes del antiguo régimen detentadoras de riqueza se mostraron reacias a toda actividad económica, afluyeron a cambiar la moneda nacional contra los dólares y por razones políticas —hostilidad contra el régimen—, retiraron su confianza al Gobierno Bolivariano. Otros lucrativos negocios como el de la producción de alimentos, la construcción de viviendas y bienes se resintieron cada vez más al no permitírseles la especulación desmedida: créditos Indexados, cuotas Balón y la aplicación del IPC. O es que no lo entiendes estúpida clase media.

En los gobiernos adeco-copeyano: Los capitales estaban a precios fabulosos. Distraídos en la compra venta de efectos públicos, donde obtenían cuantiosas ganancias, no se prestaban a favorecer la industria ni el comercio. Estábamos completamente faltos de vialidad, faltos de caminos de hierro, de canales de navegación y de riego; de todos los medios que hacen fácil y barato el transporte de los frutos y mercancías. La acumulación agraria había engendrado un capitalismo usurario. Porque el problema agrario, era para los gobernantes puntofijistas tan sólo un problema de represión y de fuerza pública. Durante esos años, el nivel de vida de los trabajadores, tanto del campo como de la ciudad, soportaban las consecuencias de un liberalismo a ultranza que dejaba las manos libres al patrón. Ya que éramos una comunidad de esclavos que nos arrastrábamos por la miserable tierra, y al toque de una campana nos metíamos a descansar en mezquinas barracas, mal alimentados y colchonetas en el suelo.

Esa Venezuela de viejas familias y viejas estructuras agrarias, pero con constitución y partidos políticos “turnantes”, creo un sistema social y político cimentado sobre dichas estructuras y encaminado a embotar más y más la sensibilidad política de los trabajadores del campo y la ciudad, y a hacer la vida fácil a los burgueses conservadores que peroraban en el ex-Congreso Nacional. Dijérase que todo se reducía a satisfacer a los venezolanos de las clases “distinguidas”, proporcionándoles destinos y haciéndoles ganar dinero. El pueblo les era indiferente. Esto prueba que aquellos gobiernos creían tener las elecciones en sus manos y aún se cuidaban que fueran elegidos algunos miembros de la oposición. Todo ello constituye un sistema de explotación de lo más abyecto, una caricatura de constitucionalismo, frases y latrocinio. Estamos hablando del caciquismo. Astucias sin cuento y liberalismo verbal prolongaron la existencia de los gobiernos adeco-copeyano; ricos señores vinculados al servicio de la aristocracia y del imperialismo.

No entra en nuestro propósito ni en nuestras posibilidades el trazado de un cuadro completo de aquella forma de vida, de “educación técnica e intelectual”, si no que intentamos subrayar simplemente aquellas manifestaciones que han podido tener mayor influencia en la vida ulterior de Venezuela en el permanente esfuerzo por recobrar el ritmo de nuestro tiempo. Esa idea de la imparcialidad absoluta, esa idea de la fría impasibilidad de algunos compatriotas es acaso falsa, y yo tal creo: y ya el asunto que voy a tratar es de pura historia conviene que os entere del modo que tengo de entenderla para que no os llaméis a engaño… Criticamos las instituciones caducas, rechazamos la esclavitud de la clase dominante, rechazamos e instamos también a deshacer la “leyenda blanca” de una “democracia bienhechora” y de una sociedad “paradisíaca” en la Venezuela de los últimos cuarenta años puntofijistas. ¿Cómo cabe la pasión en la historia? No en el sentido de la parcialidad, no en el sentido de preferir un partido a priori, no en el sentido de preferir una teoría porque sí, sino en el sentido de preferir lo bueno o lo malo, de enamorarse de lo verdadero.

La burguesía y los obispos de la Iglesia Católica lanzan contra la LOE la idea de que la cultura es un privilegio minoritario, son manifestaciones de una misma fuente que fueron lanzadas a modo de arietes, contra los bastiones ideológicos del movimiento revolucionario. Manifestaciones que comenzaron a producirse por el oposicionismo fascista alrededor de la crisis golpista iniciada el año 2.001, donde por primera vez fueron puestos en tela de juicio los principios de la Revolución para impedir el desarrollo de las medidas e ideas que, en gran parte, representaban y representan las concepciones y las aspiraciones del pueblo; por qué su espíritu aristocrático, de minoría, les impide a los burgueses injertarse en el tronco popular: ellos no se sienten pueblo y tienden unos puentes hacia el cuerpo popular de la nación, se limitan a ser un hecho aislado, extrasocial. Pero en resumen, es que el problema de la renovación cultural de Venezuela tiene que partir de sus raíces, de liquidar el analfabetismo, y que todo lo que no parta de ahí será, y ha sido, obra de y para minorías privilegiadas. Esas actividades societarias de la burguesía sufrieron grave colapso con motivo de la reacción popular de abril y diciembre de 2002.

Mientras los puntofijistas fabricaban a su gusto las elecciones y pensaban mantenerse eternamente en el Poder mediante la acción policíaca y la censura de prensa, los contactos entre los grupos políticos promovidos por el comandante Chávez iban por buen camino. El Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, se comprometía a coordinar sus esfuerzos a base de los dos puntos siguientes:

1º Destruir todo lo existente en las esferas del Poder de la burguesía.

2º Nombrar una Asamblea constituyente, elegida por sufragio universal y directo que decidiría de la suerte del país.

Por primera vez en la historia moderna de nuestra Patria se llega a lo que hoy se llama un pacto de unidad de acción, que reúne a sectores políticos y sociales muy heterogéneos, con un objetivo común de interés nacional y estableciendo que la última palabra correspondería a la voluntad popular.

¡No Volverán!

Salud Camaradas.

Hasta la Victoria Siempre.

Patria. Socialismo o Muerte.

¡Venceremos!

manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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