La vida y muerte al revés

El general Elías Wessin y Wessin fue el más destacado entre los generales que derrocaron al presidente Juan Bosch en 1963 y uno de los grandes responsables de la invasión yanqui en 1965 y de las masacres ejecutadas antes y durante esa ocupación.

En momentos en que la asamblea revisora de la constitución de la república aprobaba en primera lectura el artículo medieval que consagra la inviolabilidad de la vida “desde la concepción hasta la muerte” (destinado a prohibir el aborto terapéutico y diversos métodos anticonceptivos), Elías Wessin y Wessin fue enterrado con honores oficiales y bendiciones católicas, como un gran defensor de la vida y los derechos del pueblo. En pleno mes de de la revolución de abril de 1965, el presidente Leonel Fernández, el Cardenal López Rodríguez y la partidocracia congresual corrompida auspiciaron y emplearon todas las malas para ejecutar ambas ofensas a la inteligencia y la moral de nuestro pueblo.

En opinión de los propiciadores de esos honores al general genocida (que no son otros que los mismos del mamotreto sobre el aborto), el golpe de Estado que encabezó Wessin contra el gobierno de Bosch y la Constitución del 63 se hizo al parecer para promover la “vida” encarnada por aquellas nefastas manifestaciones de “reafirmación cristiana” organizadas en 1963 con fines golpistas por la alta jerarquía de la iglesia católica en alianza con los militares y la oligarquía.

Se deduce entonces que el bombardeo a esta ciudad en abril de 1965 se ordenó solo para “cazar” los 56 comunistas “malvados” que querían quitarle la vida a todos los capitaleños y se entiende además que el genocidio de la “operación limpieza” ejecutada en aquellos días se llevó a cabo para proteger al pueblo de los agentes de la muerte y del “comunismo ateo y disociador”.

Así la invasión yanqui fue promovida por Wessin para “salvar” la nación “infectada” por los comunistas y la Constitución de 1963 y para supuestamente rescatar a los residentes gringos amenazados de muerte. El terrorismo de Estado que ésta desató, a pesar de los miles de asesinatos que causó, representó -según esa lógica genocida- “un grandioso esfuerzo en defensa de la vida de la colectividad nacional”.

Wessin no mató. Sus víctimas no califican para ser incluidas en el artículo 30 de la nueva constitución sometida por Leonel a una “asamblea nacional revisora” dedicada a defender los “vivos” que disfrutan de este paraíso terrenal.

Balaguer menos aun, ya que como “padre de la democracia” (declarado así por el Congreso Nacional y por el propio presidente Fernández) está muy lejos de ser considerado responsables de los miles de crímenes políticos acaecidos durante sus 22 años de gobierno. Esos muertos no están muertos: nunca fueron “concebidos”.

Tampoco hubo crímenes durante Las Cruzadas, ni a raíz de la Inquisición. Todo eso se hizo en defensa de la vida “desde la concepción hasta la muerte”. Es decir, hasta que  “cruzados” e “inquisidores” les cortaron el cuello a sus víctimas con la “gracia de Dios”

Los conquistadores y colonizadores, por su parte, fueron bendecidos por la Iglesia Católica por la manera como defendieron la vida de las huestes “civilizadoras” españolas contra la barbarie de aquellos “peligrosos” indios y negros esclavizados.

Al parecer no hubo asesinatos durante la era de Trujillo, ya que el pundonoroso monseñor Pittini (jefe entonces de la Iglesia Católica dominicana) dio fe ante el Papa de que “El Jefe” defendía el derecho a la vida desde la misma concepción hasta que él ordenara la muerte.

En estos tiempos las “ejecuciones extrajudiciales” de la Policía Nacional y las “operaciones” de sus “cirujanos” (expertos en mutilar y asesinar jóvenes), tienen por misión “salvar vidas” y garantizar la “seguridad democrática”, por lo que han merecido la bendición del Cardenal.

Las muertes por hambre no son muertes, ni tienen responsables. Los muertos por enfermedades curables tampoco. Las cifras sobre mortalidad infantil materna no significan nada.

Los capitalistas están libres de toda sospecha de asesinatos económicos y sociales. El capital es igual a la vida y el trabajo a la muerte.

El imperialismo hace guerras que al parecer no matan. Sus jefes conocen muy bien el arte de defender la vida “desde la concepción hasta la muerte”, a bombazos sucios.Los políticos, funcionarios, jueces, jefes militares y policiales corruptos nunca han atentado contra la vida. Ellos nada tienen que ver con la muerte por hambre ni por represión. Nadie mató a esos muertos, ellos gozan de buena salud. El artículo 30 de la constitución, recientemente aprobado en primera lectura, no está hecho para estos “ejemplares ciudadanos(as)”.

Ellos(as) proclaman que nunca han interrumpido un embarazo fruto de una violación. Que nunca le han quitado la vida a un embrión que terminaría liquidando la vida de la madre y que nunca han atentado contra una concepción de una criatura anormal; y niegan haber interrumpido un embarazo mortal en una menor. Dicen oponerse al aborto terapéutico y se pintan como “defensores(as) de la vida”, especialmente de todos los embriones, aunque se estén muriendo y matando  a la vez la vida de la madre que lo aloja. Son personas de una especial santidad y de un especial amor por la vida.

Proclaman, dicen, declaran….pero jamás  practican esos “principios” cuando se trata de casos que los afectan. En realidad nunca se sabe que hacen los curas y los obispos “traviesos” con las mujeres que preñan. Pero jamás habrán de admitir que las inducen al aborto provocado o las obligan al abandono y al silencio.

En fin, el artículo 30 no es ni para los Wessin, ni para los “cirujanos” de la policía, ni para los oligarcas hambreadores, ni para los imperialistas guerreristas, ni para los políticos corruptos, ni para los obispos sinvergüenzas (menos aun para los pedófilos), ni para los jefes militares represivos… Todos ellos(as) respetan la vida “desde la concepción” hasta… cuando asesinan a sus semejantes… hasta la muerte por hambre,  balas y otros medios.

El artículo 30 ha sido especialmente confeccionado para actuar contra los(as) que se atrevan a aceptar o realizar un aborto terapéutico o a usar y/o aplicar un método anticonceptivos con efectos posteriores a la concepción, o a promover la fertilidad con métodos “in vitro”. Está hecho para negarle a la mujer los derechos sobre su cuerpo y sobre su vida.

Es un artículo “made in opus dei”, reelección Leonel y Arzobispado, con apoyo de oligarquía y partidocracia corrompida y pusilánime. Imbécil quien lo respete, como imbéciles serán quienes acepten como legítima una constitución hija de la ambición y de un poder gansterizado. Y faltan todavía muchas aberraciones por aprobar. Amén.

25 de abril 2009, Santo Domingo

narcisoisaconde@gmail.com


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Narciso Isa Conde


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