Los más malos, se repelen entre sí: El Caso John Bolton

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La política estadounidense se ha convertido en un circo mediático donde las disputas personales eclipsan las causas estructurales. Ningún espectáculo es más revelador que la implacable hostilidad entre el ex - asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, y el presidente Donald Trump. Su repulsión mutua, más allá de la vanidad o la traición, es la manifestación de una contradicción interna dentro del sistema capitalista que ambos juraron defender.

Nuestra tesis es que la enemistad entre Bolton y Trump no es una disputa personal, sino la expresión de la "maldad estructural" inherente al sistema de expansión capitalista y la política exterior estadounidense. Desde la óptica del Materialismo Histórico, definimos "maldad" no como un juicio moral subjetivo, sino como la consecuencia de acciones políticas y económicas que garantizan la acumulación de capital y la hegemonía del sistema, causando inevitablemente daño masivo a la clase trabajadora, a la estabilidad global y a los pueblos subyugados. Ambos hombres, en sus diferentes esferas, son agentes de esta necesidad sistémica.

John Bolton ha dedicado su carrera a un belicismo absoluto, sirviendo como un halcón permanente cuyas acciones siempre han coincidido con los intereses del complejo militar-industrial y la expansión de la inversión estadounidense en zonas de conflicto. Su breve biografía está marcada por la destrucción de equilibrios diplomáticos y la promoción activa de guerras.

En 2002, como subsecretario de Estado, fue una voz clave en la falsificación de inteligencia para justificar la invasión de Irak. Su insistencia en retirarse del Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM) de 2002 y su posterior sabotaje del acuerdo nuclear con Irán, en 2018, consolidaron un patrón de desestabilización que beneficia directamente a los contratistas de defensa y a la élite financiera que lucra con el caos geopolítico. Bolton es el rostro de la "maldad" del imperialismo planificado.

Por su parte, el daño causado por Donald Trump a la sociedad, se centra en la esfera de la base económica capitalista en su forma más especulativa. Mientras sus políticas afectaron y sigue afectando a la clase trabajadora a través de desregulaciones y recortes de impuestos a las corporaciones y eliminación de programas sociales y presupuestos a instituciones claves de ayuda a los más vulnerables, sus fracasos empresariales son crónicas de perjuicio directo. Sus múltiples quiebras (como los casinos en Atlantic City) dejaron a miles de trabajadores sin empleo y a pequeños contratistas sin pago, demostrando que su "maldad" es la de un capitalista depredador que utiliza la figura legal de la bancarrota para transferir pérdidas a la sociedad y a los obreros.

Como en la tragedia de Edipo, un héroe ciego a su propio destino y acciones destructivas, resuena profundamente en el caso Trump-Bolton. Su relación es un conflicto inevitable donde dos partes inherentemente destructivas están predestinadas a chocar. Ambos están "ciegos" a la verdadera fuente de su poder y su corrupción: el sistema. Trump es el hombre ciego a la ética y el derecho internacional; Bolton, el hombre ciego a las consecuencias humanitarias de su política. El choque entre ellos no es más que la autodestrucción dialéctica de la élite de poder.

En la crónica de la obra Edipo Rey, la investigación se inicia para encontrar al asesino del Rey Layo y así salvar a la ciudad. La gran paradoja de Trump y Bolton es que, mientras se acusan mutuamente de traición y "maldad", ambos son coautores del asesinato de la paz global y la estabilidad social (el Rey Layo de nuestra metáfora). El investigador (Trump, al denunciar a Bolton) es tan culpable como el investigado, pues ambos han servido, con diferentes métodos, a la misma base económica de explotación.

Donald Trump considera a John Bolton un "tipo malo" por una razón fundamental que nada tiene que ver con la moral: Bolton desafió la supremacía personal de Trump y reveló información que comprometía su poder. La crítica de Trump a Bolton no es ideológica (Bolton es un halcón de la derecha que Trump teóricamente debería respaldar), sino una lucha por la autoridad dentro de la clase dominante capitalista. Es el choque entre la facción más anárquica y especulativa (Trump) contra la facción institucionalista y militarista (Bolton) del Capital.

Una cábala de élites financieras, oculta tras el establishment bipartidista, utiliza la retórica de guerra de Bolton y el caos económico de Trump para perpetuar la acumulación de capital y distraer de la transferencia de riqueza estructural. Esta teoría, aunque especulativa, refleja la alienación ideológica generada por el capitalismo. La opacidad de la base económica (el capital real) se proyecta en la superestructura política (las figuras de poder), creando narrativas de "conspiración oculta" que, paradójicamente, sirven para proteger al sistema al evitar que la crítica se dirija a la propiedad privada y la explotación.

"Bolton fue la voz más agresiva de la administración, presionando constantemente a Trump hacia una confrontación con Irán y Venezuela, lo que refleja los deseos más profundos de las alas neoconservadoras y de los contratistas de defensa. (The Washington Post, 2019).

"A lo largo de su carrera empresarial, el patrón de Trump fue claro: apalancar la deuda, obtener grandes beneficios y dejar un rastro de promesas incumplidas y contratistas impagos, socializando así eficazmente el riesgo de su negocio". (The New York Times, 2020).

"La disputa en curso, más que cualquier desacuerdo político, expone la naturaleza cruda y transaccional del poder en los niveles más altos del gobierno de Estados Unidos". (Wall Street Journal, 2021).

El análisis final del caso John Bolton y Donald Trump bajo la luz del materialismo histórico nos obliga a concluir que la "maldad" de los presidentes de EE.UU. (y sus asesores más poderosos) no es accidental, sino funcional y necesaria.

La estructura económica capitalista de EE.UU., basada en la necesidad incesante de expansión de mercados, control de recursos y la primacía de la ganancia sobre la vida humana-requiere y selecciona líderes que ejecuten políticas que perpetúen esta base. Esta es la Causa principal.

Bolton es el agente del imperialismo militarista, mientras que Trump es el agente del capitalismo especulativo. Ambos son el producto de un sistema que idolatra el poder sin escrúpulos. El Vínculo es claro: el sistema capitalista convierte a estos ciudadanos de gran poder económico e influencia en agentes de la "maldad estructural", haciendo de su conducta individual un mero reflejo de las necesidades de la clase dominante para mantener y expandir su hegemonía.

La repulsión entre Bolton y Trump es el sonido de dos piezas defectuosas de una maquinaria podrida, chocando al intentar ocupar el mismo espacio para continuar la misma tarea: mantener la hegemonía del Capital.



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Renny Loyo

Doctor en Educación. Dramaturgo

 drloyophd@gmail.com

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