Terror colombiano en expansión

La Policía Nacional cuenta con muchos mandos y bandas internas curtidas en el crimen y asociadas a múltiples delitos.

Pero hay algo todavía más ominoso que gravita sobre ese y otros cuerpos armados: el régimen colombiano, fundido con el FBI, la CIA y el Mossad israelí, le ha caído arriba para potenciar  su bestialidad represiva.

EEUU está usando por aquí a Colombia como usa a Israel en el Medio Oriente: para exportar técnicas y modalidades de infiltración, terror, torturas, represión, muertes, mutilaciones y masacres. Porque es mas fácil hacerlo con “latinos”.

Ese narco-Estado terrorista está en plena fase de expansión en la región.

En los casos venezolano y ecuatoriano sus “productos de exportación” son las bandas para-militares, los capitales de la droga y las unidades de inteligencia; prestas las tropas elites (expertas en guerra sucia) y las propias bases militares yanquis a entrar en acción.

En ambos casos no cuentan con la anuencia de los gobiernos establecidos, sino que más bien ellos son sus blancos de ataque.

Aquí los renglones de “exportación” sufren ciertos cambios: entrenadores, adoctrinamiento en “seguridad democrática” y “antiterrorismo, planes represivos, cursos en escuelas colombianas, inversiones de dinero sucios,  clases de para-militarismo y sicariato, asesorías…

Esto se ve facilitado por los “acuerdos macro” entre los presidentes de ambos países e incluye el reclutamiento colombiano de jefes  militares y policiales del país.

Las puertas de la PN se han abierto de par en par a esa avalancha colombianizadora.

Abundan los eventos castrenses donde la ideología dominante tiene factura colombo-estadounidense-israelí.

Colombia ha destinado cuadros de alto nivel para dirigir esos procesos de contaminación y entre ellos el general Montoya ocupa un lugar señero. Haití entra también dentro de su jurisdicción.

La exportación de las técnicas del terror genera a la vez un sub-producto deformado: policías y militares robotizados, unidades súper-represivas, oficiales Rambos, cuerpos elites que desprecian a la población civil y especialmente a los pobres.

La alta oficialidad reclutada por un Estado narco-para-terrorista pierde cualquier inhibición en cuanto a asociación con el mundo de las drogas y la sangre.

El Estado del país receptor pasa a ser aliado de los planes de agresión contra terceros, fraguados por la asociación colombo-estadounidense; prestándose incluso a tolerar conspiraciones aviesas. Eso esta ocurriendo aquí y el blanco de ataque es Venezuela.


narcisoisaconde@gmail.com



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Narciso Isa Conde


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